Luego de una larga jornada de trabajo Irina volvía a su casa, había sido un día difícil, lidear con el deseo personificado no era fácil. Ella también deseaba saciar todas sus ganas, pero en su interior sabía que volver a estar con él sería una de las locuras más grandes. Ir en contra de sus deseos no era algo nuevo para ella, desde pequeña había sido amaestrada para cumplir lo que debía y no lo que quería. Estar en aquel rango tan alto tenía un alto precio y ese era su libertad. Sus hermanos no tenían ni idea de lo que significaba estar al mando de una mafia tan poderosa. A sus veintisiete años ya sabía lo que era el verdadero sufrimiento, tener cargas tan pesadas como su conciencia no era fácil, cada noche antes de dormir recordaba las súplicas de las personas inocentes a las que les