— ¿Diga? — El teléfono de los Bianchi sonó, y Katlyn lo levantó al tercer tono
— Habla el oficial Telmo Gómez. — La chica respingó. — ¿Estoy hablando a casa de la familia Bianchi?
— O…— balbuceó. — Oficial. Soy yo, Katlyn.
— Katlyn Achebe. — Del otro lado de la línea el hombre sonrió al reconocer la voz de la chica. — ¿Cómo has estado?
— Bien. Ha pasado un tiempo, ¿cómo está usted?
— Sí, un tiempo…— Pensó al notar que la justicia puede ser rápida, pero la burocracia y los papeleos no. — Yo estoy bien, trabajando. Ya sabes, atrapando a los malos. — Los dos rieron, pero el oficial en realidad buscaba preparar a la chica. — Katlyn, ¿no te han llamado en casa?
— Mmm…— Se lo pensó. Habían conseguido un teléfono para la casa, pero apenas y recibían llamadas. — No, creo que no. Bueno, he es
