Danica se terminó su trago de un solo sorbo, pensando en que ella nunca imaginó que Harvey, su tan devoto esposo la traicionaría.
Definitivamente verlo en la cama con otra mujer fue como una puñalada en el corazón.
—Simplemente no lo puedo creer, te amaba tanto… No parecía el tipo de hombre que engañaría, tal vez todo fue un malentendido —sugirió Valerie.
Danica soltó una risa fría.
—Lo vi con mis propios ojos, ¿Cómo podría ser un malentendido?
La habitación quedó en silencio y al ver a Danica bebiendo como si no hubiera un mañana, Valerie le quitó el vaso de las manos.
—Aunque te haya engañado, no deberías castigarte de esta manera, emborracharte no solucionará nada. ¿Qué vas a hacer ahora?
—Me voy a divorciar, solo pensar en él con esa mujer me revuelve el estómago.
Al ver la determinación en los ojos rojos de Danica, el corazón de Valerie se encogió.
—No pienses en eso ahora, necesitas descansar, decide qué hacer cuando estés más tranquila, por ahora, te llevaré a casa.
Danica negó con la cabeza.
—No… No quiero volver.
Regresar a esa casa solo le traería a la mente las repulsivas imágenes de la traición de Harvey, es que solo cada recuerdo le provocaba náuseas.
Al ver su negativa, Valerie no insistió.
—Entonces te reservaré una habitación de hotel.
Después de hacer la reserva, Valerie la acompañó hasta la entrada del hotel.
—¿Estás segura de que no quieres que suba contigo?
Danica negó con la cabeza.
—No, ve a descansar, yo estaré bien.
Danica agitó la tarjeta de la habitación en el aire y entró al hotel.
Al verla caminar con firmeza, Valerie por fin suspiró aliviada y se marchó en cuanto Danica cruzó la entrada, lo que no sabía era que, cuando estaba ebria, Danica podía aparentar estar sobria, pero por dentro era un desastre, tal cual como en ese momento.
Danica entró en el ascensor, pasó la tarjeta por el lector y sintió cómo este comenzaba a ascender, poco después, las puertas se abrieron con un leve “ding”.
Cuando Danica salió a la alfombra del pasillo, sus piernas casi cedieron, sin embargo, ella se sostuvo contra la pared, masajeándose las sienes adoloridas mientras buscaba el número de su habitación.
El alcohol comenzaba a hacer estragos en su cuerpo y su visión se nublaba, con dificultad, ella encontró la habitación 8919 y pasó la tarjeta por la cerradura, al no escuchar el sonido de apertura, frunció el ceño y estuvo a punto de empujar la puerta cuando, de repente, esta se abrió sola.
Danica se quedó inmóvil y antes de poder reaccionar, una mano fuerte la jaló al interior de la oscura habitación, entonces la puerta se cerró de golpe, apagando la luz del pasillo.
Danica se encontró atrapada contra la puerta, con el aliento cálido de un hombre rozando su oído, provocándole un escalofrío, un aroma familiar a pino la envolvió, pero antes de que pudiera reconocerlo, sintió el calor de sus labios sobre los suyos.
—¡Mmph! —Danica se removió al darse cuenta de lo que estaba pasando.
Salvatore era fuerte, y con el alcohol entorpeciendo su cuerpo, sus manos apenas lograban empujarlo con debilidad, como si, en lugar de rechazarlo, lo invitaran a seguir.
Las manos de Salvatore recorrían su cuerpo, dejando un rastro de fuego a su paso, mientras su piel respondía involuntariamente a su toque.
Danica intentó apartarlo, pero él le sujetó las muñecas con facilidad y las inmovilizó por encima de su cabeza.
—Déjame… ¡Mmph! Déjame ir…
Salvatore dejó de besarla y soltó una risa baja.
—No hace falta que finjas que te resistes.
Sus dedos recorrieron su clavícula con un toque frío que la hizo estremecer, al mismo tiempo el calor de su cuerpo parecía derretirla, y sus piernas flaquearon.
En la oscuridad, los sentidos de Danica se agudizaron, ella sintió cómo Salvatore desabrochaba su ropa, entonces sintió que su boca estaba seca, pero, a pesar del deseo ardiente su última pizca de racionalidad le advirtió que esto estaba yendo demasiado lejos.
—¡Déjame ir! —reunió todas sus fuerzas para empujarlo, pero él simplemente la levantó en brazos y la lanzó sobre la cama.
El colchón era blando, así que no sintió dolor, pero el impacto hizo que su cabeza diera vueltas, ella intentó incorporarse, pero Salvatore la inmovilizó y en un abrir y cerrar de ojos, su ropa desapareció, y ambos quedaron casi desnudos.
Él se presionó contra su cuerpo, listo, con su presencia dominante que la hizo temblar. Danica apoyó las manos en su pecho, mordiéndose el labio para no perder la calma.
—Señor… creo que entré en la habitación equivocada, por favor, déjeme ir… —su voz temblaba de tensión.
—¡Shh! —Salvatore chasqueó la lengua con impaciencia y su tono frío—. ¿Todavía sigues con el juego?
Él estaba a punto de levantarse y echarla de la habitación cuando, de repente, la luz se encendió pues en medio de su forcejeo, Danica había golpeado el interruptor sin querer.
El destello repentino hizo que Salvatore entrecerrara los ojos, pero en cuanto vio con claridad el rostro de la mujer bajo él, se quedó helado.
Danica, al reconocerlo, sintió que la sangre abandonaba su rostro, el miedo la hizo recuperar la sobriedad de golpe, no podía creerlo…
¡El hombre que casi la violaba era Salvatore Ross, el tío de Harvey, su exesposo!
—Tío Salvatore…
Danica siempre había sentido desconfianza hacia Salvatore, él era el hijo menor de Richard Ross y Marie Thorne, mimado por ellos y conocido por su naturaleza fría e impredecible, incluso los extraños evitaban cruzarse en su camino, cuando ella se casó con Harvey, él le advirtió que se mantuviera alejada de Salvatore.
—¡Cállate! —el rostro de Salvatore se oscureció mientras su mirada helada contemplaba si debía silenciarla para siempre.
Entonces, sus ojos se deslizaron hasta su pecho desnudo, volviéndose aún más sombríos.
Él apartó la vista y se levantó de la cama.
—Vístete y lárgate.
Al moverse, Danica tuvo un atisbo de algo que no debería haber visto, y su rostro se encendió de vergüenza, al notar su expresión sonrojada, la cara de Salvatore se endureció aún más.
—¿Todavía no te vas?
A Danica ya no le importaba su vergüenza, ella solo se vistió a toda prisa y salió sin mirar atrás.
Una vez afuera, revisó el número de la habitación y se dio cuenta de su error… No era la 8919, sino la 8916.
Había entrado a la habitación equivocada… y casi había dormido con el tío de su esposo.
El pensamiento le hizo doler aún más la cabeza, definitivamente ella debió haber dejado que Valerie la acompañara, lamentablemente, ya era demasiado tarde para arrepentimientos.
Después de que Danica se marchara, Salvatore marcó un número con el ceño fruncido.
—Borra todas las grabaciones de seguridad del Empire Hotel de esta noche.
Al colgar, miró la cama desordenada y las sábanas revueltas, mientras encendió un cigarrillo, sintiendo cómo su irritación aumentaba.
Casi había dormido con la esposa de su sobrino… ¡Qué desastre habría sido eso!