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1400 Words
— ¿Amigos? Asiento lentamente sin dejar de remover la masa de los cupcakes en el bol.  —Sí, y ni si quiera dudó en decirlo. —Le pido a Allie las virutas de chocolate y las echo en la masa. Estoy algo, bueno, muy picada por el solo amigos de Dustin—. Debo llevar un cartel en la espalda que solo vea él y diga "juega con mi sentimientos". Así, en grande.  —Bueno, Evan va a seguir por aquí un tiempo —me mira sin dejar de remover su masa—. ¿No te da pena que se vaya a ir?  Es extraño. Evan y yo en algún momento si sentimos una buena conexión pero creo que no era de pareja, más bien como si fuéramos buenos amigos que se besaban.  —Sí, pero él quiere estar allí y yo le apoyo.   Allie lo entiende y asiente.  Estamos preparando cuatro tandas de cupcakes para una acción benéfica que mamá tiene en el hospital en el que trabaja. Allie hace los de vainilla y fresa y yo los de chocolate y limón. No tenemos ninguna preferencia, y si la hay, mamá no me ha avisado, a si que estamos siguiendo nuestros gustos.  — ¿Cómo vais, chicas? —nos pregunta desde el marco de la cocina. Cierra los ojos y coge una profunda inspiración—. Mmmm... huele genial. —Sip —meto la última bandeja que hemos acabado de hacer, la de chocolate y vainilla, al horno—. ¿Necesitas que te acompañemos al hospital para hacer algo?  —No. Además de que has quedado con tu padre para empezar a buscar un coche. Es verdad, papá me ha mandado varios mensajes esta mañana para decirme que íbamos a empezar hoy con la búsqueda de mi nuevo bebé. No tiene prisa y eso lo sé, quiere tener los últimos días de su viaje libre para irse a surfear.  —Esta noche hay una fiesta en casa de Max Cooper —dice Allie como si nada.  Me encojo de hombros y sigo apilando los moldes de hemos usado en el fregadero. No me importa la fiesta de Max, ni si quiera puedo imaginarme lo que va a pasar porque lo sé; sé a la perfección que Dustin acabará con una chica, ¿si hubiera aceptado ir pasaría lo mismo? —Allie —es una locura, pero quiero probar—. Tenemos que ir a la fiesta.   Me mira con la misma cara que tiene el perro de su vecina cuando lo mojan. Es muy expresiva y útil cuando piensa que estoy loca.  —Estás loca. Es la casa de Max Cooper, y Dustin, el mismo que te ha dejado en la friendzone, estará allí —puntaliza. Se cruza de brazos y tuerce los labios—. Y mis padres no me dejarán.  —Vengaaaa, por favor... —tiro de la manga de su camiseta. Mi último recurso es mentir, pero si quiero ver a Dustin esta noche lo tengo que hacer—. Tyler va a estar. Dustin me dijo que su amigo habló con él y que está interesado en saber de ti.  Ha colado. A Allie le brillan los ojos y se relame los labios, finalmente se rinde y suspira.  —Bien, pero volvemos pronto. Mis padres no se pueden enterar.  —Te puedes quedar aquí a dormir —digo—. Mamá trabaja hasta tarde en el hospital.  El horno hace un sonido agudo, y saco la bandeja con los cupcakes. Allie y yo los decoramos un poco antes de que mamá se los lleve al hospital. Cuando escuchamos su coche pisar la grava de la salida, Allie me mira y llama a sus padres. Durante su llamada, llaman al timbre de casa y la dejo en la cocina dándola explicaciones a su madre En cuanto abro la puerta, papá me mira sonriente y con los brazos extendidos.  — ¿Lista para buscarte un nuevo coche?  No entra en casa cuando voy a buscar a Allie para decirla que nos vamos. No ha entrado desde que se fue. —Yo iré a ponerme algo de mi ropa de fiesta y preparé la mochila —dice.  —Oh, sí, yo me pondré también mi ropa de fiesta —bromeo: no tenemos ropa de fiesta.  Me aseguro de cerrar la puerta de casa cerrada antes de despedirme de Allie y caminar al coche de papá dónde está metido.  Arranca y mira por el retrovisor al coche de Allie que conduce en dirección contraria.  —Está más grande —gorda.  —Tiene muchos complejos, papá. —Cambio la emisora—. Hemos salido a correr, el jueves solo, pero creo que no lo vamos a hacer más.  Papá se ríe y me baja el volumen de la radio.  —Estamos hablando, deja la música. Eso me recuerda a Dustin, pero no lo digo. Desde anoche estoy algo enfadada y aunque quiero creer que es porque me ha bajado la regla, sé que es por su respuesta de ayer. Me gusta, ¡me encanta! y he llegado a pensar que lo sabe pero solo se hace el tonto porque no quiere que sea así. Claro, seguro que si una chica con experiencia y que sólo quiere de él lo que quiere se fija en él, Dustin no dudaría en hacerla el tipo de caso que a mi me gustaría recibir de él.  Si esta noche voy a la fiesta y Dustin se enrolla con alguna, sabré que no le gusto, que ni si quiera me ha sacado de su zona de conocidos o amistades, y si supiera que él a mi me gusta solo sería una señal de enorme como esas de la carretera que te mandan en otra dirección a la que quieres ir. Y sé que si no es así y me hace el más mínimo caso me ilusionaré un montón y empezaré a divagar.  Y la verdad es que no sé que prefiero. Tal vez que me rompa el corazón esta noche es lo mejor si quiero concentrarme en la Universidad y en mi vida. — ¿Piensas en Dustin? —me pregunta papá. Gira un poco el retrovisor y se echa unos mechones del pelo por detrás de las orejas—. A ese chico le gustas, hija, ¡mírate! Eres preciosa.  Suspiro y me encojo en el asiento subiendo los pies en él.  El calor que de repente hace en el coche me sofoca, y bajo la ventanilla preguntando:  — ¿Tú crees? —su opinión me importa, demasiado, básicamente por entiende la mente masculina.  Por mucho que quiera Allie nunca me dará una visión interna de la mente de un hombre, ni si quiera Google lo hará. Ya lo he probado. Ni si quiera los blogs o páginas de ¿Cómo hacer que ese chico se fije en ti? ,funciona —Claro que sí —frena en un paso de cebra dejando pasar a la señora Hamilton y a su nieto de la mano. Nos agita una mano y sonríe—. Buenas tardes, señora —la dice papá—. Oye, voy a llamar a un amigo, pero tú sígueme hablando que dudo que me lo coja. Me parece extraño, pero asiento. Se deja el móvil boca abajo encima de las piernas y sigue conduciendo.  Después de unos segundos mirando por la ventanilla me atrevo a decir: —A veces creo que todo sería más fácil si me hubiera ido contigo. Me gusta muchísimo, lo sabes, me encanta y creo que ni si quiera se entera de algo. Me gustaría hasta decírselo y que por lo menos lo supiera aunque no cambiara nada.  —Bueno, se lo puedes decir, Lea, nada te lo impide. Me encojo de hombros.  Me está llevando a un concesionario que hay cerca de la playa, seguro que sin que se lo diga ya ha buscado un coche que creerá perfecto.  —No me veo llamando a su puerta y confesándole que llevo enamorada de él desde cuarto curso. Ni si quiera me hablará después de eso, yo tampoco lo haría si alguien lo hiciera. —su móvil sigue ahí, y parece que no le han cogido la llamada—.  ¿No vas a mirar si te han cogido la llamada? Quién sabe si estoy aquí hablando y tu amigo lo ha escuchado todo. 
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