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1858 Words
Hamburgo, Alemania No sé qué es lo que el señor Stein se supone que espera de mí, ni porque estoy en la mansión de la su familia, pero desde que pusimos un pie en su Avión privado me dejo en claro que viviría en su mansión como lo que soy. La señora de la casa.  Rei con ironía cuando lo dije y simplemente lo ignoré durante todo el viaje. Al aterrizar ya había tres Cadillac esperando por nosotros, sin esperar indicaciones me subí en la primera que vi con la puerta abierta queriendo estar un tiempo sola, ya que necesitaba prepararme mentalmente para lo que sucedería en el momento en el que cruzara el umbral de la mansión Stein. Cuando el auto se puso en marcha, me puse mis auriculares con el volumen al máximo centrándome en mi propia burbuja mientras sostiene en brazos a mi gato sintiéndolo ronronear. Durante el trayecto mantuve la mirada fija en la ventana aparentando observar lo que había fuera, pero en realidad tenia la mente en blanco, pesando que al menos de este infierno había obtenido mi plaza en la clínica Faragov. Al sentir que el auto se detiene me quito los auriculares mientras suspiro y el chofer me anuncia que hemos llegado. ¡no me digas! Pienso con ironía bajando del auto al mismo tiempo que el señor Stein y mi abuelo. Este ultimo me lanza una mirada cargada de reproche que ignoro avanzando a la entrada de la mansión ignorando lo que me rodea y con el único objetivo de encerrarme en una habitación. - ¡vaya! – escucho frente a mi – eres mucho mas hermosa de lo que recordaba – me detengo frente al hombre enfundado en un traje gris oscuro y el cual es cuatro años mayor que yo. - Dieter – digo a modo de saludo queriendo pasar por su lado, pero no me lo permite haciendo que me vuelva a verlo a los ojos notando que me observa. - ¿pasa algo? – enarco una ceja enfrentándolo. - Tranquila fiera – dice dándome una sonrisa arrogante la cual me hace rodar los ojos. – solo quiero saludar a la señora de la casa. - Para eso tendrías que llamarla, porque no creo que este aquí – respondo pasando por su lado – que tengas una buena noche. - ¿Dónde esta tu hermano? – pregunta el señor Stein tras de mí. - Acompañándola a un evento en Polonia – responde haciéndome tensar por lo que avanzo al interior encontrándome con una mujer de unos cuarenta años vestida de n***o y con moño bajo. - Bienvenida señora – me saluda haciéndome resoplar ya que a todo el mundo repite la misma pendejada. – soy… - Indíqueme cual será mi habitación – exijo exasperada de todo lo que esta sucediendo. - Por supuesto, señora - me hace un gesto para que la siga, pero la voz del señor Stein me detiene. - Sobre la cama de tu habitación deje lo que vas a ponerte para la cena – me tenso al escucharlo – saldremos en dos horas. - ¿ahora soy una muñeca? – pregunto volviéndome en su dirección viendo que mi abuelo me advierte con la mirada que guarde silencio. - Discúlpala, Ralf – interviene el abuelo – debe estar cansada, pero en dos horas estará lista. - Por supuesto – el sarcasmo en mi tono es mas que evidente. Les doy la espalda siguiendo a la mujer que me guía hasta una habitación en el segundo piso de la mansión. Quedo perpleja al ver el interior ya que es igual a la que tenía en Baltimore. Las paredes blancas con apliques y detalles, el suelo de madera de cedro n***o, la cama es mucho mas grande, la lampara del techo es una rama de un árbol de cerezo florecido. Frente a la cama hay una enorme televisión y hay jarrones llenos de peonias rosas. Entro dejando a mi gato en el suelo el que corre hacia un rincón donde hay un gimnasio para gatos en color rosa claro y flores de cerezo a juego con la decoración de la habitación. - Al menos uno de los dos esta feliz de estar aquí – suspiro - El señor Stein quiere que sepa que puede cambiar lo que desee – informa la mujer que me acompaña a lo que yo asiento con la cabeza. - ¿necesita algo? - Morirme – respondo sentándome en el borde de la cama – déjame sola, por favor. - Mi nombre es Elba y estoy a su disposición señora – asiento a lo que dice antes de irse. Me dejo caer de espaldas en la cama suspirando, viendo el techo completamente blanco cruzando las manos sobre mi vientre queriendo desaparecer ya que no quiero vivir lo que esta por pasar. Un par de lágrimas ruedan por mis mejillas cuando los recuerdos vienen a mi mente. Sintiéndome molestar con mi patética actitud me pongo de pie dirigiéndome al cuarto de baño donde abro la llave para que se llene la bañera antes de agregar el gel con aroma a coco junto a las sales de baño. Apago el celular queriendo relajarme antes de desnudarme y sumergirme en el agua. Me lavo el cabello queriendo extender mi baño lo que mas pueda hasta que escucho que tocan a la puerta. - Señora – la voz de Margot me hace respirar profundamente. – el señor Stein quiere que le informe que la esperan en media hora. - Lo sé – respondo sumergiéndome en el agua antes salir a prepararme. Me sorprende encontrar todo lo que pueda necesitar para el cabello, maquillaje, limpieza del rostro, perfumes, entre muchas otras cosas. me seco y aliso el cabello el cual me llega a la cintura. Sin embargo, lo que más me gusta es el color, rubio blanquecino que me enamoro desde el primer momento en el que me vi al espejo. El maquillaje lo dejo suave y discreto, rocío un poco de perfume sobre mi cuerpo antes de dirigirme al closet donde veo una funda de ropa en color n***o de Chanel. Suspiro encontrando un conjunto tweed en color blanco de dos piezas. Los tacones a juego son de la misma marca. En cuanto estoy lista salgo de la habitación dejando mi teléfono porque ya será suficiente tensión con la compañía. Me dirijo a la entrada de la mansión donde ya se encuentra el señor Stein, mi abuelo y Dieter Stein. - Esta noche quiero conducir – hablo al llegar hasta ellos. - ¿Me lo dices o me lo preguntas? – inquiere el señor Stein enarcando una ceja. - Se lo estoy informando – respondo a lo que él asiente con la cabeza. - ¡Emery! – riñe mi abuelo, pero lo ignoro dirigiéndome a la salida seguida por Dieter. - Te acompaño – lo ignoro siguiendo hasta el estacionamiento donde al entrar se encienden las luces dejándome ver el inmenso lujar que alberga una considerable cantidad de autos de lujo. - ¿en qué vas a especializarte? - Cirugía general – respondo avanzado por el lugar hasta detenerme frente a un Mclaren Senna en color verde. – es la que más llama mi atención. - Te hacia más de neurocirugía – comenta en tono divertido mientras abro la puerta del piloto – este es el auto favorito de mi hermano. - Supongo que se molestara – comento antes de entrar poniéndome tras el volante viéndolo subir a mi lado - ¿Qué haces? - Voy contigo – responde encendiendo el auto. - No me ofrecí a llevarte – me pongo el cinturón viendo que hace lo mismo. - Vamos al mismo lugar – se encoge de hombros lo que me hace rodar los ojos mientras pongo el auto en marcha. Esta es la interacción mas larga que he tenido con alguno de los hermanos Stein ya que mi entrada a esta familia fue inesperada y fugaz ya que solo pasaron dos días antes de que me mudara a Baltimore. Desvío la mirada en el retrovisor detallándolo, Dieter es muy diferente a su hermano mayor. - Aspiro casarme con un neurocirujano – comento en tono divertido haciéndolo reír. - ¿Un director general no es suficiente para ti? – pregunta - Te respondo cuando lo tenga – respondo haciendo que ría a carcajadas. Durante el camino sigo a la camioneta que va frente a nosotros en la que se encuentra el señor Stein y mi abuelo mientras escucho a Dieter hablar sobre trivialidades que me mantiene la mente distraída de lo que sucede. - Me encanta el color de tu cabello – dice cuando nos detenemos en un alto - ¿es difícil de mantener? - Muchísimo, pero me fascina – respondo tomando un mechón de este – un día después de mudarme a Baltimore me lo teñí de azul, luego de rosa, lila hasta que me enamoré de este color. - ¿cerrabas ciclos? - Quería dejar de parecerme a ella – digo con firmeza retomando la marcha. – odio lo mucho que me parezco a ella, ya que cada vez que me veo al espejo recuerdo por que vine a este mundo. - no estoy de acuerdo – dice mientras nos acercamos a la mejor zona de la ciudad – eres mucho mas hermosa. - Si claro – respondo deteniéndome tras la camioneta cuando lo hace. Un chico mas o menos de mi edad me abre la puerta para que salga y es Dieter quien le entrega la llave del auto antes de venir hacia mi para acompañarme hasta el lugar donde se encuentran nuestros abuelos entrando juntos al lugar siendo fotografiados por los reporteros. A este restaurante solo viene gente rica y famosa por lo que estos siempre están al acecho. Al entrar somos guiados a nuestra mesa siendo el señor Stein quien mueve la silla para que me siente. Le agradezco viéndolos tomar asiento recibiendo la carta que el mesero me ofrece, al ver a mi abuelo frente a mí, el poco apetito que tenia desaparece por completo. - ¿a que debemos esta indeseable cena? – pregunto dejando la carta de lado. - Llegar a un acuerdo sobre lo que sucederá – responde el señor Stein. - Ellos se casarán y vivirán felices por siempre – mi tono sarcástico hace que mi abuelo me lance una mirada asesina. - No confío en ella – sentencia – ya te lo dije - Por eso quiere convertirme en su muñeca – espeto haciéndolo reír. - Quiero convertirte en la madre de mi heredero – responde haciéndome rodar los ojos. - Su nieto ya no esta en edad para que lo adopte – el comentario hace que Dieter se atragante con su propia saliva. - Emery – gruñe mi abuelo furioso. - ¿Es consciente de lo que me está pidiendo? – pregunto mirándolo a los ojos – me esta pidiendo que me acueste con el hombre que es pareja de mi hermana. - No – responde él con la firmeza brillando en sus ojos – estoy pidiéndote que te acuestes con tu esposo.
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