capitulo 3

1064 Words
—No, no, no, no, eso sería imposible. Hace siglos que no se habla de eso, nadie ha vuelto a escuchar nada sobre hombres lobo o criaturas que chupan sangre. –le digo a la nada–, a menos de que esten super ocultos y por eso pasan desapercibidos. Corro hasta mi computadora y tecleo la cosa más absurda que he buscado en internet. "¿Como saber si es un hombre lobo?" Varios artículos saltan en la pantalla pero no son lo que busco. Todos tratan de si tu esposo tiene mucho pelo y lo deja regado en la ducha. Regreso al buscador y reformulo mi pregunta, ahora solo busco las características de un hombre lobo. Ahora las imágenes van desde las más fantasiosas hasta las mas realistas considero yo. Luego una lista de características aparecen a un lado. Super fuerza Sentidos desarrollados Colmillos afilados Piel muy caliente Cambian con la luna llena Gruñen cuando algo les molesta o les gusta, el gruñido será más aterrador si están molestos y más un ronroneo si están complacidos. Hasta ahora solo tengo 4 puntos clave con Alexander. Su piel era caliente pero creí que sería por el momento, luego está la facilidad con la que me levantó del piso y me cargó hasta el baño sin trabajo. Las fotos con los colmillos y ese gruñido. No fue de enojo como los cachorros cuando están molestos, fue algo más. Ahora que lo pienso no es tan loco, solo es una teoría porque anoche había luna llena y estuve en todo momento con un humano. Camino hasta la cama de nuevo y llamo a Grette. —¿Ahora qué? —¿Crees en los hombres lobo? –le pregunto y la línea se queda en silencio. —¿Por qué la pregunta? Te topaste con uno y jugarán a qué eres Caperucita roja? —No, la pregunta es en serio. ¿Crees en ellos? —Mi nonna me contaba historias de hombre lobo pero no eran como en los cuentos. Eran hombres que a simple vista parecían normales pero con habilidades ocultas. Nunca ví uno y mi Nonna dijo que tenía doce años cuando dejó de oír sobre ellos. —¿Tu nonna estará ocupada hoy? —¿Annelise que locura pasa por tu mente ahora? —Solo quiero saber más cosas acerca de eso. —Bien, voy a acompañarte. —No, solo dame su dirección y yo iré. Ya sé que no te gusta ir porque ella te pone a cocinar y no toleras el calor. —De acuerdo ve, pero me cuentas todo lo que ella te diga por favor y si te manda comida espérame y cenamos juntas. ¿De acuerdo? —De acuerdo. –concedo y cuelgo la llamada. Busco algo decente para ponerme porque la Nonna de Grette es muy conservadora. Me emociona saber más acerca de esas criaturas porque algo muy en el fondo me dice que Alexander lo es. **** —Los hombres lobo eran hombres guapos, fuertes y muy varoniles. Mi madre no me dejaba estar sola en ningún momento porque se rumoraba que te robaban el corazón para mantenerse jóvenes y fuertes. —¿Su madre vió alguno? –pregunto mientras amaso la base de la pizza. —Ella tenía una marca, uno de ellos logró herirla pero su padre le cortó el dedo con el que la tenía enganchada de la piel. Mi madre llevaba a todos lados esa garra para que si algún otro lobo se atrevía a atacarla supiera que tendrían el mismo final. —¿Nonna tú crees que pueden ser buenos? —No, un hombre lobo no es bueno. Son sanguinarios y matan jovencitas como tú y Grette. ¿Has visto alguno? Mi linda niña si es así deberías decírmelo y decirle a Grette. »Ya no deben salir a la calle solas, no es seguro, no quiero tener que arrancarle las garras a ninguno si se atreven a dañarlas. —Grette dijo que hace años no se veía uno o se oían mentar. —Cuando cumplí doce años, todo eso acabó. —¿Puedes decirme más sobre ellos? —Para tarea dudo mucho que sea. Hace años que se graduaron. ¿Por qué quieres saber? —Vi una película y me dió curiosidad, le conté a Grette y me dijo que tú sabías mucho de eso, Nonna. —Son el demonio, Annelise, pueden parecer humanos, hombres buenos. Pero al primer descuido te van a arrancar el corazón. No vayas sola con ningún hombre y menos te entregues a él. —No lo haré Nonna. ¿Puedo llevarme la pizza? —Claro que si, niña. Después de una larga conversación con Nonna, voy de camino a casa. Pensando y analizando cada cosa que ella pudo darme. Alexander parece un hombre en toda la extensión de la palabra, fue atento y agradable. Además amaneció a mi lado y en ningún momento trató de arrancarme el corazón. De haber querido lo habría hecho mientras dormía o mientras besaba mis senos por ejemplo. Ahí está mi corazón después de todo. Pero no fue así. El coche de atrás toca la bocina con insistencia y yo molesta porque interrumpe mi loca teoría, apago el coche y me bajo dispuesta a armar lío. —¿Tienes mucha prisa, idiota? ¿Crees que tocándole la bocina así a alguien vas a hacer que el semáforo cambie más rápido? –le grito a su ventana y cuando baja el vidrio me quedo perpleja. —No, pero puede que venga a hacerme un escándalo a mi ventana. –asegura y su sonrisa me derrite las piernas. —Alexander. —Hola mi pequeña Annelise. –me devuelve el saludo y yo ya estoy hecha pudin–, ¿a dónde vas con tanta maldad? —A casa, a comer pizza recién hecha en horno de piedra. –le presumo porque anoche dijo que le encantaba la pizza. —¿Tiene queso mozarella? —Y aceite de oliva, albahaca y una mezcla deliciosa de jamón serrano que mi Nonna prepara. —Que excitante suena. ¿Compartirás conmigo o tengo que quedarme con las ganas? —Sigueme y descúbrelo. –le digo y camino directo a mi auto. Dije que iba a alejarme de Alexander pero no puedo. Necesito averiguar si él realmente es lo que pienso que es o solo es mi imaginación.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD