En el extremo en el que se encontraba el grupo de Elia había un puerto con barcazas y barcos, el príncipe y ella bajaron del carruaje y guiados por algunos guardias subieron a un barco, los demás subieron a una barcaza llevando todo lo demás que habían traído.
Los del grupo fueron navegando el lago remando con suavidad, lo que podían ver era una vista hermosa con la luz del sol haciendo que el agua brillara, la brisa y el canto de las aves lo hacían un momento aún más memorable, lo que hizo olvidar a Elia por un momento por lo que estaba atravesando.
Desembarcaron cerca de la entrada del palacio, Elia vio el suelo asombrada, este estaba hecho de mármol, además contenía hermosos mosaicos, se asombró aún más al ver que no solo el suelo era de mármol, las paredes y el techo también lo eran además de decoradas.
Cuando todos entraron pudieron observar mejor la sala principal, era amplia como para abarcar cientos de personas y el techo era muy alto como de varios pisos, las paredes estaban decoradas con dibujos y símbolos.
Al fondo de esta inmensa sala estaba el Sultaro sentado en una silla ostentosa de pan de oro, llevaba robas largas de varios colores con hermosos bordados dorados, además de un turbante que estaba unido por una gran piedra preciosa.
—Saludos Padre —dijo Raneb al Sultaro arrodillándose en ese preciso momento, los que estaban con el siguieron el gesto de inmediato incluso Elia lo hizo casi al instante al ver a Raneb hacer eso.
—Levántate, ya te dije antes que lo que haces es excesivo hijo, no es necesario ser tan cortes con tu propio padre, ahora cuéntame cómo te fue en tu viaje —replico el Sultaro Sharnen a Raneb.
—No fue nada bien padre, no pude convencer al rey ni al supremo sacerdote de intercambiar nada —dijo el Raneb el segundo Arim a su padre muy serio.
—Esos insensatos, he tratado de ser amable con ese nuevo reino, hasta envié a mi hijo para que podamos tener una relación amistosa y lo rechazan, los de Tersan quieren guerra —dijo el Sultaro furioso porque que el tratado no se hizo y por sobre todo por el trato hacia su segundo hijo.
—Yo podría ir a resolver el asunto padre —dijo el primer Arim Zomir que estaba parado cerca del trono, llevando ropas simples y grises.
—Si tu hermano no pudo tu menos Zomir —replico el Sultaro molesto porque su hijo se haya entrometido.
—Señor, ¿y ahora que haremos?, Tersan es una nación recién creada y ya es una potencia, si le dejamos crecer más podría ser un problema para nosotros ya que están muy cerca, si fueran nuestros aliados sería diferente, pero no aceptan nada de nadie, su supremo sacerdote los ha salvado del azote de Trunkmal en el pasado, no sabemos cuál es su plan señor —dijo Majmet al Sultaro que mostraba en su tono de voz una gran preocupación.
—Tersan no es una amenaza señor, a las justas se pueden defender de Trunkmal, no ha atacado a nadie, lo más seguro es que no tengan dinero y productos, por eso rechazaron el comercio con nosotros señor —dijo Nukte otro consejero supremo al Sultaro.
—Es posible Nukte, solo es una nación que no tiene nada bueno, la situación está zanjada, si hacen algo peligroso serán destruidos, de momento dejemos que hagan lo que quieran… ¿Quién es ella? —dijo el Sultaro a Raneb, percatándose de la presencia de Elia y viéndola con detenimiento.
—Ella es mi esclava padre, la compre en Felgar —dijo Raneb al Sultaro, algo nervioso en su interior, pero sin mostrar un ápice de eso en el exterior.
—Pues por fin compras cosas de nuestro nivel hijo, esto era de lo que te hablaba hace tiempo, por fin me haces caso, y no te preocupes, te la puedes quedar —dijo el Sultaro a Raneb que movía la cabeza aprobando lo que su hijo hizo.
—Muchas gracias padre, con su permiso me retiro, el viaje fue largo y deseo descansar —dijo Raneb a su padre, este último haciendo un gesto con la mano para que se retire con una sonrisa en su rostro.
Raneb y los que lo acompañaban se retiraron despacio, el segundo Arim fue a su habitación y los demás fueron hacia abajo del palacio.
La parte superior del palacio era más que nada estética, aunque tenían habitaciones para invitados y habitaciones reales, la gran mayoría del espacio era para recibir a los que querían audiencia, y para que se hicieran fiestas.
Pero los cuartos de los sirvientes, las salas de reuniones de los consejeros, las bóvedas, y varios caminos secretos, estaban debajo de la construcción, que era aún más grande que arriba. Elia veía sorprendida esta construcción subterránea.
—¿Elia no es así?, mi nombre es Cancer, soy el líder de los sirvientes, te enseñare tu cuarto, hoy descansa y luego trabajaremos en que tienes que hacer —decía Cancer a Elia, llevando a esta a la habitación común en la que se quedaría, en al área de los sirvientes.
En los cuartos femeninos había varias sirvientes, y unas cuantas esclavas, pero la mayoría era gente que trabajaba por su propia voluntad, los esclavos solo eran de limpieza y no se acercaban a la realeza o a los nobles en general.
Los sirvientes eran gente común que querían ganar dinero, y solo los mejores servían a la realeza, solo pocos esclavos podían atender a los de alto cargo, y eran las esclavas que estaban en ese cuarto.
—Mucho gusto mi nombre es Elia —decía Elia a todas en el cuarto común, pero nadie le respondió, no les interesaba nadie, solo querían hacer su trabajo.
Elia vio esto y solo fue a una cama que estaba desocupada, de igual forma estaba cansada, así que se durmió. A la mañana siguiente muy temprano Cancer la despertó meciéndola con fuerza.
—Buenos días Elia, hoy hay mucho que hacer, en el armario de la izquierda hay ropa para ti, también al fondo del cuarto hay un baño y agua, allí puedes asearse, cuando estés limpia y cambiada sal, yo la espero afuera de la habitación —dijo Cancer a Elia que estaba despertando.
Ella se apresuró a ir al baño, estaba feliz de por fin poder bañarse, en el trayecto hacia Shayra no pudo bañarse en ningún momento.
Cuando entro al baño vio a varias mujeres bañándose, sabía que no iba a haber duchas, pero al verlas la sorpresa en su rostro fue tal que no pudo evitar quedarse con la boca abierta. Bañarse ahí sin más le dio algo de vergüenza, pero como vio que nadie se extrañaba ella también lo hizo. cuando estuvo lista salió.
—Buenos días Señor Cancer, ya estoy lista —dice Elia ya cambiada a Cancer.
—Sígueme —dijo Cancer a Elia, el cual la llevo arriba.
—Como esclava del amo Raneb, debes servirlo en todo lo que el desee, comida, limpiar su habitación, llevarle lo que necesite, en su mayoría estar a su lado para cualquier petición que el desee, primero ve a verlo y atiéndelo en lo que necesite —dijo Cancer a Elia con gentileza y suavidad.
—Está bien —dijo Elia a Cancer.
—No se dice así jovencita, se dice: como usted ordene —le dijo Cancer a Elia en son de reprimenda, ella solo asintió y fue a la habitación que cáncer le había indicado que era la de Raneb.