CAPITULO 29

1424 Words
Su orgullo le impide que lo haga asi que no iba a insistir con algo que ya el enterró en el pasado. Cuando entró a la reunión yo fui por una taza de café y para mi suerte Kail estaba en la cafetería también. Mientras esperaba sentí que me veía disimuladamente. —Aun no entiendo como es que ustedes están juntos. —habla cuidadosamente —Ambos no tienen nada en común. —Tienes razón. No tenemos nada en común, pero aunque no lo creas, ambos nos conocemos perfectamente y encajamos perfectamente, creo. —¿Él, te conoce, enserio? —Yo también tenia esa mismo expresión cuando me di cuenta de que era así. Jamás pensé que algún día llegaría a sentir algo por el hombre al que quería arrancarle la cabeza. Y no sabes lo satisfactorio es saber que, de alguna forma, puedo volverlo loco. —Lea… sabes, estoy arrepentido. —¿De que?. —¡Hey! —Claudia nos sorprende justo cuando iba a decirme algo —¿De que hablan este par de tortolos? —De lo ebria que te pusiste anoche. —murmura antes de darle sun sorbo a su café —Apestas a alcohol. No pude quitarle los ojos de encima al ver que le mintió a ella. Se marcha dejándonos a solas. Claudia me bombardea de preguntas para saber si hubo algo romántico algo que me pareció tonto porque yo no soy el tipo de chica a la Kail está acostumbrado a salir. —Ay amiga… anda —me codea —Dímelo, juro por mi vida que no le diré a nadie. —me quedo callada y se tapa la boca —No me digas que tuvieron sexo. Casi me ahogo con mi café por que dijo. Abel me llama por el dispositivo así que me tuve que irme, pero claudia antes de hacerlo me dice que esta noche habría noche de chicas pero tuve que negarme ya que mi hija no estaría bien al saber que Abel le quedaría mal y debía estar para ella. Era mediodía y como siempre iba a pedir la comida, pero Abel me dice que esta vez iríamos a comer a otro lugar. —P–Pero hay… —Solo dile a la secretaria que lo posponga para después de mi viaje. Quise negarme, pero el sacó a flote una parte del contrato sobre aceptar a todo lo que él diga sin objeción alguna asi que tuve que decir que si. Lo acompañé y al salir mi hija me sorprendió al verla afuera con su chofer, le pregunté que hacía aquí y él me respondió por ella diciendo que habían abierto el parque de diversiones el día de hoy. —¿Parque? —¡Si! —dijo emocionada —Mi amiga Wendoly dijo que hoy iría con sus padres así que le dije que iría con ustedes. —Violet. nunca me dijiste que los reyes irían también. —Ay vamos papá, ellos no son malos, incluso dijeron que esperaban vernos allá, porfa, no te vayas a retractar ahora. —me quedo estupefacta porque ella lo llama papá aun estando a solas —Por favor, ¿si? —Hija, él no se… —Andando. —¿Qué? —dije confundida. —Hay que ir. Un día de descanso me vendría bien. Me quedo con la boca abierta. “¿Desde cuando Violet tiene tanto poder sobre Abel?” Entre cierro mis ojos observándolos a ambos. Aún seguía sin creer que mi hija pudiera lograr que Abel hiciera lo que ella quería. Quería saberlo sin preguntárselo a uno de ellos, pero no lo comprendo ni aunque arme el rompecabezas cien veces. Tal y como lo dijeron ambos, las puertas del parque de diversiones estaban abiertas y claro que había mucha gente entrando a ella, era lo mejor para todos porque esta atracción es por lo que todos se quedan hasta altas horas de la noche. “la última vez que vine aquí fue hace un año pero no pude subirme a ninguno. Si, soy una cobarde” Violet nos tomó de la mano a ambos. —¡Es Wendoly! Ella llama a su amiga haciendo que corriera hacia nosotros. Ambas niñas se saludan de una forma extraña y luego corren hacia los juegos de tiro al blanco. Los padres de la niña nos saludan cordialmente, Abel con disgusto corresponde porque aún sigue teniendo ese resentimiento contra ellos. —¡Mario, espérame! Pude ver que Abel se tensó y se alejó más de ellos, curiosa de saber la razón de su intento de huir vi a una chica más joven correr hacia nosotros. —Qué clase de broma es esta. —Lo siento —dijo la madre de Wendoly —Nos aseguramos de que no nos siguiera al salir de casa. —No me digan —dijo Abel molesto —Victoria, es mejor que nos vayamos. Abel me toma de la mano, pero rápidamente me soltó cuando la chica lo tomó por la fuerza invadiendo su espacio personal. El atrevimiento me descolocó porque él odia eso. —Abel, cuanto tiempo sin vernos, no sabes lo mucho que te extrañé. “¡Qué demonios!”. —Reyes, quítame a tu hermana de encima. El señor Mario la toma del brazo, pero ella le grita diciendo que la deje en paz así que no pude soportarlo más y la empuje sutilmente digamos para ocultar mi molestia por lo atrevida que es. —Perdón. —fingí arrepentimiento —Pero me tropecé al buscar a nuestra hija. Supongo que eres la tía de Wendoly. —Si —dijo tajante —¿Y tú quién diablos eres? —Oh, perdón por mis malos modales. Me llamo Victoria Vlarios, la esposa de Abel. —¿Qué? —dijo con disgusto —¿Esposa? Es imposible, tú me dijiste que nunca te habías casado. —No recuerdo haber dicho tal cosa —dijo con desdén —Jamás podría negar a mi esposa e hija. —¿Hija? Las niñas aparecen y la mujer hizo una expresión de horror cuando Violet llamó papá a Abel. Ella decía que era mentira que seguramente era un teatro y eso me molestó y no entiendo porque si en realidad es lo que es, un teatro. —Pero mira… no se parece en nada a Abel. —señala a mi hija —Y esos ojos raros. —se burla haciendo que me enfade —Yo le habría dado un hijo perfecto y no un fenómeno. —Jessica, cierra la boca —su hermano la toma del brazo —No te metas con la niña, no puedo creer que sigas con este comportamiento tan infantil. Madura. —Es que no lo acepto. —Ese es el problema. Jamás podrías estar con él porque sería algo enfermizo estar con una mujer con comportamientos de una niña de cinco años. —ella me mira con odio —Además, en la familia de Abel, que un hijo nazca con los ojos que mi hija posee, es una posición muy alta para convertirse en el sucesor al imperio de la familia. —Mamá, ¿Por qué ella parece que tiene rabia? —¡Que has dicho mocosa! —¡Ay no papá, llévate a mi tía de aquí porque está estropeando nuestra salida! —Tienes razón princesa. Enseguida vuelvo. El señor Mario se llevó a arrastras a su hermana y cuando no la vimos más, nuevamente la señora Reyes se disculpó con nosotros por la vergüenza que nos hizo pasar su cuñada. Abel molesto ignora lo que ella dice así que le dije que él aun esta procesando esto por nuestra hija pero que aún desconfía de ellos por lo que pasó antes. Ambas nos quedamos desde lejos conversando mientras las niñas se encontraban apoyando a Abel para que pudiera ganar el premio mayor. —Se ve que son muy felices. —¿Usted cree? —Si. Se ve que el señor Vlarios las ama a ambas por igual. En cambio, nosotras —suspira riéndose —Nuestra hija siempre quiere toda la atención de su padre así que no tenemos tiempo para nosotros como pareja. —Bueno, la verdad que no lo había visto de esa forma. Ella recibe una llamada así que se alejó y yo me quedé esperando hasta que algo llamó mi atención, una mujer pelirroja de apariencia ricachona se acercó a Abel y comenzó a manosearlo, un sentimiento agobiante se instaló en mi pecho haciendo que quisiera acercarme pero cuando estaba muy cerca vi que ella lo besó.
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