Para comprobar su resistencia, ya que pesamos mucho más que las pequeñas cosas que hemos estado tirando, busco a mi alrededor una roca grande. —Ayúdame. — Jenny y yo utilizamos unos palos robustos para cavar alrededor de una gran roca y las dos la hacemos rodar fuera de su lugar de descanso y hacia el borde. Cuando nos acercamos al inicio del precipicio, nos sentamos y usamos las piernas para empujar la roca hasta el borde. Con un último impulso la empujamos por encima de una pequeña cresta de tierra; la roca rueda hasta el puente invisible, recorre un par de metros y luego queda suspendida en el aire. —Si aguanta esa enorme roca sin crujir ni hundirse, debería aguantarnos a nosotras —digo quitándome la suciedad de las manos. El rostro de Jenny empalidece, abre los ojos de par en par y