—¡Papi! —Oliver sale corriendo cuando ve a Adrián entrar por la puerta de enfrente. Había estado estos días sentado en su pequeño sillón de la sala, esperando por él hasta que por fin llegó. Adrián se agacha y lo espera con los brazos abiertos para recibirlo. La felicidad en su rostro es evidente a cada paso que su hijo da hacia él. Lo extrañaba demasiado que le costó conciliar el sueño sin acostarlo como lo hacía todos los días. Las risas y el escándalo que hace Oliver alerta a Amalia y Olivia, quienes se encuentran tomando un café en la isla de la cocina. —Mi pequeño hijo —dice Adrián en cuanto el niño llega hasta él. Lo toma en brazos y lo abraza tan fuerte como queriendo fundirse con él, mientras va dejando muchos besos cortos en sus mejillas rosadas. —Papi te extrañó mucho, much