El lunes por la mañana llega demasiado rápido para Valentina. Apenas ha dormido y la sensación de vacío no la deja en paz. No ha visto a Alejandro desde que volvieron de la visita a la mansión De la Vega y supone que él ha estado todo ese tiempo con Camila. Cada vez que lo piensa, el estómago se le revuelve. Suspira desganada, se coloca los anteojos frente al espejo y agarra su cartera con sus cosas. Si tan solo Alejandro supiera la verdad. Si pudiera mostrarle que Camila lo engaña con Rodrigo, quizá tendría una oportunidad de ganarse su afecto. Pero sabe que él nunca le creería. Tampoco tiene pruebas. Sale de casa con el corazón apretado y toma un taxi. La señora Victoria le indicó que debía llegar a la empresa antes de las ocho, y aún tiene tiempo de sobra. El trayecto se le hace cor