꧁Capítulo Uno; Christian. ꧂
Saber que la mujer más importante de tu vida está a punto de casarse con alguien que no eres tú, duele.
Mi hermosa Evangeline se casa hoy con un hombre que la ama pero al que ella no corresponde. Todo por no dejar el orgullo a un lado perderé lo mejor que pude tener en la vida.
Juego con el sobre turquesa que Dominic me envió junto con una nota. Repito en mi mente su contenido una y otra vez sin poder o querer evitarlo.
Espero que puedas acompañarme en este día tan especial Ross, después de todo somos amigos, ¿no crees? Sería totalmente inmaduro de tu parte no asistir siendo mi socio, te espero. Blake.
Me debato entre ir o no, ¿qué caso tendría? ¿Torturarme más?
Tiro la invitación a la basura, centro mi atención en otros pendientes pero simplemente no tengo cabeza para eso. Froto mis sienes en un gesto de estrés. ¿A ella le gustaría verme ahí?
Antes de autoresponder a mi pregunta mi celular suena, no tengo registro del número así que lo dejo pasar, la pantalla del móvil se apaga y no dejo de mirarlo. ¿Y si es Eva?
La pantalla se enciende con una nueva llamada y entonces la necesidad de que sea ella me llena y tomo la llamada.
—Christian Ross. –trato de no sonar ansioso.
—Eres un hombre difícil, Ross.
Dominic...
—Estoy ocupado Blake, se breve por favor.
—Supongo que esta vez tendrás que dejar lo que sea qué estés haciendo, esto es más importante.
¿Importante? hijo de... Maldito, se casa con mi Eva.
—No veo que puede ser más importante si se trata de ti. –respondo severo.
—Se trata de Eva.
Mi corazón late frenético, la idea de que algo le haya pasado, algo malo, me afecta.
—¿Qué le sucede? ¿Ella está bien?
Dominic suspira antes de hablar.
—Ella no es feliz Christian. No conmigo, puede intentar fingir que todo está bien pero no es así. Necesito que vengas, que estés con ella.
Mi furia aumenta.
—¿Acaso eres idiota? ¿Me pides que vaya a ver como te casas con mi mujer? –vocifero pero sus palabras siguientes me dejan sin habla.
—Quiero que te cases con ella.
Sus palabras hacen eco en mi mente, ¿qué me case con Eva? ¿él está renunciando ella?
—Espero que no pienses que estoy jugando, Evangeline es muy importante para mi y su hija también. La amo Christian, y es por eso que quiero verla feliz. Aunque no sea a mi lado. Así que por favor de hombre a hombre te pido que vengas preparado para la ocasión, ella no sabe nada solo espera el momento. Ya tienes la dirección, y te advierto solo una cosa. Si no llegas entonces entenderé que realmente renuncias a ellas. Pero si llegas entonces me haré a un lado para que sean felices.
Sin darme tiempo de responder, Dominic cuelga la llamada. No necesito pensar tanto la situación, claro que quiero casarme con ella, pero ¿y si ella no quiere casarse conmigo? Lo pienso solo un segundo, al diablo, ya no puedo perder más de lo que ya perdí.
Subo las escaleras y en cuanto entro a mi habitación me doy un baño, tomo uno de mis trajes negros, no es un traje de boda pero bastará.
El tiempo se me hace eterno, hago todo de manera rápida y aún así lo siento eterno. Bajo hasta mi coche, me sudan las manos, estoy muy nervioso pero entusiasmado. Si esto resulta y ella me acepta, seré el hombre más feliz de este mundo.
Conduzco hasta el lugar, siento latir frenético a mi corazón, tengo miedo, me estaciono a unos metros de la entrada, camino hasta ella sin dejarme ver aún. El último mensaje de Dominic fue muy claro, debo hacerlo a su manera.
Trato de ocultarme de las miradas curiosas, retrocedo un poco y choco con alguien, me disculpo rápidamente y me doy cuenta de que en realidad es Helena, la madre de Eva, quien al igual que yo trata de no ser vista. Abre tanto los ojos cuando se percata de que soy yo, no me dice nada y empieza a caminar y luego se detiene.
—No arruines esto, Christian. Mi hija merece ser feliz.
—No pretendo arruinar nada, Dominic fue quien me llamó, en todo caso tú no deberías estar aquí. Engañaste a Eva, ocultaste una verdad importante y pudiste haberle dado una vida amorosa comportandote como lo que eres, su madre. Pero no, preferiste callar y dejar que ella se sintiera sola aun teniéndo una familia.
Helena presiona sus labios en una fina línea, niega con la cabeza y fija sus ojos hechos agua en mi.
—Ojalá encuentre la felicidad, contigo o con él. –dice antes de dar media vuelta y caminar lejos de la entrada. Me acerco más a la puerta y logro escuchar al sacerdote hablar, y entonces ella responde.
—S-si, acepto. –siento mi corazón hundirse, acaso él jugó conmigo. Me acerco a la puerta y puedo ver como Dom mira hacia acá y asiente hacia mi cuando me ve. Me mantengo en la puerta, todos están tan metidos en la ceremonia que nadie se da cuenta de mi presencia.
—Dominic Blake, ¿aceptas por esposa a Evangeline Lowell? –cuestiona el sacerdote.
Dominic la mira, ella le devuelve la mirada.
—Dominic Blake, ¿aceptas por esposa a Evangeline Lowell? –repite cansado el hombre frente a ellos.
Dominic me mira, mira a al sacerdote y luego la ve a ella.
—¿Dominic? –insiste el hombre.
—Yo...
—¿Dom, qué pasa? –pregunta ella con desconcierto.
—Yo... Eva si quiero pero...
—¿Pero?
—Dominic Blake, es la última vez que te lo pregunto, ¿aceptas por esposa a Evangeline Lowell?
—No. –dice y puedo sentir el dolor que le causa decirlo.
La gente se sorprende y con obvia razón. Yo solo puedo mirarlo confundido, él realmente está renunciando a ella.
Veo que Eva le habla pero no sé qué le ha dicho. El sacerdote totalmente sorprendido le cuestiona si ha escuchado la pregunta.
—Sí, usted ha preguntado si yo acepto a Evangeline como mi esposa y yo le he dicho que no.
—¿Pero que clase de burla es esta? El matrimonio es sagrado, no es un juego. –señala colérico.
—No es ninguna burla, yo deseo casarme con esta mujer, pero no lo haré. Su corazón le pertenece a alguien más, y ese alguien es él. –señala hacia mi, todos miran, ella lo hace, incluso en mi sorpresa caigo en la estupidez de mirar detrás de mi, como si se tratara de alguien más al que señalan.
—Él, ese hombre, merece estar con esta maravillosa mujer. Ellos se aman, tienen una hermosa hija y deben ser felices juntos. Yo no soy nadie, no tengo derecho de robarles esa felicidad, no después de que ella estuvo a punto de sacrificarse por tratar de amarme. Aunque ambos sabíamos que eso jamás sería posible.
—¡Dominic basta! –le pide ella.
—Lo siento Eva, no puedo hacerlo, no puedo estar esperanzado a que un día puedas amarme, no sucederá.
Dominic me hace una seña, aún no puedo salir de shock que esto me causa, dudo por un momento pero me armo de valor y camino hasta el altar, la gente me observa, soy consiente de ello. Llego hasta donde esta él y mi hermosa Evangeline me mira.
—Hazla feliz, Ross.
—Por supuesto, Blake.
—Evangeline, gracias por todo y padre celebre la unión de esta pareja que se ama como ninguna otra.
Dominic besa la frente de Eva en un gesto de despedida, ella aún no puede comprender lo que pasa, puedo sentirlo. Quiero poder leer su mente, saber que piensa, saber si ella desea esto tanto como yo.
Observo su mano y puedo notar que lleva puesto el anillo que mandé a diseñar para ella.
—Lo usaste.
—¿Qué? –cuestiona mirándome.
—El anillo, lo compré pensando en ti, en este momento. Incluso lo grabé con la esperanza de que lo tuvieras algún día.
—¿Tú enviaste el paquete?
—Sí, pero creí que usarías nada de eso.
—Christian yo...
—Eva, –la interrumpo–, ¿Quieres casarte conmigo? –cuestiono con temor a su respuesta.
—Sí, ¿y tú?
—Con todas las fuerzas de mi corazón.
Veo como sus ojos se llenan de lágrimas, miro hacia Simón y él me da un asentimiento en aprobación.
—Padre, caseme con esta mujer que es mi vida.
—El sacerdote refunfuña pero se pone en lo suyo, tomo la mano de la mujer que está a punto de ser mi esposa. Ella sonríe feliz.
Mientras la ceremonia se lleva a cabo un susurro se cuela en mi mente. «Confieso que deseaba que aparecieras» sé que no habló pero nuestra conexión mental ha vuelto, eso me hace muy feliz. «Tenía miedo de que me rechazaras»
Ella me mira con genuina sorpresa, nunca habíamos hecho esto.
—Te amo. –susurro.
—Te amo. –susurra de vuelta.
El sacerdote nos hace la pregunta tan esperada, ambos decimos “sí” con anhelo, sellando una promesa de amor eterno.
—Puede besar a la novia.
No dudo ni un segundo en tomarla en mis brazos y besarla, mucho tiempo anhele volver a besar sus labios, sentir su calidez, su piel. Ahora ella es mía, mía para siempre.
La ceremonia acaba, salimos de la iglesia y todos los presentes nos aplauden y felicitan, tengo entendido que la mayoría son amigos de Simón, pues Dominic no tenia familia.
—Felicidades hija. –abraza Mag a mi ahora esposa–. Christian, no seré yo quien juzgue sus decisiones, mientras la hagas feliz yo estoy feliz.
—Gracias señora Reyes.
Ella le da una mirada maternal a Eva quien le devuelve el gesto. Simón se acerca a nosotros con mi pequeña Victoria en brazos.
—Me sorprendes Ross. –señala mientras Eva toma a nuestra hija–. Jamás creí que tú llegaras a venir.
—Blake me lo pidió, no sabía si era verdad lo que él decía, pero ahora no tengo duda alguna.
—¿De qué es capaz un hombre por amor? Ahora me doy cuenta que ese hombre merece la vida misma llena de felicidad.
—Un hombre es capaz de cualquier cosa cuando ama de verdad.
—¿Qué estás dispuesto a hacer por ella? –cuestiona cómo lo haría un padre celoso, la cosa aquí es que él no lo es.
—Por el amor de Evangeline estoy dispuesto a dar mi vida, si hace años por ella di mi alma sin siquiera conocerla, imagina de lo que soy capaz ahora.
Simón asiente y aunque sé que su visión era otra, aquí lo que vale es lo que Eva decida.
—Hija, ¿tú estás feliz con esto?
—Completamente, Christian es y será siempre el amor de mi vida, el padre de Victoria, el primero en casi todo. Estoy feliz de haberlo elegido a él.
—Estoy feliz por ti mi niña. Hay cosas de las que debemos hablar, pero no hoy. Vamos a disfrutar de la ocasión, ¿si?
Eva asiente y toma mi mano, Simón se va y puedo tener por fin un momento con mis mujeres. Eva me da a nuestra hija, es preciosa, tan perfecta, como ella.
—Estoy muy feliz de tenerte señora Ross.
Ella me mira con esos ojos preciosos.
—Yo también estoy feliz de tenerte, Christian.