Tomo el bolso de mano que han dejado las mujeres que me han disfrazado; en el mismo metieron un par de cosas para retocarme el maquillaje. Como si eso fuera relevante en este momento. Salgo de la habitación dando pasos lentos, pero seguros, y Nicoló también sale. Mientras bajamos en el elevador, noto que muchas personas lo miran. Los hombres asienten con gestos solemnes y las mujeres le sonríen con coquetería. Una vez en el vestíbulo del hotel, un auto nos espera y junto a este un chofer. Nicoló posa su mano en mi espalda y me tensó de inmediato, pero no parece notarlo o prefiere ignorarlo. Subo a la parte trasera del vehículo y él hace lo mismo antes de ponernos en marcha. El motor cobra vida y una inesperada ansiedad me golpea en el estómago y cierro los ojos luchando con las imágenes d