Una bruja de cumpleaños 2

2560 Words
••◘◘○○♥○○◘◘•• Estamos a mitad de la semana y estoy muriendo de ganas por seguir durmiendo y más porque hoy es Halloween y mi cumpleaños. Me acomodo nuevamente bajo las sábanas, después de apagar la alarma de mi teléfono, el cual estaba debajo de la cama… «No recuerdo en qué momento me quedé dormida, pero supongo que fue mientras chateaba con Mason». De repente se abre la puerta de mi habitación y entra Romi con un pequeño bizcocho en su manos, con una vela prendida y una sonrisa de oreja a oreja. —¡Feliz cumpleaños a la mejor amiga que puede existir en el planeta! —grita emocionada y suelto una risa nerviosa por ese recibimiento que me da. —Definitivamente la mejor amiga del universo, eres tú —le contesto, mientras me siento en la cama. Ella me entrega el bizcocho y empieza a cantar el “Happy birthday”. Lo hace rápido y atropellando las palabras, cuando la cera de la vela empieza a caer sobre la crema. —¡Pide un deseo! —grita feliz y me sonríe con cara de psicópata. —Mmmm, deseo… —cierro los ojos. «Deseo un cumpleaños diferente», digo mentalmente y en ese momento un poco de la cera que se está derritiendo salta directo hacia mí, cayéndome un poco en la pierna —. ¡Aush! —Sopla, sopla, sopla —me apresura, así que lo hago —. ¡Ups! Empezaste un cumpleaños ardiente —dice haciendo una mueca y me rio por sus ocurrencias —. Bueno, no es por nada, pero tenemos que alistarnos e ir a estudiar —. Quita la vela del bizcochuelo y me lo entrega para que me lo coma. —¿Y tú no comerás? —me quedo mirándola y ella niega. —Ese es el último que quedaba y es muy pequeño como para robarte —dice sonriendo, se gira para salir de mi habitación, pero se devuelve rápidamente y con su dedo me roba un poco de crema —. ¡Listo! —Se retira. (…) Las clases en la universidad se están pasando más rápido de lo que esperaba. Vamos con Romi hasta la cafetería de nuestra facultad a tomar y comer algo, ya que no desayunamos en el apartamento, porque como por variar hoy también tuvimos que salir de afán. Mi amiga se queda haciendo la fila para pedir algo, mientras yo busco una mesa en la cual hacernos y poder repasar algunas cosas del parcial que tenemos mañana con el Sr. Johnson. Estoy concentrada revisando los últimos apuntes de Bioquímica 2, cuando alguien llega por la espalda y me hace pegar un respingo, acompañado de un pequeño grito ahogado. Mason suelta una carcajada y volteo para verlo, con mis ojos entrecerrados, el ceño fruncido y mi corazón latiendo desbocado. —¡Mason! —lo observo como se ríe y volteo los ojos. —Perdón, Lizie —se disculpa aun riendo. Me da un beso rápido sobre los labios y se sienta a mi lado. Me quedo mirándolo, esperando que me felicite por mi cumpleaños, porque hoy no me ha enviado ni un solo mensaje y anoche tampoco me dijo nada, pero parece que se le olvidó por completo porque está sentado y revisa su celular. —¡Ey, Mason! —le grita un chico, del que no sé el nombre, pero lo reconozco como uno de los compañeros de la facultad. —¡Hola, Sam! —contesta mi novio y se levanta para saludarlo amigablemente. Me ignoran por completo cuando empiezan a hablar entre ellos y alcanzo a escuchar que hablan de lo que parece ser una “fiesta de disfraces imperdible”. Intento escuchar un poco más, pero ya viene llegando Romi con nuestros desayunos, así que lo último que alcanzo a escuchar es que la fiesta será hoy, sin importarles que mañana sea día laboral. Volteo los ojos porque ya estoy acostumbrada a lo mismo todos los años y yo como una idiota en la casa, junto a mi amiga viendo películas en televisión y acostándonos temprano. —El desayuno para la cumpleañera más hermosa del planeta —dice Romi, mientras pone la bandeja sobre la mesa. Volteo para ver a Mason y está pálido, con los ojos abiertos y se nota que no sabe qué hacer porque definitivamente se le olvidó mi cumpleaños. Respiro profundo y le sonrío levemente. «No me puedo poner brava con él… es mi primer cumpleaños juntos y es entendible que se le olvidara», me digo y me intento convencer, para que se me quite el sentimiento de frustración que siento en este preciso momento. —Lizie… ¡Feliz cumpleaños, preciosa! —me felicita Mason, me abraza con fuerza y me da un beso en la coronilla. —¿No la habías felicitado? —pregunta Romi, totalmente sorprendida y con voz ofendida. Lo siento tensarse y supongo que le hace alguna cara o mueca para que ella no diga nada más, ya que la escucho resoplar y sentarse. Me suelto del agarre de Mason y me siento para comer el desayuno junto a Romina, quien no deja de mirar a mi novio de reojo y es evidente que está con ganas de cumplir la amenaza que dijo el otro día. —Hoy sales a mediodía, ¿verdad? —me pregunta Mason y le doy una respuesta asintiendo con la cabeza, ya que la boca la tengo llena —. Perfecto… entonces iremos a almorzar para celebrar tu cumpleaños —sonríe ampliamente intentado disimular su olvido. —¿Sí y qué más harán? —pregunta Romi, con ironía y lo observa con una ceja levantada. Intento contener la risa que quiere salir en estos momentos, porque está más ofendida Romina, que yo, siendo que es mi cumpleaños y mi novio. Los veo como se miran y me siento viendo un partido de ping pong, en el que cada uno responde con una movida. —Pues… hay una fiesta esta noche —nos dice Mason, con una sonrisa expectante en su rostro —dicen que estará buenísima y pues pensé que tal vez les gustaría ir… —nos mira y yo frunzo el ceño, a diferencia de mi amiga que se le iluminan los ojos y se le marca una sonrisa gigante en su rostro. —Mmm, no estoy segura —contesté torciendo la boca. —¡Vamos! —me pide Romina —. ¿Acaso no quieres divertirte en tu cumpleaños? —mueve las cejas de arriba abajo y une sus manos como suplicando. —Está bien, pero ¿de dónde sacaremos un disfraz a esta hora? —levanto un ceja esperando que me responda. —Algo nos inventaremos… no tiene que ser el disfraz más elaborado del mundo, porque no vamos para un desfile, ni un concurso ¿o sí? —dice ella mirando a Mason y este niega. —Listo, entonces nos vemos después de tu trabajo para alistarnos e ir a la dichosa fiesta —comento y Romi aplaude como foca de acuario, por lo que volteo los ojos y sigo comiendo mi desayuno “especial”. Mason se levanta nuevamente de la mesa y va a hablar con el mismo joven de antes. Supongo que siguen hablando de la fiesta y se nota que está muy emocionados de lo que vaya a suceder. (…) Se acaban las clases por hoy, así que recogemos nuestras agendas, lápices y organizamos nuestras maletas para salir del salón. Romina se queda mirando por unos segundo hacia la puerta, pero yo no presto atención, sino que sigo alistando todo para mi salida de esta tarde. —Ya te están esperando —. Me comenta y voltea los ojos cuando la miro —. Espero que le hagas pagar el olvido que tuvo —dice Romi seria y yo asiento, aunque no tengo ni idea de cuál sería la forma de “hacerlo pagar”, además que no es tan importante, como para ponerme así. Salgo del salón y no alcanzo ni a despedirme de Romi, cuando Mason me pasa su brazo por encima de los hombros y empezamos a caminar rumbo a la salida de la universidad. No me da tiempo ni de preguntarle a dónde vamos, ya que solo responde con una sonrisa pícara en su rostro y no deja que escuche las indicaciones que le da al conductor. Llegamos a un restaurante llamado “Jackpot”, al cual nunca había venido. Apenas entramos me quedo sorprendida con la decoración del lugar, no solo que es temática de juegos, sino que también tiene cosas de Halloween por todo lado. Hay unas fotos en la entrada y veo que son varias sucursales las que hay a lo largo y ancho del país. Una mesera maquillada como Catrina, nos lleva hasta una mesa vacía hacia el centro del lugar y antes de retirarse le da un mirada cargada de deseo a mi novio, que me hace sentir incómoda, lo veo como le sonríe y guiña un ojo de vuelta… Frunzo el ceño y cuando se da cuenta de que lo estoy mirando, traga saliva y actúa como si nada sucediera. —¿Estás coqueteando con la mesera? —le pregunto sorprendida —¿Delante de mí? —le digo con tono incrédulo y levanto una ceja. —No, no, no —responde nervioso —solamente soy amable con ella, pero no estoy coqueteando —me sonríe, pero yo volteo los ojos y fijo mi vista en el menú —. Pide lo que desees. «Pediré lo más costoso del menú… supongo que esa será mi venganza», me río internamente al imaginar la cara que pondrá Romina cuando le cuente, ya que ella siempre dice “Si no les duele lo que hacen, al menos que les duela el bolsillo”. Pedí un platillo del que no tenía la menor idea de lo que contenía y crucé los dedos esperando que me gustara y no me arrepintiera de mi patética venganza contra mi olvidadizo y coqueto novio. Cuando llegó la mesera con los platos, abrí los ojos sorprendida porque se veía más provocativo que en la foto y el olor era espectacular, lo que produjo que mi estómago hiciera un ruido que, si no fuera por la música y la habladuría de los comensales en las otras mesas, me habría hecho pasar vergüenzas. Volví a ver a la chica sonriéndole a Mason, pero esta vez él solamente me miraba a mí, así que ella se giró de mal genio y se fue caminando como si quisiera abrir huecos en el suelo por donde pasaba. Terminé de comer y aunque seguí con la duda de lo que había pedido, quedé satisfecha y feliz con mi pedido. Mason hizo una seña hacia la barra del restaurante y a los pocos minutos, trajeron una porción de torta con salsa de frutos rojos y masa de vainilla… en el plato decía “feliz cumpleaños #21” con salsa de chocolate, le sonreí y tragué saliva al pensar que me tuviera que comer yo sola esa porción, la cual precisamente es de los sabores que no me gustan. De hecho, la salsa de frutos rojos siempre me recuerda al jarabe para la tos que me daban cuando era pequeña y me daba gripe. —Gracias —digo al tiempo que cojo la cuchara para comer un poco, pero primero le ofrezco a Mason que lo pruebe. Él abre la boca súper emocionado y se relame los labios en donde la salsa roja le quedó untada. —¡Me encanta! —dice emocionado, cogiendo otro pedazo de la parte superior. Yo con mi cuchara cojo un pedazo de la masa blanca y lo unto con un poco de la salsa de chocolate de las letras. Me quedo pensando un momento en lo poco detallista que es Mason, respecto a lo que no me gusta comer, porque ya en varias ocasiones yo he dejado en claro que los frutos rojos no me gustas, pero está más que claro que él los pide más por su gusto, que por el mío. Al final es él quien termina comiéndose el postre. Salimos del restaurante y comienza a hablar emocionado de la fiesta de disfraces que habrá esta noche, dejo de prestarle atención porque me pongo a pensar cuál será mi disfraz para hoy y la verdad es que no se me ocurre nada más que vestirme de n***o y maquillarme de algo especial… supongo que al llegar a casa me pondré a buscar imágenes en internet, además que las de las ideas así es Romi, pero llegará tarde porque debe trabajar y no puedo esperarla sin ir adelantando algo. Tomamos un taxi hasta mi apartamento y lo primero que nos encontramos al llegar a mi piso, es a mi sexy vecino, sin camisa y despidiéndose de una mujer con un ardiente beso. Muerdo mi labio, conteniendo las ganas que el vecino despierta en mí y es que no es que me imagine teniendo sexo con él, sino que es un hombre tan ardiente que pone mi mente a funcionar a mil por hora, pensando en muchas cosas placenteras. Mason me quita las llaves de la mano y se apresura a abrir la puerta… parece que estuviera celoso o incómodo de que esté viendo a mi vecino. Una vez abre la puerta me empuja para que entre, cierra tras de mí y me acorrala contra esta. Mi corazón empieza a latir agitado, trago saliva y siento el aliento de Mason sobre mi rostro. —Interesante tu vecino —dice y su mirada es diferente. Parece un león cazando a su presa. —Sí… muy interesante —contesto sin dejarlo de mirar. Mason se lanza a besarme de una forma desesperada, como nunca lo había hecho. Me siento un poco extraña, pero me dejo llevar. Subo mis manos a su nuca, respondo su beso de la misma forma, nuestras lenguas se chocan intentando tener el control. Sus manos se cuelan por debajo de mi blusa, haciendo que mis vellos se ericen al contacto y suelto un gemido ahogado sobre sus labios. En este momento lo único en lo que pienso es en que quiero calmar el deseo y las ganas de tener sexo, por mi mente no pasa ningún tipo de sentimentalismos, solamente siento como mi cuerpo arde por dentro y tengo la necesidad de calmar ese ardor. Mis manos se mueven hacia el frente de su camisa y empiezo a desabotonarla con tanta ansiedad que mis dedos parece que se enredaran con total torpeza. Suelto una risa sobre sus labios a la que él responde de la misma forma. Su mano llega a uno de mis senos y aprieta con fuerza, así que suelto un suave quejido, pero sigo intentando lograr mi tarea de abrir su camisa. De repente escucho como alguien mete la llave en la cerradura para abrir y luego empuja intentando abrir, pero mi cuerpo no lo permite. —¡Elizabeth! ¿Qué pasa que la puerta no abre? —grita Romi, quejándose. Con Mason nos detenemos de lo que estamos haciendo y al corrernos para que ella entre, el enrojecimiento y el color de nuestras caras nos delatan por completo. Romi sonríe incómoda.
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