CAPÍTULO 3. Alarma Incendiaria

4523 Words
Salí casi completamente complacido de mi experiencia en la universidad, ya había podido asegurarme ayuda extra y eso que solo era el segundo día de clase. Caminé con parsimonia hacia el estacionamiento donde tenía mi automóvil, abrí la puerta después de desactivar la alarma y me quedé frente al volante debatiéndome si ir directamente a mi piso, la respuesta me llegó al ubicar en mi guantera mi antigua tarjeta de crédito que volvía a estar activa después del trato con mi abuela y que hasta ahora no había vuelta usar, encendí el auto llevando mi mano a la palanca de cambio para poner mi auto en retroceso y salir de la universidad en dirección al centro comercial más cercano. Una hora y media más tarde llevaba la parte trasera del auto con bolsas que contenían sudaderas, casacas, camisas, jeans y zapatos para Kurt y para mí. Antes ya teníamos las necesarias, pero como de cuatro temporadas atrás y viejo se le podía ver por las desgatadas que estaban al perder un poco el color. No obstante no había necesidad de justificar si las necesitábamos o no, si íbamos a tener la tarjeta a costa de decisiones impuestas en mi vida, entonces que los gastos fueran a lo grande. Aproveché y me di un tiempo al llegar a nuestro piso para sacar los acordes de una de mis canciones favoritas, y cuando se hizo la hora, tomé las llaves del auto y pasé por mi hermano. Normalmente no lo hacía con frecuencia pero a él le gusta, tener que coger un bus le pone de mal humor y yo lo entiendo, debido a esto habíamos tomado la costumbre de que, de poder, pasaría por él. A los dieciséis, él ya puede conducir, pero no ha hecho el curso para la licencia ni sabe cómo hacerlo, a diferencia mía que a su edad mis padres ya me había regalado mi primer auto. Con Kurt siempre fue distinto, de alguna manera siempre esperamos que el menor de la familia sea el más consentido. No fue así con él, de hecho mis padres no esperaban tener más hijos y no fue más que un accidente su llegada, y lo trataron como tal. Menos aún ayudó que mi hermano hubiera preferido estudiar en casa desde pequeño, se le daba bien, nunca tuvo problemas para entender algo, siempre buscaba más para estudiar y eso lo hacía estar siempre ocupado, nunca fue a campamentos y al pasar los años, mi papá empezó a darle importancia a la vida social de Kurt y sus intereses que no eran nada parecidos a los de los jóvenes de su edad. Nuestra familia se fracturó cuando fue inscrito en un colegio mixto el segundo año de secundaria, tenía catorce, ya los alumnos había formado sus grupos y él no estaba muy a la par de inclinaciones y gustos sociales de los adolescentes contemporáneos para encontrar algo que pudiera conectarlo con ellos de manera amistosa, y algo Kurt no sabía era callarse en algunas situaciones que no le parecían, eso lo hizo enemistarse con muchos de sus compañeros y tener dificultades en clase, no con la materia, pero si con socializar y ese había sido justamente la razón por la que mi padre había decido que estudiara en un colegio de sociedad. Posiblemente puede que ese fuese el peor año de su vida, no sé cuánto pero sí sé que había compañeros que llegaron a agredirlo físicamente, y las quejas continuas de los profesores empezaron a hacer habituales. Si antes en nuestra mesa siempre había sido silenciosa, limitadas a simples conversaciones triviales sobre economía, política o algún nuevo contrato en la empresa de papá, empezaron a haber miradas frías hacía Kurt, luego indirectas hirientes que mi hermano no lograba entender y que a mí me partía el corazón explicarle. Luego órdenes de quedarse en su cuarto en fiestas importantes en casa, las omisiones de él en temas familiares, y cuando me di cuenta, mi padre había perdido paciencia y educación con él, y no había lugar donde no le gritara lo decepcionante que era tener un hijo “idiota”. Yo intervine todas esas veces, pero no ayudaron en nada, papá nunca fue de escuchar razón y la terquedad es algo que siempre lo ha caracterizado, única rasgo en común que tenía justo con el hijo que no quería. Todo se fue a la mierda en la fiesta de mi graduación, Kurt fue avergonzado por un grupo de hijos de algunos de los invitados de mi padre, el nombre de mi papá salió a colación entre las indirectas y entre comentario y comentario impertinente todos los presentes se dieron por enterados de las burlas vergonzosas hacia Kurt como el hijo raro de empresario y la posibilidad de que quizás no fuese hijo suyo, la cosa se puso así, mi papá se percató de lo que sucedía y ubicándolo entre la multitud se dirigió a él, perdió los papeles en público quizás por esas copas que ya llevaban rato asentándose en su sistema, todo comenzó con un regaño entre dientes y fue ascendiendo hasta que había por terminado por gritarle a mi hermano, él a responderle y todos a mirarnos. Horas antes mi papá le había ordenado a Kurt quedarse en casa, pero mi hermano argumentaba que él tenía derecho a estar en la celebración porque era mía y no de él y que le valía muy poco lo que los demás pensaran de él, puede que fuera porque su hijo nunca le contestaba, puede que fuera porque le estaba avergonzando aún más justo frente a sus colegas, el alcohol o las ganas acumuladas pero antes de que cualquiera pudiera verlo, mi padre le dio una cachetada que lo mandó al suelo. La conmoción fue general pero a mi ese acto me había dejado atónito, era la primera vez que le pegaba y había perdido los papeles en público dejando de lado irónicamente su lema de nunca ventilar demostrar las emociones o los problemas de personales. Me dolió ver que mi mamá no interviniera, como siempre se limitó a quedarse desde lejos en un lugar seguro tomando de su copa con la mente en otro sitio menos en el lugar donde debía estar, también me reproché a mí mismo no haber actuado antes cuando le había visto dirigirse hacia él, en cambio me había quedado con el grupo de amigos con el que había estado hablando antes de que todo sucediera. En consecuencia a tal acto agresivo, sin importar lo que dijeran los demás saqué a mi hermano de la fiesta, conduje a casa tomé sus cosas y tomé las mías, él no dijo nada mientras yo ejecutaba todo lo que hacía de forma improvisada, supongo que estaba aturdido. Al día siguiente mi madre trató de que volviera, y lo que me hizo quedarme es que no preguntara por mi hermano, lo omitió, le restó importancia ¿acaso no era su hijo también? Al pasar los días pasaron mis tarjetas fueron canceladas. Lo que resta de la historia ya lo sabes, mi hermano perdió un año en la secundaria, el tercero, en específico, y yo, trabajé con vapor de una parrilla de hamburguesa pegada a la cara durante un año para costearnos la comida y servicios del departamento. Yo sabía que él no podía perder otro año, y estaba dispuesto a visitar a mi madre, para qué fuera la condición que fuera, ella volviera a inscribirlo en su antiguo colegio. Yo iba a hacerlo. Pero un día llegó mi abuela, que es, no sé si peor que mi padre en respecto a la severidad y escasa empatía, pero a ella le importa mucho las apariencias y pocas veces pierde los papeles. Ella estaba dispuesta a negociar conmigo y había llegado a mi puerta representando justo la imagen empresarial de la familia, después de unas dos horas llegamos a esto; de vuelta mi crédito en las tarjetas, los servicios del apartamento y los gastos de Kurt correrían por su cuenta. Yo a cambio sólo tendría que estudiar administración de empresas. Lo acepté. Así que, sin romantizar las cosas y entendiendo mi contexto quizás comprendas un poquito porque insistí tanto en chantajear a mi compañera para que me ayudara a pasar el curso. Mi abuela no me puso condiciones, ella quería el título. Y yo soy bueno en interpretar las palabras como me place sin salirme del acuerdo. Le escribí a mi hermano un mensaje para avisarle que estaba esperándole, no respondió pero a la hora lo vi salir con la vista puesta en el estacionamiento, cuando me vio supe que era alivio lo que brilló en sus ojos. Algunas veces, la intensidad en la que él me necesitaba me dejaba aturdido, yo esperaba poder estar a la altura de sentimientos hacia mí como hermano mayor. Cuando se sentó y pasó el seguro, encendí el auto y bajé varios tonos el volumen de las canciones. — ¿Cómo te fue? — pregunto. Él niega antes de hablar. — No hablé con nadie, pero nadie se fijó en mí o me molestó. Fue bien. — asintió para reforzar lo que decía. — ¿Ves? No sucedió lo que decías. — Aún hay altas posibilidades matemáticas de que suceda lo mismo. Estamos en un escenario parecido al anterior. — Pero mientras no pase, deja de quebrarte la cabeza. — Eso no es — vi con mi vista periférica como sonrió y conociéndolo aguantaba las ganas de corregirme —… Eso no sucederá —ah, no aguantó— ¿Has comido algo, que tal te fue el día de hoy? — A mí me fue bien— Le informo —. He conseguido a alguien que me ayudará en clases. — Eres muy rápido haciendo amigos. Escucho un deje de admiración y yo sonrío. No, estamos lejos de ser amigos. — Sólo somos compañeros de clases —corrijo, me acuerdo que en la nevera casi no queda nada — ¿Quieres pasar conmigo a comprar? Estaré ocupado y tú también estos días. Asintió de acuerdo, me desvié entonces para pasar a un supermercado. Compramos lo suficiente hasta que tuvimos el carrito lleno de todo lo necesario para dos semanas, al llegar al apartamento yo me dediqué a ver tv y él a cocinar después de darse un baño, yo le dejo su espacio, si hay algo que Kurt ama desde pequeño, es cocinar. Le gusta seguir la pautas tal como están y que quede como se espera, imagino que le hace sentir en completo control. Después de comer, él se retira a su cuarto para realizar tareas pendientes, yo en cambio me quedo en la sala con mucho tiempo de ocio sobrante. Debería de pesarme la conciencia por no hacer algo más productivo con mi tiempo, pero no lo hace. Las horas transcurren y no sé en qué momento me he quedado dormido, pero cuando despierto con el sonido de unas notificaciones en mí celular, es de noche y la luz de la sala está tenue, tengo una cobija encima también, sé que fue Kurt quién lo hizo al salir en algún momento por agua o por algo en la nevera. Me incorporo y me llevo la mano a mi brazo izquierdo, me quedé dormido sobre el y me duele un poco, después me levanto perezosamente y subo el tono de la luz un poco más, me estrujo los ojos que tenía algo secos y desbloqueo el celular con mi otra mano. Número desconocido: Esto es todo. Abajo, en un cuadrito, se muestran en miniaturas varias fotos, y un +42 Me: ¿No es como mucho? Número desconocido: No, ¿cómo crees? Molesta. Me voy a la nevera y saco una lata de pepsi y un pedazo de pizza, lo dejo en el microondas unos segundos y me llevo todo a mi cuarto aprovechando que Kurt no me ve para regañarme. Dejo el plato y la lata en la cama, enciendo la computadora y activo w******p Web comenzando a descargar las imágenes para verlas una por una y ponerme al día. Su caligrafía es bonita, escribe con un bolígrafo y pareciera que fueran unas de esas cartas antiguas que salen en Internet. Leo, leo y leo. Una hora más tarde vuelvo a escribirle. Sonrío abiertamente y mientras redacto un texto que seguro la enfadaría, y agregué un link adjunto. Me: ¿No hay videos explicativos? pensé que el paquete lo traía. No recibí mensaje durante los siguientes veinte minutos, yo encendí el TV y empecé a comerme mi pedazo de pizza. Número desconocido: No, pero trae unos golpes como bonos si no entiendes, ya sabes, para que el cerebro se reubique y pueda captar mejor. Me río y se me cae el plato al piso, pero como tengo las cobijas regadas, no suena al caer ni se rompe. Lo recojo con cuidado de no manchar con los pedazos de pizza las cobijas. Debería de lavarlas. Ya les toca. Tomo el celular y le respondo. Me: ¿Cuál es que es tu nombre? No me había percatado hasta entonces, que no lo sabía, y no me recordaba habérselo preguntado. Número desconocido: Haziel. Me: Bueno Haziel, necesito que me expliques eso rapidito, no va a tomarte mucho tiempo, creo. Número desconocido: Mi tiempo vale. Me: ¿Adam te hace cambiar de parecer? Número desconocido: Mañana, después de clase. Me: See you later darling (...) Me despierto a eso de las siete, Kurt tiene todo listo y después de desayunar, paso a llevarlo. Como tenía clase a las ocho llegué bastante temprano a la universidad, al salir del auto el frío me invadió por completo pero no pude hacer nada más que esconder un poco más mi cuello en la chaqueta que llevaba y refugiarme en la biblioteca, aprovecharía para sentarme con mis audífonos y esperar a que pasara el tiempo. Diviso poca gente al entrar como de costumbre, unos duermen sobre los libros y otros parecen estar apuntando cosas rápidas en sus laptop. Quizás algo pendiente. Cosa extraña porque apenas vamos por el tercer día. Saco mi celular y empiezo a ver las redes, Cristiano Ronaldo ejercitándose, Lady Gaga haciendo una colaboración con otra artista y más y más de eso. Unos minutos después, alguien se sienta frente a mí, y aunque me molesta que no haya tomado otro asiento, no prestó atención y sigo deslizando mi dedo por la pantalla. — Buenos días Kale. — saludo una voz femenina y subo la vista. Cierta pelirroja me sonríe y coloca sus lentes como una cinta sobre su cabello. — Sophie — sonrío —, Hola. Ella lleva un bonito suéter gris que le combina muy bien, tiene su laptop en la mano y envase que supongo, por lo oscuro que es, lleva café o chocolate. — Llegas temprano, ¿quieres remediar lo del otro día? — pregunta, abre su bolso y empiezo a sacar un cuaderno y resaltadores. Siento como mis labios hacen una mueca y luego se elevan un poquito más del lado derecho. La verdad es que, lo menos que me apetece es estar acá. — No, pasé a dejar a mi hermano y eso hizo que llegara temprano. Ella me ve y asiente mientras empieza a teclear algo y luego ve su cuaderno, vuelve a ver la pantalla y toma nota para después resaltarlo. — ¿Tú has llegado temprano para editar algo aquí? — sé que la pregunta es bastante retórica, pero trato de decir algo más antes de que cada quién se concentre en lo suyo. — Termino algo aquí, podía hacerlo desde casa, pero se me hacía tarde, y aquí puedo hacerlo y si me tardo unos minutos, puedo correr al salón. — sonríe. Yo me relajo en mi asiento poco a poco y me coloco los audífonos, dejando el izquierdo un poco alejado de mi oído para escucharla por si habla. — ¿5 seconds of summer? — pregunta mientras sigue escribiendo. — Los mismos. — Los amas. — Los amo, es imposible no sentir lo que ellos sienten, su último álbum es incluso mejor que los anteriores. — Lo mismo pensé — da una mirada con complicidad a las demás personas y ya no habla bajito, si no susurra —, pero aquí no puedes deleitarnos con tu voz. Niego y trato de no reír. — ¿De verdad te gustó mis voz si apenas murmuraba? — No murmurabas, es que tú — me apunta con su bolígrafo — tenías los audífonos y no te dabas cuenta que tu voz estaba alta. — Lo disfrutaba, ni me di cuenta. — Lo cual es bueno, ¿de verdad no cantas en un bar o una banda? Puede y me lleve la sorpresa de estar frente a un futuro cantante exitoso. Me agrada a morir que piense eso, y me da un poco de vergüenza a la vez. — Te confieso un secreto... — ¡Ay Dios mío! Si eres cantante — sonríe más amplio y deja de ver la laptop con toda su concentración en mí. Río y me gano unas miradas de reproche. — No, a penas hago covers, o hacía, y el secreto, es que tengo un canal en youtube exitoso con ¡Mil! Seguidores — exagero el gesto de orgullo y ella capta el chiste. — Bueno, mil, son mil, son unas cuantas personas — saca su celular — ¿Cómo te busco? Para que tus admiradores sumen un uno. Incómodo. ¿Por qué me sentí incómodo? Me remuevo en la silla para acomodarme mejor. — No lo decía para que me siguieras. — Lo sé, pero ahora tengo curiosidad y apuesto a que cantas bien. — Tanta Fe me pone de nervios, ven, dame y me busco — ella me entrega su celular y yo anoto mi nombre y soy el tercero en la búsqueda de la plataforma —, es este. Se lo entrego y ella visualiza mi perfil. — Diablos —dice entonces sonriendo de manera grata— ahora no me voy a poder concentrar recordando que tengo once vídeos pendientes por ver. Le guiño un ojo. — Mantenme en tu mente Sophie. —Seguro. Media hora más tarde ella está escribiendo con velocidad con una concentración digna de admirar, yo le hecho una ojeada al reloj y decido que es momento de mover mi culo en dirección al salón, me levanto atrayendo su atención al moverme, le hago una señal con mi dedo apuntando mi reloj para que sepa que se me hizo la hora, ella entiende y se despide con un gesto de mano. La primera clase pasa volando, la segunda también y cuando se hace la hora de receso, salgo con Gael. Vi a Haziel pero parecía estar ocupada, y preferí no molestarla hasta la hora final. — Me dijo mi primo, que Erik lo expulsaron del equipo porque seguía en sus fiestas de siempre... — no sé en qué momento caímos en este tema de conversación. Seguro Gael lo menciona porque Erik fue quién tiraba con mi novia mientras a mí se me empezaba a abrir la puerta de la vida "adulta". No sé si fue culpa mía que Ariana buscara atención en otra parte, yo tenía que trabajar, ya no era el niño rico que siempre fui, y no sé si debería de sentir remordimiento por sentir que estaba mejor sin ella cuando me enteré de lo que hacía. No sé cuándo dejó gustarme, pero me ahorró buscar la manera apropiada de terminarla. — Por cierto, ayer te ofrecí los apuntes, y hoy no te vi anotar, dime planeas que tu abuela te ejecute si pierdes este trimestre. Me encojo de hombros y resto importancia. — Tengo un plan, uno muy bueno. — Tus planes Kale, son — niega—… Bueno, ¿cuál es? — ¿Recuerdas la chica que me dio una mala mirada ayer? — Pregunto y él piensa un ratito antes de asentir — Bueno, la encontré en algo comprometido con alguien, y ahora, ella me ayudará con las clases y yo no diré nada de lo que vi. El me mira buscando una broma. — ¿Que viste? No, ¿hicieron un trato? —frunce el ceño mientras me ve preguntándose qué diablos pasaba por mi mente, eso era seguro— Pero Kale, si eso se llama ¡chantaje! — Yo lo llamó estrategia mi amigo —corrijo—. No le debo nada y ella necesita mi silencio como yo su ayuda. — No pensé que fueras maquiavélico. Río y niego. — Yo tampoco, yo tampoco. —confieso. — ¿Y en que la encontraste? ¿La viste robar algo? —no sé por qué se le ocurrió eso pero no preguntaré. — No debería decírtelo, pero para que veas que confío en ti, te diré, pero debes mantener la boca cerrada. —Como tumba, ¿cuándo le he dicho yo a alguien alguno de tus secretos? —es verdad, Gael es un amigo fiel, jamás dudaría de él. — ¿Conoces al profesor de psicología? — Hay varios, ¿a cuál de todos te refieres? — Es el que se supone nos va a dar unas dos o tres charlas este trimestre, lo vimos el primer día en la charla de bienvenida. Él se queda en silencio y veo cómo sus ojos van tomando brillo de reconocimiento y asiente. — Me acuerdo —asiente— ¿qué con él? — Bueno, tú les ves la cara, parece que no rompe un plato, pero resulta, que lo encontré con nuestra amiga en la biblioteca... — No me digas...— Gael abre sus ojos y sonríe recreando un escenario con todo lo que le he dicho. Sé que le hubiera gustado estar allí, él es casi igual a mí en ese sentido, mientras tomé la situación para chantajear, él la hubiera tomado para reírse largo rato y añadir eso a la lista de secretos que sabe. — Sí, se estaban besando con un hambre que parecía iban a fornicar ahí mismo. El ríe y yo río también. — Eso sí que hubiera sido épico, ¿quién tira en la biblioteca con gente merodeando cerca? — Ellos casi lo hacen, pero llegué yo. — De vela. — se burla. — Una mierda, iba a llamar a Kurt, y los encontré, igual me ha servido para salvarme este trimestre. — Tienes la puta ama de las suertes Kale — Pone su mano en mi hombro —. Por cierto, ¿Que dijo el profesor? Ahora estaré pendiente en los pasillos, quiero verle su cara y ver que tan bien guarda las apariencias. — Nada, no dijo nada, se fue y la dejó allí. — ¡Wow hombre, eso sí que es cobarde! — Lo mismo pensé. — Quizás te busca hoy o mañana. —apuesta él. — No lo creo, él dejó que ella lo resolviera. — Ah, bueno, es verdad. Seguimos hablando de otras cosas, y cuando se llega la hora de salida de la última clase, tengo un texto de Kurt diciéndome que pase por él. Sé que algo fue mal así que no tuve más opción que ir con Haziel para avisarle que me tendría que esperar al menos unas dos horas. — Es mucho tiempo. —contesta, pero parece estar pensando en otra cosa. — El tiempo pasa volando, ve una película en Netflix — señalo su celular —, escucha música o adelanta algo. Yo ya vuelvo. Me ve de mala manera pero asiente y saca unos cascos de su bolso para sentarse de nuevo. Las demás personas empiezan a salir y yo salgo con ellas, marco el número de Kurt y después de varios tonos contesta. — Sé que acabas de salir, por eso te escribí. — se excusa. — Que te sepas más mi horario que yo es raro Kurt, ¿qué pasó? — Salí temprano, pensé que podías pasar por mí. — No, ¿qué pasó de verdad? — insisto mientras camino al estacionamiento. — Nada. — Kurt. — Nada. — Vamos Kurt, dime de una vez. — Bueno... — otro episodio de ansiedad. Me quedo contra el carro largo rato hablando con él porque no me fío de conducir mientras me concentro en hablar. Cuando terminamos han pasado unos veinte minutos, quedo a pasar por él y estoy subiendo al auto cuando un Audi rojo pasa por mi lado, y se detiene. — ¿No tenías que estar con...? ¿Cómo es que se llama? Bueno, con ella ¿para qué te explicara lo de las clases? — pregunta Gael desde la ventanilla de su Audi. — Sí, ¿tú no tenías que haberte ido ya? —pregunto yo al verlo allí. — Me entretuve con alguien — sonríe, anda en algo, lo conozco — ¿Por qué no estás con ella? — Kurt. El frunce el ceño. — Su nuevo colegio. — adivina. — Sí, paso a buscarlo. — Paso yo, tu no tardas mucho ¿No? Niego, no lo creo, además, me da cosa dejar a Haziel esperando tanto, sé que abuso, pero tengo límites. Un abusador con modales y principios sonrío por lo ridículo que debe sonar tal tontería en voz alta. — ¿Puedes hacerlo? — pregunto. — Que sí, sino, no me ofreciera. — Entonces nos vemos en el apartamento. Empiezo a caminar de vuelta al salón y aviso a Kurt que Gael pasará por él. No me preocupa porque sé qué él no le incómoda Gael y que está acostumbrado a verlo seguido. Gael ha sido desde pequeño mi mejor amigo y sabe todo se Kurt, lo más importante, lo entiende y se lleva bien con él. Ya casi no hay gente cuando camino de vuelta por los pasillos, unos están en sus últimas clases dentro de sus aulas y otros ya han finalizado. Abro la puerta de salón con cuidado, para no llamar la atención de Haziel y darle un susto si logro situarme en su espalda sin que se dé cuenta. Ese era mi plan pero la sorpresa me la doy yo al entrar y mirar un amplio panorama de una nueva escena. Haziel no está en su puesto, sino al fondo del salón, encima del escritorio de profesores, tiene los ojos cerrados y la cabeza echado hacía tras. Muerde su labio inferior para reprimir cualquier sonido que pueda salir de su boca, sus mejillas están sonrojadas. Y entiendo rápidamente porque. Su falda está arremangada en su cintura, y allí, entre sus piernas, está inclinado un hombre que ya imagino quién es. Mierda. No sé qué hacer, si aclararme la garganta y hacerme notar o salir y fingir no ver nada hasta que vuelva media hora después. Elijo la segunda opción, doy pasos con cuidado y cuando creo que estoy en el espacio de la puerta, me giro. Mi salida hubiera sido todo un éxito, si no fuera por una llamada entrante en mi celular que sonó como alarma de incendio justo en el preciso momento en el que yo cruzaba la puerta y ponía un pie en el pasillo.
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