Damián recorrió los pasillos del hotel, se dirigía a la dirección para pedir que eliminaran la grabación del ascensor. El gerente del hotel era un viejo conocido, por lo que asumía que no se negaría a ayudarle. Tocó suavemente la puerta con su nudillo, un "adelante" que exclamaron desde el interior de la oficina le permitieron avanzar. Dentro se encontraba un apuesto hombre de algunos treinta y seis años, observándolo relajadamente desde su silla al otro lado del escritorio. —Señor D'angelo, es un gusto tenerlo en mi hotel —dijo saludándole desde su sitio. —Tienes un muy bonito hotel —fue lo que dijo Damián, caminó hasta una de las sillas frente al escritorio para tomar asiento. —¿Qué te trae por aquí? —preguntó el hombre con curiosidad. Damián hizo una mueca y se acomodó bien en