Capítulo 7 — Estamos saliendo/Steven.

2030 Words
Había salido de la oficina de la campesina muy molesto, me cambié el traje y me arregle un poco, pero ella aún seguía hablando con su supuesto amigo, no creía que fuera su amigo, vi la forma en que lo miro, además, él la tomo en sus brazos como si no la hubiera visto en años, ¿Habría pasado algo entre esos dos? Se que fue impulsivo pero no pude evitar apresurarme e ir a su oficina nuevamente, cuando la secretaria me dijo que aún estaba hablando con su amigo enfurecí, ella no podía dañar todo nuestro avance, le mentí a su secretaria diciéndole que Andrea me quería de vuelta en su oficina porque necesitaba mi orientación en un asunto importante con su amigo, solo así me dejó en paz, cuando me acerque a la puerta y la abrí estaban besándose, quise gritarla, pero ninguno noto mi presencia, de todas formas no había abierto la puerta en su totalidad, entonces la vi alejarse de él, sorprendida de sus actos, pedirle disculpas por ello, estaba flanqueando, no podía permitir que se humillara más, cuando él se acercó a ella pensé que era mi momento, pero cuando dijo aquellas palabras supe que lo era, decidí hablar y proponer que fuésemos a su boda, haría de ella una mujer fuerte, porque a mí también alguna vez me rompieron el corazón, aunque su caso fuese mucho más deprimente porque era un amor no correspondido, tal vez si la ayudaba podría obtener algo a mi favor, las cosas iban cambiando para bien, a ambos se nos estaba reconociendo. La prensa nos mencionaba. El padre de Andrea que aunque fingía no saber nada sonreía contento al vernos caminar juntos y aunque todo fuera una farsa, de alguna forma me gustaba sentir nuevamente la atención puesta en mí, lograría recuperar lo que ese accidente me arrebato. — No lo sé... debería pensarlo. — escuché lo que le respondió ella a él ante su nuevo intento por hacerla ir a su boda. Sin el más mínimo de valor para verlo a la cara. Era deprimente y humillante a la vista. Vi a ese hombre dispuesto a insistir así que abrí la puerta de par en par. — Iremos a esa boda, nos beneficiará como pareja. — dije logrando que ambos pusieran su atención en mí, tanto él como Andrea se giraron sorprendidos, no sabría decir quién estaba más sorprendido que el otro. Me acerque con pasó seguro, Andrea me miró detenidamente, tal vez porque me había cambiado el traje, odiaba estar desarreglado. Costumbres. Le di una mirada desafiante al tal Víctor y él la soltó de su agarre justo a tiempo, puesto que yo la abrace de costado tan pronto estuve cerca, pase mi brazo por detrás de su nuca. — ¿Ustedes dos? — preguntó él señalándonos a ambos, desconcertado. Andrea confundida, como si me lo preguntara también. Me gire hacía él y sonreí. — ¿Cómo dices? ¿Qué no has visto los titulares? estamos saliendo. — dije con seguridad.Ella se sonrojo de inmediato, seguramente se arrepentía de haberlo besado, y él parecía hacerle la misma pregunta con la mirada. — No tengo mucho tiempo para ver las noticias o leer el periódico. — respondió él volviendo su mirada a mí. — pero los felicito. — dijo con una pizca de celos en su voz y al parecer no fui el único que lo noto, por la mirada de sorpresa en el rostro de mi campesina, ella también se había dado cuenta de que su supuesto amigo si tenía sentimientos por ella, tal vez al verla con otro hombre se haya dado cuenta. — Gracias... — respondí fingiendo amabilidad. No me agradaba para nada ese hombre. — entonces, ¿Cuándo será la boda? — pregunté volviendo al tema de la incomodidad. Él se aclaró la garganta antes de responder. — En quince días. — metió la mano en su bolsillo y saco una bonita invitación, me la tendió, mi campesina se mantenía en silencio, tal vez avergonzada por lo sucedido, ahora más que se suponía que estábamos juntos y ella lo había besado a él. — estás invitado, también. Creo que no hace falta que lo diga, pero pueden ir juntos, sin ningún problema. — volvió su mirada a Andrea. — por favor piensa en mi propuesta. — le pidió, asintió con la cabeza en mi dirección en forma de despedida. — espero verlos pronto. — dijo antes de marcharse y cerrar la puerta tras de si. Retire mi brazo de su alrededor, ella se apresuró al sillón y se sentó en él bruscamente, la seguí con la intención de servirle de consuelo, pero ¿Qué podía hacer yo? Ni siquiera podía decirle que la vi besarse con él, prácticamente me declararía culpable de su estado actual, me limite a sentarme a su lado. — Por el ambiente incomodo que se respiraba, asumo que estas enamorada de él y que al parecer él lo sabe. — dije con un tono de voz neutro, ella me miró por el rabillo del ojo. — ¿Es todo tan obvio? — pregunto, preocupada. Suspire y asentí, eso y que lo besaste, tonta. Pero eso no te lo diré. — Un poco sí. — dije con gesto serio. — pero no te preocupes, si vamos juntos no se hará falsas ideas contigo, pensará que lo superaste. — dije con seguridad, pero ella suspiro frustrada. — ¿Cómo sería eso posible? Si yo lo besé. — dijo entre dientes en un susurro audible. Me gire sorprendido de que lo haya dicho en voz alta, ella escondía su rostro entre sus manos. Quite sus manos de su rostro con sumo cuidado, aunque si nos poníamos a pensar quien era más duro aquí, evidentemente ella se ganaba el titulo de la persona más ruda en esta oficina. — ¿Qué tú hiciste qué? — pregunté esperando que lo repitiera. Ella bufó y volvió a esconder su rostro en sus manos. — Escuchaste bien, ni siquiera me dan ganas de repetirlo, lo peor es que se va a casar. — levantó la vista, sus ojos estaban llenos de lágrimas. ver a una mujer llorar siempre me desconcertaba, me quedaba helado, pero viendo lo tosca y lo dura que era conmigo y con los demás, asumía que no quebraba con cualquiera y que estaba confiando en mi. Así que hice algo que no había hecho antes. La abrace, empuje su cuerpo contra mi pecho y ella aunque reacia se refugió en mí, podía sentir como mi corazón latía con fuerza, algo no andaba bien en mí, el hecho de experimentar algo tan nuevo lo hacía sentir tan íntimo pero de manera diferente, algo inexplicable, no me incitaba a desvestirla y hacerla mía, al contrario, quería protegerla y cuidar de ella. — Estarás bien, iremos a esa boda, luego me contarás cuál era esa propuesta... — dije siendo interrumpido por un empujón, ella se había alejado de mí con gran fuerza, su rostro preocupado me daba a entender que se trataba de lo que había mencionado, atónito solo la mire. — ¡La propuesta! — exclamó, al parecer molesta. — me propone ser la madrina de su boda, pararme al lado de su esposa... Ese idiota, lo habría golpeado si no me hubiera afectado tanto su estúpida propuesta. — se quejo, mientras que sus mejillas se ponían rojas, al parecer estaba muy molesta. Me fue inevitable reír, al escucharme reír me miro confundida, inmediatamente opte por poner un gesto serio y contener la risa. — ¿Qué pasa? ¿De qué te ríes? ¿Tengo algo en la cara? — pregunto confundida. — Es que tus mejillas están rojas, campesina. — toque sus mejillas, se encontraban calientes. Sonreí al verla tan perturbada, pero ella quitó mi mano rápidamente. — No suelo enojarme mucho, tampoco lloro. — dijo evitando mirarme. — me críe entre hombres, trabajaba con ellos y les daba ordenes, para poder ganarme el puesto debí ser mejor que ellos, no lloraba, no me quejaba y tampoco me enojaba cuando las cosas no salían como yo quería... Pero este sentimiento. — puso su mano hecha un puño en su pecho, del lado izquierdo. — esto es nuevo para mí, es abrumador, me aleje de allí en un momento critico de mi vida, mi madre murió y él se iba a casar, era algo que ya desde antes yo sabía, pero sin embargo los sentimientos nunca se fueron, me alegre al irme, pensé que alguna excusa inventaría para no asistir, pero luego viene él y se aparece aquí con esa estúpida propuesta. — dijo poniendo un puchero y cruzándose de brazos, molesta. Intenté no reírme nuevamente. — Lo siento mucho, no sabía lo de tu madre. — ella suspiro y asintió desanimada. — entonces, ¿Siempre has estado enamorada de tu mejor amigo? — pregunte aunque ya sabía la respuesta. — Soy tan ridícula, lo sé. A los hombres en mi pueblo les daba miedo acercarse a mí, tenía fama de ser algo ruda. — dijo perdida en sus recuerdos. — Ni que lo digas. — dije sonriendo. — ahora entiendo, él se acercó a ti aún sabiendo lo peligrosa que eras. — ella me dio un codazo y sonrió, al fin, aunque su forma de expresarse doliera, tenía razón, ella era así... Pero si la veías a profundidad, era una hermosa persona. — Así fue, él pudo ver más allá de los golpes y tal vez una que otra mala cara, incluso mis trabajadores lo mandaban con sus recados, creían que era una persona fría, tal vez sí, mi madre me enseñó a ser fuerte. — sonreí conteniendo el impulso de volver a abrazarla, me preguntaba que me pasaba con esta mujer, ni siquiera era muy atractiva, había tenido mejores mujeres en toda mi vida, rogaban por mi amor. — Ya veo. — susurré. Mi mano se dirigió automáticamente a mi frente, abatido, confundido, preguntándome a mí mismo que era lo que me ocurría, porqué esta mujer que no se sentía atraída hacia mí me importaba tanto, nadie nunca me importo, ni siquiera mi propia familia, lo único que nos favorecía a todos era nuestro apellido y negocios, si a uno le iba bien, se trataba de un logro más para los Simons, si le iba mal significaba una caída para todos, nadie le ayudaría, simplemente se le daría la espalda como castigo. — Pareces perdido en tus pensamientos. — dijo ella, ya con otro semblante, se le veía más calmada. Me gire hacia ella. —Lo siento mucho, solo me vino un breve recuerdo a la mente. ¿Estás mucho mejor, campesina? — pregunté con un deje de humor. — ¿No vas a dejar de llamarme así? — preguntó al tiempo que suspiraba resignada. — Nop. — dije pronunciando la palabra con una "p" al final. Ella sonrió, al parecer le empezaba a hallar el gusto o tal vez solo se había resignado. — Bien, entonces tendré que decir lo que pienso de ti en voz alta. — la mire sorprendido. Ella sonrió victoriosa. — señor prepotente, quisquilloso, irritante. — puse mi mano en su boca evitando que continuará. — Ya entendí. — respondí secamente. Ella soltó una carcajada divertida por mi respuesta. — Gracias por acompañarme. — dijo ella acomodándose sobre mi hombro, puso su cabeza sobre mi hombro. Ese simple acto volvió a desbocar mi corazón, ¿Tendría que salir con alguien más para que simples actos no me descolorarán? Tal vez necesitaba sexo. — Tal vez deba irme... — ella me miró de reojo. Sabía que no quería que me fuera. — ¿Prefieres que comamos algo juntos? — pregunté logrando que se retirará para verme a la cara. — Si, déjame que me retoque un momento... Tal vez le pida a mi secretaria que me ayude, yo aún soy nueva en esto. — señaló su rostro, el maquillaje estaba un poco corrido por sus lágrimas, asentí, no era mala idea. — Está bien, envíame un mensaje cuando estés lista, estaré esperando. — ella asintió en respuesta. Me marché de su oficina con un millón de pensamientos en mi cabeza.
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