Transformación

1897 Words
Mi padre se quedó en mi habitación como lo había anunciado pero el verlo rondando en mi habitación solo me ponía incómoda, pero aún así yo era de las personas que podían dormir incluso cuando había un sismo, deje que todos mis pensamientos se desvanecieran y me deje caer en los brazos de Morfeo, no se quien carajos es ese, el caso es que me dormí. (...) — No tengas miedo y no te resistas querida. — escuche una voz muy tenebrosa hablarme. — ¡¿Quién eres?! — le grité. — Quizás sea tu peor pesadilla. — lo escuche decir mientras se carcajeaba, su risa me provocaba escalofríos. Pude ver unos ojos muy rojos acercarse, pero no podía visualizar su rostro. — Kalecia, Kalecia. Cariño despierta. — escuchaba la voz de mi padre y sentía como sacudía mi cuerpo, pero yo no podía reaccionar. — Esta ardiendo en fiebre. — escuche esta vez a mi madre decir mientras tocaba mi frente y mis mejillas. — ¡¿Hija qué te sucede?! — gritaba mi padre preocupado. — esto no es normal en una transformación. - dijo con un tono de preocupación. Hice varios intentos por abrir los ojos pero era como si algo me retuviera, y aun podía ver esos ojos rojos y una sonrisa vislumbrar en sus labios, se podía ver claramente sus colmillos y reía cada vez más fuerte. Fue ahí donde desperté y ahogue un grito de dolor sentía que mis huesos se quebraban y yo solo podía gritar. — Aléjate Lauren, su transformación ha empezado. — le advirtió mi padre a mi madre. — ¡Padre! — grite, con los ojos llenos de lágrimas, el dolor era horrible y mientras más pasaba el tiempo más sentía como cada uno de mis huesos se quebraba. Mire a mi padre mientras trataba de resistir el dolor, mi padre me miraba preocupado y mi madre un poco asustada, extendí la mano pidiendo su ayuda y mi madre reaccionó de su estado de shock. — La llevaré al bosque. — dijo mi madre mientras se acercaba y me cargaba con tanta facilidad. En instantes estábamos en el bosque, mi madre bajo mi cuerpo y acarició mi cabello mientras yo sentía desmayar. — Tranquila cariño, todo saldrá bien. — beso mi frente. — entenderás que soy una vampiresa y que no tendrás conciencia de ti misma, ya que esta será tu primera transformación y mi olor te hará querer asesinarme, adiós cariño. — dijo despidiéndose mientras yo solo podía mirarla fijamente mientras se alejaba, mis ojos automáticamente se cerraron, permanecía despierta mientras el dolor poco a poco iba disminuyendo y me sentía más aliviada. —Hola Blue, has sido muy fuerte. — escuché a Gesell. Quería levantarme e irme a la mansión, pero me di cuenta que no era yo quien poseía mi cuerpo y que no era mi cuerpo si no mi loba, Gesell. —¿Qué pasa con mi cuerpo? — pregunte, ya que no tenía movilidad de ninguna de mis partes. —Tranquilízate, soy yo quien tiene el control ahora, pero cuando tú quieras tomarlo sólo debes querer hacerlo. — respondió Gesell. —¿Cómo lo hago? — pregunté preocupada. —Cálmate Blue, sólo debes querer hacerlo y concentrarte. — dijo Gesell. —No es tan fácil... — respondí irritada. —Vamos Blue, relájate y inténtalo una vez más — me sugirió Gesell, pero me encontraba demasiado estresada y cansada. Cerré los ojos y al abrirlos pude notar que ya era yo quien tenía el control de mi cuerpo, se sentía genial tener el control, quería correr y sentir la brisa en mi cuerpo, también pude notar que ya había amanecido pero quería correr. No dude en hacerlo, corrí y corrí hasta sentir un delicioso olor, no sabía que era pero todo mi cuerpo me gritaba que debía tenerlo, saber que era, me sentía confundida, no sabía que era eso que tanto me atraía, me había alejado demasiado de aquel bosque. ¿Y si me sucedía algo? Acababa de llegar no podía simplemente arriesgarme a que me sucediera algo sin siquiera haber disfrutado un poco de este bello paraíso, me di la vuelta dispuesta a evadir ese delicioso olor. — Eres tú. — escuche la voz de un chico en mi mente. Y no sabía porqué pero esa voz era como el canto de las aves para mí, podía rendirme ante el dueño de esa voz, ¿desde cuanto era tan débil? ¿Desde cuándo había pensado en humillarme ante cualquiera? No. Esa no era yo, este mundo era de locos y no debía participar en eso, seguí con mi rumbo hacia la mansión y no me voltee a ver el dueño de esa dulce voz. Un lobo blanco se atravesó en mi camino y trate de evadirlo, pero estaba segura que ese hermoso lobo era el que emanaba tan delicioso olor. — ¿Qué pasa contigo? — preguntó aquel chico preocupado. — ¡¿Que pasa conmigo?! ¡¿Que pasa conmigo?! — pregunte exasperada, cómo una loca histérica repitiendo sus palabras, estaba confundida y no entendía porqué sentía dicha atracción hacía él. — Pasa qué, No. Mira que no se que pasa, recién llegó y tengo que soportar el peor dolor que he tenido que vivir en mi vida, y ahora... ¿Y ahora? Tu hueles tan malditamente delicioso que no se que diablos te echaste pero quiero tenerte. — dije realmente frustrada y lo que recibo del chico son risas, sí. Se reía de mí. — ¿Quieres tenerme? — dijo aquél lobo divertido, y eso hacía que me frustrara aún más, no escuchó nada de lo que dije, al menos no lo que debía. — eso se puede arreglar. — dijo acercándose. — Mira estúpido, no creas que es tan fácil engañarme. — advertí. - No se que me hiciste pero no caeré en tus trucos. — dije mientras me abalanzaba sobre él y le gruñía. — Tranquila nena, vamos despacio a esto se le llama acosó, y no te hago nada. ¿Nadie te hablo de tu mate? — respondió el chico entre risas, baje de inmediato de él recordando las palabras de mi mejor amiga. — Ahora me dejarás ver tu hermoso rostro — dijo él chico, que aún era un lobo y del que tampoco sabía quién era. — ¡Mierda! No puedo tener esa cosa de mate, apenas tengo dieciséis y no creo en esas tonterías. — dije bastante histérica e irritada. — ¡Oh vaya! Eres la chica nueva, la hija del alfa, ¡Mierda! Eso explica lo grande que eres y el blanco ¿por qué no lo pensé?. - ¡Genio! Rodé los ojos. — ¡¿Por qué me sucede esto a mí?! Tu padre me matará y además han dicho que eres más fría que un hielo. — eso basto para querer sacarle los ojos a mi "mate". — ¡¿Quién diablos ha dicho que soy más fría que un hielo?! — grite mientras el lobo retrocedía asustado. — ¡¿Y de que te quejas?! — pregunté enfadada, no era tan mala. Quizá un poco. — ¿Por qué tus ojos están rojos? Puedo jurar que hace unos momentos eran dorados. — dijo el chico asustado mientras retrocedía. — No debes hacernos enojar, cariño. — esa no era yo, era Gesell, pero sentía que me invadía la ira. —Es tu lado vampiro. — respondió Gesell. — por eso los ojos rojos, a tu lado vampiro si puedes controlarlo pero no le hagas daño a nuestro mate. — me rogó Gesell. —No lo haré — dije relajandome un poco. Cerré mis ojos y sentí que mi cuerpo volvía a ser el de una humana, solo que ya no me sentía como yo, aún la ira seguía en mí. El lobo aún seguía mirándome pero con más curiosidad. — También eres una vampiresa. — dijo más para si mismo que para mí. — tu cabello, tiene las puntas azules. — dijo examinando me con la mirada. — Tus ojos aún están rojos, y no apestas como los otros vampiros. — dijo el chico. — ¡Yo no apesto! — alegue — ¿Por qué no me muestras quién eres, lobito? — dije mientras me acercaba amenazadoramente. — Te arrancaría la cabeza si no fueras mi mate. — dijo el chico riendo. — Además, eres muy hermosa y creo que eres la loba más hermosa que he visto. — dijo un poco más serio y se apresuró a correr. El estúpido me había dejado ahí parada y sólo se había ido sin decir nada, ya que estaba sola me giré para irme, suponía que siendo una vampiresa podía tener la misma velocidad que mi madre. — ¡Hey! ¿A donde crees que vas? — escuche la hermosa voz del estúpido. Me giré y no podía creerlo, el estúpido chico era el atractivo hermano de mi mejor amiga, aquél chico rubio prepotente, vaya que su Diosa luna si que me había premiado o quizá castigado... — ¿A dónde crees que voy, estúpido? — pregunté de vuelta, el chico rió en respuesta. El estúpido chico rubio se apresuró a correr hacia mí y no se en que momento lo hizo, pero cuando me percate ya me encontraba en sus brazos. No sabía porqué pero sentía que sus ojos verdes grisáceos analizaban cada uno de mis gestos. — Vaya que eres difícil, pero no para mí. — dijo mientras reía — Nicolás nunca se rinde, a los mejores nos gustan los retos, hermosa. — dijo mientras me guiñaba un ojo y me sonreía. Por un momento me quede hipnotizada con su sonrisa y su bella mirada, que no me daba cuenta de que él caminaba conmigo en sus brazos. — ¡Hey! ¡Bájame idiota! — grite tan pronto salí de aquel tipo de hipnosis que me provocaba, pero solo logré que riera. Este chico iba a matarme, sentía una estúpida atracción hacia él, una demasiado fuerte, pero mi orgullo podía más. Cómo dije era como mi padre y no me dejaría opacar por nadie, y menos por una tontería. — No te voy a bajar, y sí, soy un idiota. — dijo riendo. — Este idiota te protegerá y estará siempre para ti, si me gustaste desde que llegaste ahora me atraes como no puedes imaginar. — dijo el rubio. — Además ya hemos llegado. — anunció. Me giré y pude notar que afuera de la mansión se encontraba mi madre con una sonrisa en sus labios y mi padre con una evidente cara de amargura, y ya podía darme cuenta que era por que este chico venía cargándome, también se encontraba mi amiga Nadia quien como podía notar estaba que se reventaba de la risa pero no lo hacía por mi padre. — ¡¿Nicolás, se puede saber que haces con mi hija en brazos?! — grito mi padre y sólo ese grito bastó para que yo reaccionara y me lanzará de sus brazos. — Si señor. — respondió mi idiota un tanto nervioso y yo no pude evitar reír. — El estúpido huele malditamente bien, y dice que es mi mate. — me adelanté a decir y mi amiga no aguantó más y estalló en risas. — Soy su mate señor, y su hija no entiende muy bien el concepto, creé que me he puesto algo. —dijo el chico en tono preocupado. — algún perfume, no lo sé señor. Mi padre fulminó a Nadia con la mirada haciéndola callar de inmediato, y dirigió su mirada hacia el chico, pero esta vez relajando más su rostro. — No le hemos hablado de su compañero, no creímos que aparecería tan pronto. — dijo mi padre serio. — Señor, usted sabe cuanto tiempo llevó esperando a mi mate, quisiera casarme con ella. — dijo sorprendiéndonos a todos. A mí especialmente. Demasiado directo. Estaba loco, yo tenía tan solo 16, no podía casarme ¿O sí? — Entendemos eso querido, pero mi hija tiene muchas cosas que saber ahora, tiene muchas responsabilidades y no sabemos si te ama, además como sabrás ella también es una vampiresa. — el chico asintió con la cabeza. — eso quiere decir que también tiene un compañero vampiro. — respondió mi madre. — Yo estaré siempre para ayudarla en lo que pueda, cuidaré de ella. La espere mucho tiempo, y si no me quiere me ganaré su amor. — respondió el chico y algo me decía que hablaba muy en serio. — Hablaremos ese tema luego, ha sido una dura noche para Blue, creo que es mejor que la dejemos descansar. — sugirió mi madre, y era verdad me sentía muy agotada. El chico se acercó a mí pero esta vez se veía más indefenso, más adorable. Repentinamente me abrazo y beso mi frente. — Me ganaré tu amor, lo prometo. Serás mi más grande reto y mi mayor logró. — dijo antes de irse.
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