Capítulo 4

1668 Words
Lili Bennet Salí del despacho de mi madre y subí al segundo piso en busca de la habitación de mi hijo, no me costó encontrarla puesto que la puerta azul decorada con un arrecife y peces lo delataban. Mi pequeño amaba todo lo referente al océano, suponía que sería duro para él acostumbrarse a ver la playa todos los días y salir a pasear en yate todos los fines de semana. —Cariño —lo llamé recostándome en el umbral de la puerta, una chica cuidaba de él, hablaría con ella más tarde y me aseguraría de que firmase un acuerdo de confidencialidad. —Mami —soltó los juguetes poniéndose de pie para venir a abrazar mis piernas —mira que bonita mi nueva habitación. Todo estaba decorado como si fuese un lugar en medio del océano, madre se había lucido con todo como siempre. —¿Te gusta? —¡Me encanta! —dio un pequeño saltito y pestañeó repetidas veces recordando un gesto particular de su progenitor —¿jugamos? Me puse de cuclillas tomando su rostro entre mis manos y plantando un beso en su frente. —Ahora no, cielo. Tengo que trabajar en algo, pero en la noche veremos una película juntos y puedes dormir en mi cama si lo deseas. —¡Si! —se abrazó a mi cuello y plantó un nexo en mi mejilla llenándome de vida, dándome las fuerzas que necesitaba para enfrentarme de una vez a lo que le huí todos estos años. —Te veo luego, mi cielo. Todo mejoraría para bien, debía asegurarme que el futuro de mi hijo fuera bueno y tal como lo hizo mi padre, heredarle un imperio para que no necesitara a nadie más que a él mismo. Abajo me estaba esperando la estilista que madre había mencionado, traía su equipo que me asesoraría con la nueva imagen que quería mostrar, volvería a usar los trajes que hacía mucho los había dejado atrás. —Es un gusto conocerla, señora Bennet —me saludó formalmente —su madre me ha dando estrictas indicaciones de cambiar su estilo totalmente —me reparó por completo, mi estilo era playero y casual, nada que transmitiera formalidad y seriedad —lo mejor será comenzar por su cabello. Tome asiento, por favor. »¿Alguna preferencia con el color de tinte que desea aplicar? —asentí teniendo en claro el color que me representaría. —n***o. Asintió pidiendo lo que necesitaría para el cambio de color, revisó que estuviera en condiciones para todo, cuidaba muy bien de él, permanecía largo y ondulado. —Lo cortaré un poco pero quedará en el mismo largor de siempre, será en capas. Me dejé hacer todo despidiéndome del cabello castaño y dándole la bienvenida al n***o que hacía resaltar mi piel y mis ojos. Una vez estuvo listo lo alisaron, al ver el resultado me sentí más hermosa y definitivamente ese era mi color. —Hemos escogido este conjunto para mañana, es justo lo que queremos para ti, algo simple que cause impacto y este traje rojo de corte recto se te verá perfecto. Se trataba de un pantalón recto y ancho, un blazer del mismo color con pequeños detalles de trasparecía en la cintura, dejaba de este no se llevaba nada dándole un toque sensual a la formalidad. —Los accesorios… —No llevaré —la corté —sólo este anillo. Le mostré el que mi padre me había regalado en el último cumpleaños qué pasó conmigo, se trataba de una bella joya con un diamante n***o en el centro. —Está bien. Menos es más. Dio más consejos y cuando terminó su trabajo se marchó diciendo que mañana enviaría a una de sus chicas para que se encargara de mi maquillaje. La encargada de relaciones públicas también llegó afirmando que todo estaba listo para mi llegada, la prensa ansiaba anunciar la caída de una de las empresas más grandes del mundo. —¿Te sientes lista? —preguntó mi madre invitándome a dar un paseo a su lado. —Si, lo estoy. —Probablemente tendrás que encontrarlo en los próximos días, debes ser cauteloso con respecto a Liam, sabes que si él se llega a enterar que lo ocultaste te lo quitará. Ahora mismo ellos tienen la ventaja, nos hace falta mucho para igualarlos siquiera. Los Decksheimer han crecido más de lo que eran antes, sino conociera tan bien a mi hija diría que son inalcanzables pero estoy segura que tú lo lograrás. —Crecieron gracias a lo que me robaron, les quitaré todo, madre. —Así se habla, cariño. Tus ancestros estarían felices de escucharte querer acabar con los Decksheimer de una vez por todas. La enemistad entre ambas familias venía desde hace muchos años, tantos que ni siquiera sabía el por qué de tan grandes conflictos hasta el punto de no soportar la existencia mutua. —Sabes que siempre habrá uno. Liam es un Decksheimer en todo su esplendor, la sangre de ellos corre por sus venas y es innegable su parentesco. —Liam nunca sabrá la verdad sobre su padre, tú te encargarás de eso —sentenció mostrándome las frivolidad de sus ojos cada que mencionaba a esa familia —él es un Bennet y no vuelvas a repetir que es un Decksheimer. Si tan sólo nos hubieses escuchado nada de esto hubiese pasado. Alcé mis cejas y sonreí con ironía, se había tardado en echarlo en cara, madre solía ser muy dura y jamás se callaba las verdades sin importar cuanto daño ocasionaba el que no tuviera delicadeza al soltar las cosas. —Gracias a eso tengo a mi hijo. Sabes que a él lo odio pero eso no quita que me dio el mejor regalo que alguien me pudo dar. Me di la vuelta para regresar al interior de la casa y terminar de preparar mi discurso. A la hora de la cena madre salió y comí a solas con mi hijo, pasando tiempo de calidad como cuando vivíamos solos. Antes de llevarlo a la cama lo bañé y le coloqué su pijama de tiburón, coloqué una película infantil manteniéndolo entre mis brazos, riendo y contestando sus preguntas hasta que se quedó dormido. Era tan precioso, su rostro angelical, inocente a todo lo que le rodeaba su vida. Quería encerrarlo en una bola de cristal para que nada ni nadie le hiciera daño, no siquiera yo. Lo alejé de su padre, le mentía con respecto a él y eso era igual de dolorido que arrancarse de apoco el corazón. Una lágrima solidaria se deslizó por mi mejilla, él no nos merecía, él solamente nos hizo daño y puso a su familia antes que a mi. Mi corazón ardía en llamas cada que recordaba su traición, cuando lo vi con esa mujer, con la misma que ahora se va a casar. Era un odio infinito que le tenía, mi sangre se calentaba al pensar que él continuó con su vida después de que me marché, fue feliz mientras yo sufría, mientras yo deseaba arrancarme el corazón para no sentir esa asfixia que conlleva tener que sacar a quien amas de tu vida, concientizarte que no regresará más y debes olvidarlo por completo. Mi proceso fue largo y doloroso. No lo perdonaría nunca. …. A la mañana siguiente me desperté a primera hora para prepararme para enfrentar al mundo de nuevo, en unas horas más estaría enviando un mensaje a todos aquellos que creyeron que podrían derribarme y que se desharían de mí tan fácil. Había que hacer mas que eso para derrumbarme. Maquillaron mi rostro y me enfundé en aquel traje rojo, peinaron mi cabello dejándolo suelto para lucir su largor, unos tacones de ocho centímetros de altura me hicieron verme más elegante e intimidante. —Perfecta —dijo madre. —Es hora —llegó la chica de relaciones públicas —todo está listo, la prensa aguarda a las afueras de la empresa como se preparó. Me alejé para despedirme de mi pequeño que me esperaba sentado en el primer escalón de la escalera con su peluche de tortuga en su brazo viéndose como lo más tierno que podría existir en el mundo. —Mami te ves hermosa —sus ojos brillaron con la admiración en ellos —¿a dónde iras? Llévame contigo. —Gracias, mi cielo. Lamentablemente no puedes acompañarme, voy a trabajar y te aburrirás mucho. Te quedarás en casa con Scarlett jugando a lo que tú quieras. En la tarde estaré de regreso. —Está bien —asintió con su cabeza. —Ahora dame un beso —sonrió levantándose para besar mi mejilla —te amo, cariño. —Yo te amo más, mami. Él era el motivo por el que me puse en pie y salí de casa subiendo a la camioneta blindada rumbo a la empresa, la motivación de mi día a día y la única persona que necesitaba en este mundo para ser feliz. Mis manos sudaron presa del nerviosismo, pesando en la alta probabilidad que él me viese en pantalla, que después de tanto tiempo ocasione algo en él. —Hemos llegado —la seguridad bajó de los vehículos abriendo paso entre la gente, Vera, la de relaciones públicas se comunicaba con su equipo que le confirmaba que estaban al aire. —Es momento —dio la orden y la puerta de la camioneta se abrió, tomé una larga respiración poniendo un pie afuera y luego el otro comenzando mi caminata al estrado que habían preparado para mi. Los flashes se dispararon y la conmoción de los periodistas hizo notar. «¡Es Lili Bennet!» «¿Lili Bennet? ¡Pensé que estaba muerta!» «No puede ser, es ella, Lili Bennet, la mujer que hizo historia en la industria petrolera» Con aquellos comentarios llegué hasta el podio, fijando mis ojos frívolos en la multitud y viendo directamente a la cámara sin mostrar ni un ápice de duda, manteniendo mi cabeza en alto porque había regresado para bajar la de muchos.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD