02

2111 Words
Siento que el corazón me late en los oídos mientras atravieso la entrada del departamento que he considerado mi hogar durante los últimos seis años y al hacerlo siento de inmediato el cambio en el ambiente como solo la presencia de hombres como el que me espera pueden hacerlo. Dejo mi bolso en el recibidor siguiendo a mi abuelo hasta que llegamos al salón donde me detengo viendo al hombre que se encuentra sentado cerca de la ventana bebiendo café. Siento que la respiración se me torna pesada cuando este se vuelve en mi dirección lanzándome una mirada cargada de reproche. - Quieres explicarme, ¿por qué no existe una doctora Stein en el John Hopkins? – cuestiona mientras yo me acerco a él. - No soy una Stein – respondo viéndolo enarcar una ceja. - Hay un certificado que dice lo contrario – refuta a lo que yo niego con la cabeza. - Sabe perfectamente por que existe ese certificado – hablo viendo cómo me señala el sofá frente a él. - Siéntate – ordena – tenemos un asunto que tratar. - ¿su nieto por fin me dará mi libertad? – pregunto mientras hago lo que me dice antes de que me extienda un iPad enseñándome una noticia. - Déjanos a solas, Ewan – pide mientras yo veo una imagen la que parece una pareja visiblemente enamorada mientras ella enseña un hermoso anillo de compromiso en su mano. - No quiero estar al margen ya que lo que sea que estén por tratar ya que me afecta directamente – responde mi abuelo notablemente molesto. - Como quieras – responde Ralf haciendo que me vuelva en su dirección notando que me esta observando. Detallo la imagen sintiendo que me embarga inmensa emoción, por que eso significa una cosa y al ser consciente de ese hecho los ojos se le cristalizan mientras una enorme sonrisa aparece en mi rostro. ¡soy libre! - ¿Esto significa…? – levanto mirada hacia el hombre frente a mí. - Estoy dispuesto a permitir que se rompa nuestro trato – asiento con la cabeza sintiendo que los latidos de mi corazón se disparan – con una condición. - ¿una condición? – pregunto volviéndome hacia mi abuelo y luego al hombre frente a mi - ¿Qué condición? - Mi nieto esta empecinado en casarse con tu hermana – asiento con la cabeza ya que no es algo nuevo y ese deseo me sentencio hace seis años -pero no confío en ella para continuar con mi linaje… - me tenso al comprender lo que está por pedirme – así que, si quieres que te permita salir de nuestro trato, solo debes darme un heredero. Estallo en una sonora carcajada por que lo que acaba de decir es absurdo. - Volverás conmigo a Hamburgo, ya tienes tu plaza en la sede alemana de la clínica Faragov… – dejo de reír al escucharlo tensándome. - ¿Se da cuenta lo absurdo que es lo que está diciendo? – pregunto sintiendo que las manos me tiemblan siento que pecho se me contrae. – hace seis años me case con su nieto, aunque eso no debió considerarse una boda. – siento que los ojos se me cristalizan – desde que completamente ebrio firmo ese certificado, no hemos hablado, ni nos hemos visto. Es más, estoy segura de que su nieto ni siquiera me recuerda. Aunque no es algo que me importe. Siento un nudo en la garganta recordando en el momento en que me fui de Alemania ya que desde ese momento bajo ninguna circunstancia regresé. Las ganas de llorar me sobrepasan y dejo que las lagrimas rueden por mis mejillas sabiendo lo difícil que será regresar. - Por favor… - hablo limpiándome las lágrimas. - Prepárate para el viaje – anuncia haciéndome sollozar – te doy dos días… - Abuelo – me vuelvo hacia él quien ni se inmuta – por favor, sabes que ella no lo permitirá. - Siempre puedes recurrir a la inseminación… - el tono neutro e impersonal solo aumenta mi angustia. - No – sentencia el señor Stein poniéndose de pie – nada de inseminación, ni nada de esas cosas. Quiero todo de forma natural. Siento que el mundo se derrumba a mi alrededor mientras pasa por mi lado escuchando que le da ordenes a Margot para que prepare todo lo de nuestro viaje, mientras que yo me cubro el rostro con las manos rompiendo en llanto sintiendo la mirada cargada de reproche de mi abuelo. - Deja esa actitud de mártir que no te queda – espeta furioso. - No quiero regresar – me vuelvo hacia él son dejar de sollozar. - No seas caprichosa y piensa en tu hermana – me río sin humor al entender lo tonta que soy. Por supuesto que se pondría de su lado. - Justamente por eso te suplico que hagas algo – suplico – no quiero volver, solo quiero el divorcio y ser libre como me lo prometiste hace seis años. – me pongo de pie ganándome una bofetada. - No seas tonta y recuerda que el matrimonio se llevo a cabo por una razón – me llevo una mano al rostro sintiendo el escozor del golpe – Ralf Stein nos salvo de la quiebra, pero no fue gratis y si te divorcias de su nieto sin darle lo que quiere, nos quitara todo. – paso saliva. – así que prepárate que en dos días volveremos a Hamburgo. Se va dejándome sola lo que me hace apresurarme a mi habitación buscando el cuarto de baño donde vacío todo el contenido de mi estómago. Las arcadas son violentas y siento que la garganta se me desgarra cuando ya no sale nada. Una avalancha de imágenes aparece en mi mente recordándome porque me alejé en cuanto tuve la oportunidad ansiosa de dejar atrás mi “objetivo” en la vida como mi abuelo y hermana no me permiten olvidar. Cuando me tranquilizo me desnudo antes de dar una ducha necesitando dormir ya que tuve un turno de cuarenta horas y estoy muy cansada. Al volver a la habitación escucho que mi celular suena y al tomarlo me quedo sin aliento viendo que es ella quien esta llamando. - No quiero regresar – murmuro dejando que la llamada muera mientras los ojos se me llenan de lágrimas. Paso saliva poniendo en silencio el teléfono cuando entra otra llamada. Suspiro dejándolo de lado e ignorando lo que pasara cuando regrese a Hamburgo. Me acuesto ajustando la temperatura y las cortinas dejando la habitación tenuemente iluminada sintiendo un enorme vacío en el pecho. El recuerdo de sus hermosos ojos grises aquel día viene a mi mente. Estaba completamente ebrio y apagado, mi hermana le rompió el corazón al elegir una vez más su carrera antes que a él. “jamás serás ella” – fue todo lo que me dijo aquel día a lo que yo solo asentí con la cabeza siendo consciente que era y es verdad. Al día siguiente cuando salgo de la habitación me congelo al ver un grupo de hombres empaquetando mis cosas. Siento que se me cierra la garganta sabiendo que una vez más, mi opinión o lo que yo quiera no importa. Paso saliva dirigiéndome a la cocina donde se encuentra el señor Stein bebiendo café y revisando algo en su ordenador. Me siento a su lado cuando Margot pone en la mesa mi desayuno. - ¿Por qué no has usado ninguna de las tarjetas que te di? – pregunta sin apartar la mirada del ordenador. - Nada de eso me pertenece – respondo bebiendo mi zumo de naranja. - Emery… - trata de hablar, pero me pongo de pie. - Debo ir al hospital – lo interrumpo bebiéndome de golpe el zumo queriendo evadir lo que esta por decir. – tengo asuntos que atender antes de volver. Sin mas dejo el vaso en la encimera tomando mis cosas bajo su atenta mirada. Sin despedirme salgo del departamento suspirando al ver que mi teléfono no deja de sonar con sus llamadas las cuales me niego a responder. Al llegar al estacionamiento voy en busca de mi auto, pero antes de que pueda avanzar un sedan n***o se detiene frente a mi impidiéndome el paso. Pongo los ojos en blanco cuando el chofer baja rodeando el auto para abrirme la puerta. - Buen día, señora Stein – saluda cuando me acerco. - No soy Stein – espeto viendo a los ojos - ¿mi auto? - El señor Stein ordeno que fuera vendido – resoplo sabiendo perfectamente que discutir es una pérdida de tiempo – no debe preocuparse, en Alemania tendrá una colección de autos a su disposición. - ¡qué bien! – digo con sarcasmo antes de entrar al auto. Durante el trayecto al hospital ella continúa llamando, pero la ignoro distrayéndome con la imagen de la ciudad que ha sido mi hogar durante de los últimos años. Seis años completamente míos en los que me sentí completamente libre de toda la presión que toda la vida he tenido sobre mis hombros. Mi teléfono de deja de sonar y al verlo esta vez siento que me quedo sin aliento al ver de quien se trata, pero al igual que con ella, ignoro la llamada. Cuando el auto se detiene en la entrada del hospital siento que los ojos se me cristalizan y la nariz me arde porque lo único que siempre he anhelado más que cualquier otra cosa es que me dejen en paz. - Puedes irte – ordeno bajando del auto. - Tengo ordenes de esperarla – responde el chofer bajando también. Doy un portazo antes de avanzar al interior del hospital dirigiéndome a la oficina del director ignorando lo que sucede a mi alrededor. Cuando me adentro en el ascensor siento que se eme forma un nudo en el pecho lo que me hace respirar profundamente tomando el teléfono que no deja de vibrar encontrando un montón de mensajes de ella. “¡contesta!” “no te quiero de vuelta” “¡CONTESTA MALDITA SEA!” Dejo de leer al tercer mensaje ya que imagino que los demás serán igual y no me interesa que me recuerde lo que ya sé. Cuando estoy por bloquear el teléfono vibra de nuevo encontrando un mensaje de él. “quiero que cenemos cuando regreses… D” Elimino el mensaje ignorándolo ya que no quiero mas problemas de los ya tengo con ella. Salgo del ascensor cuando este llega al piso administrativo encontrándome de frente con el doctor Green quien sonríe al verme. - Justo estaba buscándote – habla escaneándome con la mirada antes de que sus ojos se encuentren con los míos. - ¿quieres acompañarme en la asistencia de un Bypass coronario? - Le agradezco doctor Green – respondo notando como su sonrisa aumenta – fui aceptada en la clínica Faragov en Hamburgo, por lo que vengo a solicitar mi traslado. - ¿fue aceptada? – asiento con la cabeza – vaya que es una noticia bastante inesperada – sonrío viendo como se acaricia la mandíbula sin apartar sus ojos de mi – es curioso porque también me fue otorgada una plaza en la misma sede. - ¿Qué? – pregunto perpleja a lo que él toma su celular buscando algo en este antes de entregármelo. Frunciendo el ceño lo tomo leyendo lo que me enseña viendo que se trata del correo electrónico en el que le informan de la aprobación de su plaza en la sede de Hamburgo. Perpleja levanto la mirada encontrándome con sus ojos cafés que me observan con detenimiento. - ¿crees que el destino trata de decirnos algo? – pregunta en tono coqueto haciéndome reír. - No creo que el destino te odie tanto – respondo viendo que enarca una ceja, pero niego con la cabeza devolviéndole el teléfono – supongo que nos veremos en Alemania. - No es una suposición– se acerca hasta que quedamos a centímetros – es un hecho. Noto que se muerde el labio inferior mientras me observa antes de dar un paso atrás alejándose. Me abanico el rostro al sentir de repente que el calor aumenta mientras me dirijo a la oficina del director donde me entrega la carta de aceptación y el traslado aprobado. Al salir de la oficina veo la carta de aceptación con unas inmensas ganas de llorar por que durante mis últimos años en la universidad soñé con este momento, pero ahora que lo estoy viviendo no siento nada ya que lo siento como una condena que me arrastra a un infierno del que creí haber salido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD