—Me encanta —escucho que suspira Laura.
Laura es mi mejor amiga desde hace por lo menos diez años, nos conocimos en el instituto y cuando tuvimos la oportunidad de ir juntas a la misma universidad a estudiar lo mismo: ingeniería, no dudamos en seguir juntas nuestro camino. Laura siempre ha tenido una especie de obsesión por Nick, no de una forma amorosa ni romántica, sino más bien una obsesión s****l.
—Es sólo Nick —refunfuño mientras me seco el pelo en el baño de mi habitación. Me asomo un poco para ver qué hace—. ¿Es enserio?
Me mira a través de las gafas falsas del disfraz de Velma de Scooby Doo. Ella sale de fiesta y yo me quedo en casa a ver películas de terror y hacer de niñera. Hoy no me apetece salir y además le prometí a mis padres que me quedaría a vigilar a las mocosas de mis hermanas mientras ellos salen con sus amigos.
—¿Sabes de qué va disfrazado? Puede ser mi Freddie.
—Pregúntaselo, si un poco más y estás por saltar a su habitación.
Ya hace frío como para tener el balcón abierto, pero en verano, cuando Nick y yo tenemos las puertas abiertas, podemos hablar perfectamente cada uno desde la cama.
—Es que está tan bueno...
Me termino de secar el pelo y recogemos juntas mi habitación. Antes de salir miro por las ventanas, Nick se pasea descamisado por su habitación a pesar del invierno, estoy segura de que lo hace para pavonearse de su buen físico. Sus ojos dan conmigo y me escanea de arriba abajo. No tengo muy claro que vaya a ir a la fiesta de Halloween a pesar de que ha estado anunciada por todo el campus por los chicos de la fraternidad. Nick no es mucho de disfrazarse, ni siquiera cuando éramos más críos y su madre le obligaba a disfrazarse en conjunto conmigo para ir a pedir caramelos. Se acerca al balcón y lo abre y yo hago lo mismo con el mío, son balcones muy pequeños, sigo prácticamente dentro de mi cuarto pero a mi siempre me ha gustado, cuando era una niña me parecía enorme este espacio.
—Bonita careta de Halloween, vas a asustar a muchos niños —se burla.
—Tú la llevas puesta todo el año.
Sacude la cabeza y se cruza de brazos en la barandilla, cuando yo hago lo mismo podría estirar la mano y tocarlo.
—¿Vas a estar sola? —me pregunta en un susurro.
—Que va. —Siento a Laura ponerse detrás de mi porque no cabe en el balcón, me aparto un poco y Nick coge compostura.
—Le toca hacer de niñera antes que venirse de fiesta con su mejor amiga. —Es una dramática.
—Tus padres se van con los míos —dice Nick.
—Ya... pero Jenn está castigada. Y me preguntaron si podía cuidar a Julie, les dije que si y ahora tengo que cuidar a los dos.
Son mis hermanas pequeñas. Jenn tiene dieciséis años y se está volviendo una rebelde, se ha escapado para ir a fiestas de madrugada un par de veces y eso no deja dormir a mi madre ni a mi tampoco. La quiero mucho pero su etapa de adolescente es mucho peor que la mía. Yo salía a fiestas y todo eso pero pedía permiso primero, además, como Nick siempre estaba allí a mis padres les daba mucha confianza. Y Julie es la más pequeña, apenas a cumplido siete años y le prometí que iríamos a hacer truco o trato aunque fuera media hora. El problema va a ser hacer que Jenn venga y no me fio de dejarla sola en casa. Si se escapa estando conmigo voy a matarla.
—¿Vas a ir a la fiesta, Nick? —Laura se apoya dónde yo estaba, yo sigo ordenándo un poco más mi cuarto mientras los escucho hablar.
—Me pasaré.
—Qué bien, pues te veré allí.
—Allí nos veremos.
Encima, Nick liga con todas las mujeres.
—¡Genial!
Laura no tarda en irse, tampoco mis padres no sin antes darnos una charla del buen comportamiento y todas esas cosas, sobre todo a Jenn que no levanta la mirada del teléfono. Me dan ganas de tirárselo a la piscina, claro, si tuviéramos una. Al final mi madre desiste y me mira.
—Por favor, Erin, cuídalas bien y a ver si... —hace un gesto de cabeza hacia mi hermana.
Ya he intentado hablar con Jenn muchas veces pero nunca me escucha, ni a mi ni a nadie. Incluso los padres de Nick la regañaron una vez por llamar a su timbre de madrugada algo pasada de alcohol.
—Id tranquilos, lo tengo todo bajo control. —O espero que así sea.
Cuando por fin se van Jenn se encierra en su habitación y Julie me persigue con pinturas para la cara.
—¡Truco o trato! —me grita—. Tienes que pintarme la cara, voy de calabaza.
Adoro a Julie, es tan pequeña y tan animada que ilumina la casa. Me siento en el suelo a pintarle la cara, de vez en cuando tengo que levantarme a darle dulces a los niños que llaman al timbre y cada vez Julie está más animada. Al final termino pronto y su cara parece una calabaza pocha, pero es feliz y se planta el disfraz feo que nuestro padre le consiguió a saber dónde. Ya está lista en la puerta para salir.
—¡Venga! Vámonos ya.
Antes tengo que subir a llamar a Jenn, tiene la música tan alta que ni me escucha y está metida bajo las sábanas de su cama sin soltar el móvil.
—Jenn, Jenn, Jenn.
—¿Qué quieres? Pesada.
—Voy con Julie a dar una vuelta por el vecindario...
—No voy a ir.
—No me fio de ti.
—Bien —sentencia—. No es cómo si tuviera dónde ir, mamá me ha quitado las llaves.
Julie entra corriendo y gritando por salir, entre eso y la música y que Jenn ya ni me presta atención...
—Volveremos en media hora y te quiero aquí —le digo y sacude la mano sin importancia—. Hablo muy enserio, Jenn, no puedes hacer lo que haces. Tengo que hablar luego contigo.
—Que te vayas ya.
—¡Sí! Vámonos ya, vamos Erin, ¡nos perdemos lo mejor!
Julie siempre me da la mano cuando estamos en la calle, no me suelta ni cuando cierro todas las puertas con llave para controlar la masa gruñona de hormonas adolescentes que hay en casa. Luego, empezamos con truco o trato y llena su calabaza de plástico con todos los dulces que la pondrán como una moto toda la noche.
—¡Truco o trato! —grita en una puerta y cuando le dan una barra de chocolate viene corriendo a dármela—. Toma para ti, que no estás cogiendo nada.
Igual pasamos más de media hora en la calle pero Jenn sigue en casa cuando volvemos. A eso de las doce apaga la música después de que se lo repita como treinta veces y Julie y yo nos tiramos al sofá a ver "Pesadilla antes de Navidad". Ya está dormida para cuando a la una y media llaman al timbre. Serán los adolescentes molestos que consiguen despertar a Julie. Salvo porque no es ningún adolescente aunque bastante molesto sí que es.
—¿Pero tú no te ibas de fiesta? —Me estaba quedando dormida.
Resopla y se pasa la mano por la cara en un gesto aturdido. ¿Ha venido borracho? Huelo mejor: borracho y fumado.
—He acercado a una amiga a su casa no muy lejos de aquí y llevo una encima que necesito descansar un momento.
Ya, una de sus "amigas" que son de todo menos amigas. Y yo soy una de esas.
—¿Y no puedes rebajarte el colocón en tu casa?
Su mano me cubre la cara entera y me empuja a un lado para entrar. Resoplo. Lo sigo por el pasillo hasta el salón y Julie le salta encima desde el sofá. Mi madre me matará también si se entera de que he dejado que se coma todo lo que ha conseguido.
—Uy, hueles raro —le dice—. Apestas.
—¿Y tú qué haces despierta a esta hora? —entonces mira los envoltorios esparcidos por la mesa—. Uh... subidón de azúcar, ¿quedan para mi?
Nick es un amor con Julie, ella le adora. Todo el mundo adora a Nick, incluso Jenn.
—¡Sí! Te he guardado tus favoritos y eso que Erin los quería para ella.
Acaparan el sofá y me arrellano a su lado. Julie le habla de la noche que hemos pasado y de la discusión que he vuelto a tener con Jenn. Nick la escucha con atención y le restriega los rastros de pintura naranja que no le he podido quitar por la cara. Me gusta verlos porque Nick parece mucho más cercano y real, Julie saca su lado más aniñado y está bien verlo de esta forma sin pensar en la cantidad de chicas a las que habrá besado esta noche.
La poca luz que da el televisor es suficiente para alumbrarnos, para que pueda ver lo guapo que es Nick y sus gestos de seguir aturdido. ¿Pero cuánto ha fumado? Me gusta mirarlo más de lo que debería y de lo que me gusta admitir. La luz se hace algo más blanca y veo que tiene el cuello y el borde de la camiseta manchado de pintalabios. No puedo evitar sentirme mal.
Sé que Nick está con otras, con muchas otras, lo vi el finde semana pasado con una chica en su habitación y no debería importarme. Pero lo hace, me importa y no es algo se deba sentir.
Estiro la mano y le quito con el pulgar los rastros. Me mira, tiene los ojos brillantes.
—¿Qué?
Levanto los dedos.
—Tienes pintalabios.
—Ya.
Seguro que es de la amiguita que viene de dejar en su casa, y ahora está aquí en mi sofá comiéndose algo que Julie le ha guardado con todo su amor.
—Podrías haberte quedado con ella a que se te pasara lo que seas que te has tomado.
Sonríe.
—¿Ya empiezas con los celos? Ese no era el trato.
En momentos así me dna ganas de mandar a la porra el trato.
—Cierra el pico, idiota. Estaba quedándome dormida.
—Te has dormido —me corrige Julie—. Ha bajado Jenn y se ha comido un regaliz y estabas dormida.
> Me levanto de un salto del sofá y corro escaleras arriba a su habitación. Jenn sabe atascar si puerta y a pesar de que me cuesta un poco consigo abrirla.
—¡¿Pero qué haces?! ¡Cierra la puerta! —me grita quitándose los cascos.
Qué alivio.
—No me grites, y deja de hacer eso con la puerta.
—No me digas qué hacer.
—Estás insoportable.
Otro de los motivos por los que no quiero que nadie se entere de lo mío con Nick es por Jenn, porque aunque sea tres años menor que él sé que está perdidamente enamorada de Nick. He llegado a pensar que tiene este humor porque lo sabe, pero si lo supiera ya me lo habría echado en cara antes.
Salgo de su habitación para volver a bajar. Nick se está quedando dormido en el sofá con Julie acurrucada a su lado y me han dejado un hueco minúsculo, en cuanto me siento, Nick abre los ojos con cansancio y me mira.
—Te ha pegado duro —digo.
—Ya ves.
—¿Vas a volver a la fiesta?
—No creo, y tampoco es para tanto. Aquí tenéis chocolate.
Miro los envoltorios.
—Un poco rancio —admito y Nick asiente conmigo, lo que nos saca una risa.
Me encojo a su lado y me inclino hacia él, es cómodo estar así con él envueltos en esta tranquilidad. Cierro los ojos y Nick se remueve, entonces siento como su brazo me envuelve por la espalda y nos acurrucamos más. Nunca he dormido con Nick, tengo que recordar por qué está bien que nos pongamos límites. No somos nada, lo nuestro solo es sexo.
Carraspeo y me empujo de él, me mira como si estuviera loca.
—¿Qué haces?
—Te vas a dormir, deberías irte a tu casa —digo empezando a recoger los envoltorios—. Pero sube a Julie primero.
—No te hagas la dura, te mueres por dormir conmigo, como todas.
—Ay por dios, qué narcisista eres. Te recuerdo que dormir juntitos tampoco está en el trato.
El trato es solo sexo sin compromiso. Aquí el echo de que Nick me esté llegando a gustar más que un poquito no importa. Somos Nick y Erin, jamás podríamos estar juntos más allá de esto.