En la mañana, Helena se levanta decidida a mostrar su valía. Temprano abre el armario con calma. Entre las prendas que cuelgan, sus dedos se detienen en un atuendo azul que había comprado meses atrás, pero que nunca se atrevió a usar. Lo saca con determinación. Hoy es el día de estrenarlo.
La noche anterior habló mucho con Sofía, quien le dio consejos prácticos sobre colores de ropa, maquillajes y peinados que favorecen mejor sus rasgos. Antes, nada de eso le importaba demasiado, usaba lo que más cómodo la hacía sentir, pero después de escuchar a Isabella hablar de ella con tanta crueldad, comprendió que no podía darle más armas para humillarla. No se trataba de cambiar quién era, sino de realzar lo que tenía. Isabella debía verla, no como un blanco fácil como lo hizo Camila toda su vida,
