Tomando un café con Laura y Kevin, ella también me lo dice cuando él está en el baño:
—No pegáis nada y cada día me reafirmo más. Te pega alguien diferente.
—¿Cómo quién?
—Tipo Nick, un chico malo.
—Nick no es un chico malo, es un imbécil.
Claro que lo es y en estas pocas semanas Kevin ha sido mucho mejor conmigo de lo que Nick lo ha sido nunca. Y es guapo y agradable. Kevin está bien. Cuando vuelve del baño me levanto a por otro café y desde la fila los observo ser incapaces de hablar mucho, los dos parecen incómodos.
—No me digas que ese es el pringado.
Pego un salto, casi me choco con el chico que tengo delante en la fila y tengo ganas de darle con mi cartera en la cara y borrarle esa tonta sonrisa socarrona. Ya veo su ego salir a flote porque se cree mejor que Kevin y eso le fascina.
—¿Me persigues?
—No te creas tanto, es la única cafetería del campus. j***r —se ríe—, si no tiene nada que hacer contra mi.
—No es una competición, Nick.
—Claro que no —sigue riéndose. Se inclina tanto a mi lado que su respiración me mece el pelo y me pone la piel de gallina—. Ese tío no va a saber ni tocarte, Erin.
Le doy un codazo que no le debe de hacer ni cosquillas y se endereza a mi lado. Se ha saltado toda la fila como si nada. Resoplo y me cruzo de brazos.
—Eres un idiota —murmuro.
—No me hagas decir lo que te hace este idiota.
Le vuelvo a dar un codazo en la cadera. Pasamos la fila sin pena ni gloria, me invita al café y antes de perderlo de vista vuelve a regodearse de ser mejor que Kevin. Vuelvo a la mesa y Laura levanta las cejas.
—¿Quién era? —pregunta Kevin.
—Mi vecino —respondo sin más.
—Y qué vecino... —babea Laura, lo suficientemente alto como para ganarse una patada.
Más tarde, Kevin se ofrece a acompañarnos a la facultad porque está lloviendo y su paraguas es grande aunque nos mojemos todos al final. Kevin es buenísimo y Nick me hubiera empujado a un charco.
—Erin —me llama cuando estoy a punto de despedirme, Laura me mira y sigue caminando, me esperará en clase—. Iré esta noche a la fiesta con mi compañero de cuarto y otro amigo, ¿te veré allí?
—Claro —le doy mi mejor sonrisa y me pongo de puntillas para darle un beso en la mejilla aunque no es mucho más alto que yo—. Hasta luego, Kevin.
Se queda ahí pasmado y me doy prisa para no llegar tarde a mi clase. Laura no deja de incordiarme diciendo que Kevin no es lo que espera para mi, si yo me soy sincera tampoco es lo que espero de un chico pero me cae bien y sé que será mil veces mejor que seguir fingiendo que no estoy para nada encaprichándome con Nick. ¿En qué momento me lancé a él? Mi vida sentimental estaba siendo aburrida y a mí eso me gustaba.
Saliendo de la facultad Nick toca veinte veces el claxon como si no hubiera ya visto su coche, todo el mundo me mira cuando me acerco y él acelera sin dejar que me monte.
—¡Nick!
—¿Cómo se piden las cosas, vecina? —bromea y toca de nuevo el claxon.
Para qué mentirme, estas tonterías suyas son graciosas.
—Por favor, Nicolás, ¿puedo subir a tu increíble coche de decimosexta mano?
—Yo por lo menos tengo uno —dice y por fin desbloquea el seguro—. Así que ese es el pringado.
—Por Dios, ¿quieres dejar de llamarlo así? Se llama Kevin y es un buen chico.
—Eso es una forma de llamarlo aburrido.
—¿Por qué te importa tanto cómo sea? Podemos estar con otras personas, no tenemos nada serio.
Se ríe y se encoge de hombros restándole importancia.
—Yo no he dicho nada, haz lo que quieras.
—Apuesto lo que sea a que te dolería en todo el ego que dejara esto que tenemos para estar con él.
Porque lo hago, creo que le heriría el orgullo ser dejado por un "pringado".
Gira el cuello para mirarme apenas unos segundos que me bastan para ver como el narcisismo y su arrogancia le llenan la sonrisa.
—No lo haría porque sé que jamás estarías con ese tío. Te conozco mejor de lo crees.
¿Me conoce de verdad? Yo le conozco mejor a él.
Unos veinte minutos después llegamos a casa, nos despedimos y volvemos a vernos en el balcón.
—Vas a ir a la fiesta, ¿no? —me pregunta.
—Sí. —Dejo el balcón abierto para hablar mientras rebusco en mi armario qué me puedo poner—. Supongo que tú también.
—Supones bien. No me hagas hacerte de niñero.
—Ni tú a mi, yo no cuido borrachos.
En realidad siempre nos hemos cuidado cuando ha hecho falta.
—¡Erin! ¡Erin! —Julie entra corriendo en mi cuarto, parece apurada pero tiene tiempo de asomarse al balcón—. Hola Nick.
—No te apoyes tanto —le reprende Nick—. ¿Qué tal el colegio enana?
—Super bien, ya estamos haciendo decoraciones de Navidad. Te haré una para tu cuarto.
—¿Pero tú no venías a decirme algo? —pregunto.
Julie entra y aprovecho para cerrar el balcón aunque le cierre en la cara a Nick. Se lo merece. Julie se queda sentada en mi cama mientras yo saco un vestido n***o y lo dejo colgado detrás de la puerta.
—Jenn dice que bajes a la cocina, la cafetera no funciona.
Durante todas las tardes pasamos unas cuantas horas solas, siempre he sido la responsable de cuidar de mis hermanas y Jenn puede ser una rebelde y un desastre, pero cuida bien de Julie cuando yo aún no he llegado de la universidad por estar haciendo mis cosas.
Tener a Nick en nuestras vidas sirve de mucho aunque le llame inútil incontables veces. Yo no sé arreglar la cafetera.
—¡Voy a llamarlo! —salta Jenn.
Nick nos ha hecho muchos apañanos cuando estamos solas, incluso ayudó a mi padre a pintar la habitación de Jenn cuando hicimos reformas. Nick siempre será bienvenido entre todos, pase lo que pase espero que sea así.
Nick se encorva para ojear la cafetera por detrás, Jenn se pone de puntillas a su lado y su mano con esas uñas de gata pintadas de n***o se apoya en la espalda del chico. Nick la mira y le sonríe, eso derrite a mi hermana y a mi también.
—¿Puedes? —le pregunto.
—Claro que puede —Jenn casi me regaña por haberlo dudado—. ¿No te ibas a duchar y todo eso para la fiesta? Ya me quedo yo aquí.
¿Mi hermana pequeña me está celando y echando de mi cocina?
Levanto los brazos al aire en son de paz, cuando Nick me ve suelta una risa que se me contagia. Está claro que él sabe lo mucho que mi hermana lo quiere, parece que para eso no es un completo inútil.
Horas más tarde y después de cenar, me encuentro con Jenn en el pasillo de arriba vestida casi como yo: con un vestido n***o y unas botas. Entrecierro los ojos.
—¿Te han dado permiso? —dudo.
—Sí.
—¿Quieres que te lleve a alguna parte?
Me diría que no si no fuera su única opción. Al bajar juntas nuestros padres están en el salón con Julie medio dormida y nos despedimos. Es raro estar solas porque no tenemos nada de qué hablar y cuando lo intento, ni siquiera responde. Se baja del coche en la fiesta y me agita la mano con vagueza. Yo sigo conduciendo a casa de Laura y de un par de amigas más para ir al campus.
La música se escucha mucho antes de llegar y voy tan lento para no atropellar a ningún estudiante que cuando quiero aparcar son las doce y ya está todo a rebosar. Tengo que pasar por un par de copas para mirar mi teléfono cuando me vibra. Tengo tres mensajes de Kevin. ¿Tres?
Kevin: "Estoy en la fiesta, hay mucha gente"
Kevin: "¿Has llegado ya?"
Kevin: "Te veo, ¿acabas de llegar?"
Me escucho a mí misma resoplando, casi arrepintiéndome de haberlo alentado a venir. ¿Para qué lo he hecho? Pero entonces mi vista se pasea por el salón y veo a Nick sentado en el sofá con una chica que no deja de comerle la boca como si se lo quisiera tragar. Estaba claro que iba a ser así su noche, Nick no sabe salir sin dejarse los pantalones puestos. >
—¿Te gustaría ser ella o qué? —se ríe Carla, otra amiga—. No dejas de mirarlos con cara de amargada.
Para cuando Nick aparta su boca de la de ella, logra mirarme y me sonríe regodeándose de lo que consigue. Uff, eso ha dolido. Nunca me había dolido así cualquier tontería de Nick. > Aparto la cabeza y me enfoco en mi teléfono.
Erin: "¿Dónde estás? Quiero verte"