Abel se pone completamente pálido y sé que no quiere decir la verdad, pero tampoco me gustaría mentir. Mi amigo me toma de la mano, dándose cuenta de la situación, y se encoge de hombros como si fuera algo obvio, aunque alguien lo interrumpe antes de que pueda abrir la boca. —De mí —suelta Alejandro detrás de ellos, salvando más a Abel que a mí. Se pone a mi lado y me toma de la cintura con una sonrisa tensa. Roxana lo mira con las cejas arqueadas y suelta una carcajada. —¿De verdad? —interroga con tono burlón. Eduardo pone los ojos en blanco y el actor suspira. —Por supuesto, tuvimos relaciones y no nos cuidamos —miente—. ¿Tenés algún problema con eso o es que no creés que pueda tener un hijo? No sería la primera vez que me pasa. La rubia hace un suspiro de resignación y lo mira de

