Un Nuevo Mundo

1962 Words
No me percaté en qué momento habíamos cambiado el medio de transporte, quizá me había dormido y ahora mi familia y yo viajábamos en un helicóptero. — Mi señor y señora ya estamos llegando. — Anunció el copiloto de el helicóptero. Me asomé a ver por la ventana y lo que vi me dejó totalmente asombrada, era hermoso más que un mundo irreal parecía un paraíso, mis padres gozaban de la vista abrazados, se les veía felices. fue ahí que me di cuenta que era ahí donde pertenecían y que debía mantenerlos felices en su mundo y yo debía serlo junto con ellos. El helicóptero aterrizó y al bajar pude divisar una hermosa mansión que más bien parecía un castillo. Mi padre noto lo maravillada que estaba con el lugar y se acercó a mí. — Todos estos terrenos son de tu padre. — dijo señalando a su alrededor con una gran sonrisa en su rostro. Orgulloso. — Soy el Alfa aquí, y como las manadas se mantienen juntas y en paz, soy el único. — fruncí el ceño confundida ya que mi padre no había vivido en tan maravilloso lugar desde que yo nací. — Entonces, ¿si eres el único como hacías para estar a cargo si te fuiste desde que yo nací? — pregunte confundida. — Un Alfa siempre debe tener su mano derecha o en mi caso a mi mejor amigo ya lo conocerás. — dijo mi padre sin borrar su sonrisa. — Mi beta. — Tendré que avisar que he llegado cariño. — dijo mi madre dirigiéndose a mi padre. — Esta bien mi amor, pero lleva a uno de los chicos contigo. — dijo mi padre señalando a unos chicos bastante esbeltos y con extrema belleza. — Los tiempos de guerra han acabado, cariño. — le respondió mi madre. Mi padre asintió y luego miró a los chicos que se encontraban a unos cuantos metros más lejos. Uno de los chicos asintió con la cabeza como si estuviese hablándole a mi padre y luego se levantó. Mi madre estaba lista para irse, se despidió dándome un beso en ambas mejillas y luego dejó un casto beso en los labios de mi padre, la ví correr como nunca, o más bien desaparecer. — Ella... — dije balbuceando, mi padre sonrió. — Es una de las tantas ventajas de un vampiro, velocidad, encanto, y un don en específico, suelen leer pensamientos o a veces paralizarse con tan solo una mirada, tienen una fuerza sobrenatural y también son muy ágiles. — respondió papá a mi intriga. — ¿Y los lobos? — pregunté, ya que los vampiros parecían ser geniales y suponía que los lobos debían ser lo aún más. — Los lobos como ya te dijo tu madre nos transformamos en nuestra parte lobuna y tenemos una doble personalidad la nuestra y la de nuestro lobo, tenemos fuerza y velocidad al igual que los vampiros, nos podemos comunicar unos con otros por medio de telepatía como suelen llamarlo, nosotros defendemos a los nuestros de todo ser que quiera dañarnos y también conservamos aún más nuestra parte humana. — informó. — Señor, necesitamos su ayuda con algunos asuntos. — interrumpió un hombre alto, moreno, bastante esbelto. ¿Acaso aquí no habían feos? Miraba fijamente al recién llegado que por más mayor que fuese se conservaba bastante bien. — Kalecia, Blue... ¿No piensas saludar? — me regaño mi padre sacándome de mis pensamientos, dejé de admirar el rostro de aquél hombre y pude notar que extendía su mano hacia mí — él es mi beta. — informó mi padre. — Blue. — dije tomando su mano mientras él me regalaba una sonrisa en respuesta, a la que también respondí con una sonrisa. — Hija debemos irnos pero te dejo con Nadia. — volteé mi mirada y pude ver a mi mejor amiga correr hacia mí. Mi padre y aquel chico se marchaban, mientras mi amiga se acercaba más a mí como la típica novela de romance donde sus queridos protagonistas se reencuentran. — Blue. — susurro mi amiga envolviéndome en un abrazo. — No me odies, jure que no te lo diría, por tu bien. — dijo entre sollozos, me sentí mal por ella al darme cuenta de que lloraba. — Demasiado tarde tonta, ya te odio. — dije abrazándola más a mí, podía ver como los chicos presentes nos observaban confundidos. — Ahora suéltame o esos chicos de allá creerán que somos pareja y que tú me fuiste infiel. — hice una seña discreta con la cabeza en dirección a ellos, haciéndola reír. — Son unos idiotas, él rubio más que todos. — dijo girándose a ver al chico rubio que ante mis ojos era bastante atractivo. — No me lo parece ¿Qué es lo que hay de especial en ese chico?. — dije subiendo y bajando mis cejas con picardía a lo que ella responde con una mueca de asco. — ¡Es mi hermano, Blue! — y eso explica por qué el fastidio, ahora tendría que llamarle cuñada porque aquel chico era demasiado atractivo, tanto que me era inevitable evitar mirarlo. Nunca me sentí atraída por ningún chico, estaba segura de que había algo más en él que me hacía no querer perderle de vista. — Es uno de los lobos más fuertes de la manada white wolves, aún espera a su mate. — respondió mi amiga mientras caminamos hacía la mansión que para mí seguía viéndose como un castillo. Desvíe por fin mi mirada de él. — ¿Qué es su mate? — pregunté curiosa, ya que mis padres nunca tuvieron tiempo en 16 años para explicarme de donde provengo. — Bueno, ya veo que a tus padres no les quedó tiempo de explicarte. — dijo mi amiga riendo. Me encogí de hombros — sería “Mate” o “compañero” y se le llama así al compañero que la Diosa luna a escogido para ti y con quién debes pasar hasta el día de tu muerte. — dijo seria, y vaya que esto si es de locos. Reí para mis adentros, esto seguía siendo surreal para mí. Si de algo estoy más que segura es que el amor no llega así de repente y que tampoco perdura toda la eternidad... — Nadia, ¿Cómo es posible amar a alguien de un momento a otro, y más aún cómo es posible amarlo toda tu vida? — pregunté confundida, mi amiga sonrió ante mi pregunta y negó con la cabeza. — Dicen que los lazos con tu mate son tan fuertes que no logras entender cómo es que te enamoras de esa manera, según dicen nuestros mates o compañeros tienen un olor en específico que nos atrae. Un olor que tu loba identificaría donde fuera como su mate. — Nadia me miró, y me sonrío. Yo solo, no podía procesar tanta información, para mi seguía siendo casi imposible que alguien se enamorará de esa manera. — Señorita Nadia, sus padres la han mandado a llamar. — interrumpió una niña rubia. — Oh claro, hoy empieza mi entrenamiento. — dijo feliz. — Adiós Blue, nos vemos en la cena. — dijo despidiéndose. — Por cierto, esa es tu habitación — señaló una habitación con una puerta azul que sobresalía de las demás. — Esto es una broma ¿verdad? —preguntó mi conciencia que ahora sabía que era mi loba Gesell. — Es una linda broma. — dije sonriendo mientras caminaba a mi habitación, era obvio que esto era obra de mi padre. — ¡Señorita... Señorita! — oí la voz de un chico llamarme. — me gire y pude ver a un adorable chico con cabello rojizo. — ¿Me hablas a mí? — dije frunciendo el ceño y señalando mi pecho. — ¿Hay alguien más aquí? — respondió el chico divertido, mientras yo miraba a ambos lados y negaba con la cabeza. — Entonces, es a mí. — dije divertida. — Discúlpame, es que no se tu nombre. — dijo él ya más serio. — Oh, puedes llamarme Blue. — dije extendiendo mi mano, el chico la tomó y sonrió. — Genial, a mi puedes llamarme Diego. — dijo el chico regalándome una enorme sonrisa. — Ok Diego. ¿Tienes algo que decirme? — dije seria haciéndole borrar la sonrisa de su rostro. — Ah sí señorita... — dijo pensativo. — Blue. — bufé interrumpiéndolo. — Discúlpame, Blue. Su padre ya ha llegado y me ha mandado a buscarla. — dijo el chico serio. — Diego ya no hace falta, te has tardado demasiado ¿Qué haces muchacho? ¿Acaso le coqueteas a mi hija? — no tuve que voltearme para saber que era mi padre y sus celos. — No señor, le decía a la señorita Blue que usted la mandaba a llamar. —respondió el chico nervioso. — Bueno, ya te puedes retirar. — le ordenó mi padre y no pude evitar reír ante el hecho de que no era la única que le temía a su temperamento. El chico me regaló una última mirada,  le sonreí y me despedí con la mano, mientras mi padre me fulminaba con la mirada. — Kalecia... — mi padre llamó mi atención mientras yo veía al chico apresurar su paso, mi padre sí que era un amargado. — Kalecia, podrías dejar de ver a Diego y mirarme a mí, que te estoy hablando. — dirigí mi mirada a mi padre mientras sonreía y asentía con la cabeza. — Como ya sabes, a media noche será tu transformación y quiero estar al pendiente de ti, así que no creo que te moleste el que esté en tu habitación vigilando que todo esté bien, ya que ni tu madre ni yo te hablamos del tema, se que estas nerviosa, todos lo estuvimos en nuestra primera transformación, pero te aseguro que todo estará bien pequeña Blue. — dijo mi padre poniendo ambas manos en mis hombros en señal de apoyo. Y debo decir que no estaba nerviosa hasta que mi padre me recordó el que tendría que sufrir esta noche. caminamos juntos en silencio hacia el comedor, las horas en este hermoso lugar por alguna razón se terminaban más rápido de lo normal o no sabía si simplemente era mi impresión. pude notar que mi madre y otras personas con vestuario algo antiguo para nuestro siglo se encontraban sentados en la mesa. — Buenas noches suegros — saludo mi padre a las dos personas que estaban situados al lado de mi madre, fruncí el ceño ya que según mi madre su padre había muerto. Mi padre pareció notarlo y se acercó un poco a mi. — Es su padrastro. — susurro mi padre. Mi padre por alguna razón siempre sabía de mis pensamientos y de cada duda que tenía. — Hola Liam. — lo saludo la mujer, que según mi padre era mi abuela, mi padre le regaló una sonrisa de vuelta a la mujer mientras se acercaba a la mesa. — Esta es nuestra hija Kalecia. — me presentó mi padre ante los presentes. — Veo que te pareces a tu madre. — dijo la mujer dirigiéndose a mí. — Pero con el temperamento de mi padre. — agregue, ya que mi rostro podía ser muy igual al de mi madre, pero mi actitud y temperamento era igual al de mi padre. vi sonreír a mi padre por el rabillo del ojo y eso me hizo sonreír un poco. — Ya veo, eso quiere decir que serás una reina estricta. — dijo mi abuela. — Espera, ¿Ella ha dicho reina? — escuché decir a Gesell. — ¡Oh vaya!. — esto lo tendré que hablar luego con mi madre. — Eso es cierto madre, Kalecia ha demostrado ser muy aplicada en todo y ha tomado buenas decisiones, aunque es de muy pocos amigos. — agrego mi madre. — Eso me gusta, nunca debes dar total confianza a ningún individuo. — dijo mi abuela sonriendo y algo me decía que ella y yo, nos llevaríamos  bien.  Cenamos mientras reíamos, yo parecía agradarles a mis parientes, mi abuela, su esposo y dos de sus hijas las cuales no decían mucho, algo me hizo pensar que a ellas no les agradaba mi padre y menos su raza.
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