Corazón perdido Parte1

2076 Words
Todo el palacio se preparaba para la gran celebración, el príncipe Vladimir cumplía dieciocho años y para festejarlo, el rey Roger organizó una fiesta con el objetivo principal, de encontrar una esposa para el príncipe. La encargada de los arreglos era la condesa Cecilia, una mujer viuda que tomó el lugar como encargada de eventos después de que la reina Amatista enfermará y todos decían, en voz baja, que su gusto y atención a los detalles, eran mejores que los de la reina. Aunque, nadie lo diría en voz alta, era algo que se veía a simple vista. Casandra terminó de preparar una infusión, la colocó sobre una bandeja y salió de su taller para llevarla a la habitación de la reina, en su camino, los pasillos se volvieron silenciosos, los adornos desaparecieron y lo único que se veía al frente, era la guardia del palacio. La enfermedad de la reina, era la locura. – Alto – le dijo uno de los guardias, revisó la bandeja y tras comprobar su identidad, la dejó pasar. Casandra se sintió molesta por la forma en que la trataban y apretó los dientes. Unos años atrás, todo era diferente, la reina Amatista desbordaba alegría, el rey era un hombre respetable y todos coincidían en que el príncipe Vladimir era como un tornado, pero todo cambió con la visita el marqués Mares. Esa noche, la reina perdió la razón, tenía alucinaciones, veía a los herederos del rey que ella mandó a asesinar, volver de sus tumbas para matarla y por las noches soñaba con espíritus corruptos que intentaban llevarse a su hijo, nadie pudo sanarla, fue encerrada en una torre apartada del palacio y nadie volvió a verla, el rey enfadó, porque todas sus amantes fueron asesinadas o expulsadas del palacio por la misma reina y se dio a la tarea de buscar una nueva “acompañante”, ¡su favorita era la condesa Cecilia!, en cuanto al príncipe Vladimir, se le veía menos animado y pasaba sus días enfocado en los estudios y sus noches entrenando. Realmente, todo cambió esa noche. – Alteza, buenos días – saludó Casandra. La reina Amatista se estaba peinando – puedes pasar. Casandra caminó hacia la mesa para colocar la bandeja y le entregó a la reina la botella – es su medicamento, alteza, debe beberlo. Amatista frunció el ceño – no me gusta el sabor. – Hoy probé con un nuevo ingrediente, espero que le guste. La reina tomó la botella, la empujó en sus labios y escupió la mitad – lo odio. – Lo lamento, alteza – se disculpó Casandra, pero nada más podía hacerse, sí no le daba anestésicos fuertes, la reina no podría dormir por el dolor. Amatista suspiró – no importa, dile a Esmeralda que venga. El corazón de Casandra dolió – lo siento alteza, ella no puede venir. – ¿Por qué no? – Porque ella no está en el castillo. – ¡Oh!, cierto, olvídalo – dijo la reina y siguió peinándose. Casandra dejó la habitación, la enfermedad de la reina no daba señales de mejoras y de seguir así, ella pasaría el resto de su vida de esa forma, sin aceptar, que su hija, la pequeña princesa Esmeralda, nació muerta. Al caer la tarde Vladimir terminó sus clases y fue al campo de entrenamiento, en esos días, se quedaba hasta muy tarde y sus compañeros de duelo estaban cansados. Frederick bajó la rodilla – alteza, quisiera descansar un poco. – ¡Eso es todo lo que tienes! – escupió Vladimir – sí alguien trata de lastimarme, seré yo quien tenga que protegerte. Frederick bajó la cabeza – soy un incompetente, me disculpo, alteza. – Alteza – lo llamó sir César, el caballero a cargo de la guardia principal del príncipe – seré su contrincante. Vladimir se limpió la tierra del rostro y sacudió su espada, antes de adoptar la postura de saludo, como una forma de respeto a su oponente. Frederick regresó a las gradas y se sentó junto a Beatriz – hoy está más loco que de costumbre, debe ser porque pronto se casará. Beatriz suspiró. Media hora después fue su turno, tomó la espada de madera que se usaba para los entrenamientos, se paró frente al príncipe Vladimir que ya estaba notablemente cansado y permaneció en esa posición. – ¿Qué pasa contigo?, ¿no vas a atacarme? – Alteza, en pocos días será la fiesta, me preguntaba, sí este excesivo entrenamiento es porque se siente nervioso. Vladimir se sorprendió y al instante, se burló – no, mi agenda personal no tiene relación con mi entrenamiento, sobre esa fiesta, es una mera formalidad, mi padre ya eligió a mi futura esposa. – Y, ¿no le importa quién sea? – ¿Por qué habría de importarme? Beatriz sonrió – es cierto, me disculpo por distraerlo – atacó sin previo aviso y Vladimir tuvo que reaccionar rápidamente para detener su espada. – Maldita tramposa – le sonrió. – El enemigo no lo saludará antes de intentar matarlo – dijo Beatriz, encogiéndose de hombros. Su enfrentamiento duró poco, diez minutos de esa conversación inició una fuerte tormenta, los relámpagos eran tan brillantes que iluminaban la noche y la convertían en día, el viento soplaba con fuerza, todas las ventanas del cuarto de entrenamiento se agitaron y varios barriles que estaban afuera salieron volando hacia las gradas. – Cierren las puertas, de prisa, alteza, tiene que volver al palacio. Frederick corrió hacia ellos – comenzó muy rápido, el rey espíritu del cielo debe estar enojado. – Mal día para ser un espíritu errante – dijo otro caballero. – ¡Vámonos! En efecto, el rey espíritu del cielo estaba furioso, una de sus esferas de cristal, la cual contenía un pequeño número de rayos, desapareció de su habitación, la esfera como tal, no era un tesoro invaluable, de hecho, el rey espíritu del cielo tenía al menos un millar de esferas y esa podía simplemente, haberse caído de la mesa. Pero no fue el posible acto de un ladrón lo que lo hizo enfurecer, sino, que, por centésima vez, fue rechazado. Los espíritus que pertenecían al palacio del cielo salieron volando en todas direcciones, buscando dónde protegerse de los relámpagos y con la esperanza de escapar de la furia del espíritu rey. En un grupo de nubes, muchos de los espíritus hallaron refugio, aunque era un lugar temporal, se sentían aliviados de estar juntos. – ¿Qué hacemos ahora? – No tenemos a dónde ir, confiesen, ¿quién de ustedes tomó la esfera? – ¿Crees que le importa una maldita esfera?, todo esto es porque esa araña lo rechazó otra vez. – Esto no es nuestra culpa, ¿por qué debemos huir? – Cállense, sí se aferran a emociones humanas se convertirán en espíritus corruptos. El espíritu que había maldecido se cubrió la boca – eso es mentira, no es así como te conviertes, la maestra me lo dijo, deja de mentir o serás tú el que se convierta. El otro espíritu cubrió su cuerpo de relámpagos. – Silencio – anunció una voz. La mujer de largo cabello plateado fue reconocida por todos como un espíritu guardián y en su presencia, bajaron la cabeza. – No es momento para buscar culpables, el espíritu rey del cielo no se calmará pronto, deben ir a un refugio hasta que sea seguro volver, espíritus de niebla, vayan a los pantanos, espíritus de lluvia, a los desiertos, espíritus de trueno, a las montañas, espíritus nube, vayan a los valles, y los espíritus errantes, ustedes irán a los bosques, ocúltense, y no invadan territorios, ubiquen al espíritu guardián del lugar donde desean quedarse y pidan su permiso. Uno de los espíritus trueno levantó la vista – sería mejor ir a un lugar que no tenga espíritu guardián. – No – respondió el espíritu guardián y los miró con los ojos enfurecidos – lo espíritus guardianes los protegerán, lo más importante ahora no es buscar un lugar para esperar que pase la tempestad, sino protegerse de los espíritus corruptos, ¡me han escuchado! Todos asintieron, pero uno de ellos seguía renuente, era el mismo espíritu que maldijo al espíritu rey por dejarlos – pertenecemos al palacio del cielo, somos espíritus errantes, pero tenemos el poder para detener a un espíritu corrupto, podremos… – Dime – le habló el espíritu guardián – ¿conoces la diferencia entre un espíritu puro y un espíritu corrupto?, ¿puedes mirar a ambos a los ojos, y decirme cuál de ellos ha sido corrompido?, sí han vivido bajo la protección del espíritu rey, no saben lo que pasa aquí abajo, ni siquiera saben cómo es que un espíritu puro puede convertirse en corrupto, no son las mentiras, tampoco las emociones, la corrupción es un acto que está más allá de la imaginación de todos ustedes, no lo entenderían aunque se los dijera, así que no actúen con arrogancia, busquen la protección de los espíritus guardianes, no intenten actuar por su cuenta. El espíritu de trueno apretó los dientes. – Váyanse. Los espíritus errantes volaron en diferentes direcciones, siguiendo instrucciones, algunos llegaron a los valles, otros buscaron pantanos, otros más siguieron hacia las montañas o continuaron volando en busca de los desiertos. Entre todos ellos, un espíritu pequeño, con la apariencia de una niña de doce años, cabello verde trenzado en la parte de atrás y pequeñas alas en su espalda, ella volaba si mirar al frente, más al pendiente de su abultado estómago, respiraba con dificultad y brincaba cada vez que escuchaba los truenos. En un fuerte estallido, soltó un grito, miró alrededor y siguió volando, el valle estaba cerca, pronto llegaría a su destino. De pronto, un espíritu de trueno le cortó el paso y la pequeña salió volando, se golpeó la espalda contra la corteza de un árbol y cayó hasta el suelo, aún sostenía entre sus manos su abultado y redondo estómago. – ¡Qué tenemos aquí! – dijo es espíritu trueno – un espíritu del bosque, tienes una sola trenza, así que debes ser un espíritu errante, quizá, una libélula, oye, ¿estás embarazada? – dijo al agacharse y mirarla. La libélula se aferró a su estómago y cerró los ojos con fuerza. – Lo imaginé – dijo el trueno y pateó a la pequeña libélula, al instante, la esfera de cristal rodó por el suelo hacia los pies del espíritu trueno. La libélula se levantó – no, por favor. El espíritu de trueno puso el pie sobre la esfera y presionó – pensar, que todos perdimos nuestro hogar por una pequeña ladrona. Ella lloró – te lo suplico, devuélvemelo, la matará sí no lo llevo. – ¿De qué hablas? – Un espíritu corrupto atrapó a mi hermana, se la comerá sí no logro liberarla, por favor, deja que me vaya, el espíritu rey tiene miles de esferas, por favor – lloró. El trueno recogió la esfera – así que, te topaste con un verdadero espíritu corrupto, ¡llévame con él!, juntos, salvaremos a tu hermana. La pequeña libélula dudó, pero, no tenía otra alternativa, se levantó y voló de prisa, dándole al espíritu del trueno la dirección en la que se encontraba su hermana. A medida que avanzaban, el cielo se veía más oscuro y entre las ramas de los árboles había gruesas telarañas, el espíritu de trueno siguió los pasos de la libélula que parecía conocer la ruta entre ese laberinto. Al llegar, el espíritu del trueno vio a una libélula muy parecida al espíritu que lo llevó ahí, la diferencia, es que le hacía falta una pierna y colgaba de las telarañas. – Hermana – lloró el espíritu libélula y cayó al suelo. El espíritu del trueno miró a todos lados, al parecer, el espíritu corrupto no estaba ahí, hizo malabares con la esfera de cristal, extrajo su poder y se preparó para atacar las telarañas, estaba tan concentrado, que no vio la planta que se sacudió detrás suyo, separó sus grandes fauces y proyecto una oscura sombra sobre su cuerpo. El espíritu del trueno giró la mirada e intentó detenerla, pero no pudo hacerlo, la planta lo aplastó entre sus fauces y lo tragó, transmitiendo la energía al pequeño espíritu errante con alas de libélula, de pronto, su piel cambió y adoptó la apariencia del espíritu del trueno – eso fue divertido, ¿no lo crees? – le sonrió a la pequeña libélula, su cebo, atrapado en una telaraña.
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