Embarazada, sí. ¡Yo estaba embarazada! estúpido Adam y su repentina ternura. Diecinueve años, ¡Demonios!, sólo tenía diecinueve y estaba embarazada. Nadia estaba sentada en mi cama viéndome con una sonrisa de oreja a oreja, sabía que sucedería pero no estaba segura de nada, guardaba la esperanza de que no llegará a suceder. Daba vueltas por la habitación con el test en la mano. – Ven, vamos por otro. – la tome de la mano y la conduje hasta la salida del castillo. Subimos a mi coche y Nadia reía como una maniática, la fulmine con la mirada. – ¿Qué es tan gracioso? – pregunté molesta. – Es que ya sabes lo que dirá el siguiente test, sabíamos que sucedería. – dijo mirándome para luego encogerse de hombros. – ¡Maldito Adam! – bufé. - nunca debí dejarlo quedar en mi habitación, pero