Capitulo 2

1112 Words
—¿Dónde carajos estabas, Annelise? –cuestiona la demandante voz de mi padre haciendo eco por todo el recibidor. —Bueno, aquí no. –bromeo y su ceño fruncido me indica que no está de humor...aunque nunca lo está. —No tengo tiempo de andar con tus juegos Annelise. ¿Dónde diablos estabas? —Salí, ¿de acuerdo? Creí que era obvio papá. —¿Saliste? ¿Cuántas veces tengo que decirte que una mujer como tú no debe estar exhibiéndose sola en la calle? ¡Tenemos una reputación que cuidar! Eres la hija del... —Hombre más rico e importante del mundo y no puedo cometer un error y manchar tu imagen. –lo interrumpo y termino por él–, ya lo sé, padre. —¿Y si ya lo sabes por qué te empeñas en arruinarme? —¡No hice nada malo! Jamás lo he hecho papá, siempre me he esforzado por cumplir tus malditas expectativas y parece que por más que me esfuerce nunca lo logro. »¿Qué es lo que quieres? ¿Qué solo sonría y asienta como tonta? Pues no papá, y si vienes a decirme que estoy perdiendo tiempo valioso para casarme con no sé que hombre que hayas elegido esta vez para mí, es mejor que te vayas. —¿Me estás echando de aquí? —No, eres bienvenido a mi casa, siempre y cuando no toques el tema del maldito matrimonio. —Eres una mal agradecida. ¡Hice tanto por ti y así me pagas! Parece increíble. —Debiste dejar que me fuera con mamá. –suelto de pronto y así como abrí la boca para hablar él me la cerró de golpe, literal. Mis ojos se abren con sorpresa porque es la primera vez que me golpea. Él parece notarlo también y trata de acercarse pero yo me alejo. —Hasta luego, padre. –murmuro caminando hasta las escaleras. Él no me detiene y realmente lo agradezco porque no tengo ganas de lidiar con él. Entro a mi habitación y me voy quitando la ropa hasta quedar en ropa interior. Una nueva y bonita ropa interior que el señor educado me compró porque la noche anterior rompió la mía con los dientes. ¡Con los malditos dientes! Apenas podía creerlo. Recuerdo la noche que pasamos y la culpa y la excitación se arremolinan en mi vientre. La manera en la que me tomó anoche, ningún hombre me había hecho sentir así, tampoco había oído a un hombre gemir tan delicioso. Eso, debo confesar, me puso más caliente de lo que imaginaba que podría. Era una clase de gemido con una mezcla de gruñido, como si fuese una bestia salvaje. Me dejo caer en la cama y llamo a Grette quien no tarda en responder. —Dímelo todo y no te reserves ningún detalle. –me pide apenas responde. —Fue la cosa más deliciosa del maldito mundo y el hombre más tierno a la vez. —Eres una maldita con suerte. Cuando vamos juntas no conseguimos ni las buenas noches y ahora que no pude acompañarte te sacas el premio mayor. —No cantes victoria que posiblemente haya sido debut y despedida. —¿Por? Estás loca si crees que vas a dejarlo abandonado solo porque le temes al compro... —Es casado, Grette. –la interrumpo y termina su frase en un susurro–, fue a celebrar su boda solo a ese bar, un matrimonio como el que mi padre quiere para mí, forzado. —Que infeliz debe de ser ese hombre. ¿Es guapo? —Mucho. Parece salido de esas películas que nos gustan ver pero con el tinte de tres equis. Ojos azules pero con tonos grises, cabello rubio oscuro al igual que su barba, nariz preciosa, labios proporcionados, y unas manos...¡dios! debería ser pecado tenerlas así. »Y su cuerpo, si me dice que no va al gimnasio te juro que no voy a creerle porque todo lo tiene firme, me levantó del suelo sin el más mínimo esfuerzo. Mira que delgada no soy y de papel no estoy hecha. ¿Y sabes que es lo peor? —¿Qué puede tener de peor ese hombre? —Lo peor es que es real y me encantó. Me siento mal por haberlo hecho con él pero a la vez no porque fue el mejor sexo de mi vida Grette. ¿Quieres saber que es más peor que peor? Qué no solo me hizo desear una noche con él sino una maldita vida entera. »Es una persona a la que podría acostumbrarme, todo pasa mejor a su lado y el tiempo parece eterno pero de manera positiva. ¿Crees en el amor a primera vista? —Yo sí, pero tú no y me estás asustando Annelise. —Hay algo en Alexander que me dejó intrigada y con ganas de saber más. De conocerlo más allá del sexo, quiero saber quién es en realidad. —Llámalo entonces. ¿Tienes su número? —No, apenas si compartimos nombre. —Y cama, sin vergüenza. ¿Cómo es posible que no le hayas pedido su teléfono? ¿Por qué carajos no te pidió el tuyo? —Si lo hizo pero le dije que no. —De verdad que eres tonta, Annelise. Dejaste ir al primer hombre que te hace sentir cosquillas en el cuerpo y en el corazón. —Porque es casado. –le recuerdo y resopla. —Voy a colgarte ahora porque estoy en shock. Duerme un poco que apuesto que no lo has hecho. ¿Por lo menos te bañaste? —Me bañé con él antes de salir del hotel. No te lo dije pero rompió mi ropa interior y me compró nueva. Y no cualquiera, Vitali's collection. —¡¿Qué?! Ese hombre sabe de ropa interior, ¿por qué lo dejaste ir? Ahora sí voy a colgarte, la vida te da un tiro de suerte y tú haces Home run, irresponsable. –murmura antes de colgar Yo no puedo evitar reír mientras observo las fotos de anoche. Hay una que llama mi atención y es en dónde estamos en la terraza, algo se asoma por debajo de su labio superior. Hago zoom en la fotografía y parece un diente. Pero no uno normal sino un...colmillo. Cuando hablamos no le noté eso porque sus dientes son perfectos y alineados. Pero ahora viendo esta foto, me pone a pensar en si realmente le puse atención. Sigo viendo las fotos y hay otra en dónde se le nota del otro lado una punta igual, no puedo estar imaginando esto, ¡Alexander tiene colmillos! Pero entonces eso quiere decir que...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD