UN LAMENTABLE ENCUENTRO

3470 Words
En mi trabajo, como enfermero del hospital  central de Golden Metrópoli, estoy acostumbrado a ver toda clase de casos difíciles y dolorosos.  Sin embargo, nunca me imaginé que esa noche, una de esas pacientes cambiaría mi vida. Todo comenzó cuando en mi turno nocturno, como era cotidiano, nos encontrábamos entre el caos de recibir a muchos pacientes de urgencias en estados muy graves. De pronto escuché a mi jefa gritarme con desesperadamente: ¡Michael! ¡Trae el equipo de resucitación ¡Rápido! ¡Hemos recibido a una paciente que ya ha perdido el pulso! - Me ordenó con urgencia la doctora y yo la atendí de inmediato para intentar salvar esa vida.   Se trataba de una joven de aproximadamente unos veintitantos años de edad, de estatura baja, con una piel morena con lunares, resequedad y algunas arrugas, pero demasiado pálida y marchita en ese momento, cabello muy liso de color negro y desestructurado. No logré ver sus ojos porque los tenía apretados e hinchados, con unas hondas ojeras debajo, aún humedecidos por lo mucho que había llorado. Afortunadamente logramos resucitarla y estabilizarla. Me asignaron tomar sus pruebas de sangre y colocarle el suero, ya que se encontraba severamente deshidratada. Mis compañeros se dedicaron a atender a otros pacientes que llegaban de urgencia en tanto yo me hacía cargo de ella.  Al tomar su brazo frío y débil, sentí un profundo calosfrío recorriendo todo mi cuerpo. Fue un sentimiento parecido a un aviso o una de esas señales que te indican que esa persona puede tener que ver algo contigo.  Me quedé muy intrigado con esa sensación mística y mi mirada permaneció fija en sus ojos mientras yo colocaba su bolsa de suero. Aún estando ella inconsciente, parecía que telepáticamente me gritaba por ayuda. Justo en el momento en que mis ojos penetraban sus párpados, ella derramó una lágrima que rodó por su mejilla y me partió el corazón. -¿Qué le habrá pasado?-  me pregunté. -¿Por qué estará aquí? Así, integrado por saber sobre su caso médico, me acerqué a leer su expediente.   "Shelly Thompson. Paciente de 27 años de edad, femenina. Fue encontrada en el piso de su sala con varios frascos de medicamentos vacíos. Ningún familiar estuvo presente. Su vecina reporta el hallazgo al teléfono de urgencias, indicando que la paciente se encontraba inconsciente. Sospecha médica de intoxicación por sobremedicación. IMPORTANTE: Intentar localizar a algún familiar."   -¡Increíble!- pensé -¿Acaso esta chica intentaba suicidarse? ¿Qué le habrá llevado a hacerlo? Es muy joven, tan solo es cuatro años mayor que yo… y, ¿por qué no habrán localizado a ningún pariente? Me pregunto si yo podré ayudar…   Con la situación de Shelly en mente, fui a recoger los resultados de sus análisis, con el fin de confirmar el diagnóstico. Si ella fue intoxicada por muchos medicamentos que no necesitaba, probablemente lo hizo con toda la intención de quitarse la vida. También podía tratarse de un accidente, desconocimiento o incluso intento de homicidio, pero, una voz en mi interior me indicaba que mi presentimiento era correcto. Cuando recibí los resultados y leí que efectivamente se trataba de una intoxicación por un exceso de diferentes medicamentos en la sangre, pude darme cuenta de que era casi seguro que se trataba de un intento de suicidó, pero aún me preguntaba ¿por qué lo habrá hecho?  Mi corazón se volcó cuando leí que entre las sustancias que se hallaron en su sangre se encontraba una muy recetada en oncología, es decir un tratamiento habitual para el cáncer, y muchos analgésicos. -¿Acaso será un paciente de cáncer? Quizás le dieron recientemente la mala noticia y no se sintió capaz de sobrellevar la enfermedad.- Pensé hacia mí, dirigiéndome a la oficina de mi jefa para entregarle el expediente y los resultados de Shelly. (¡Toc toc!) -Dra. Clara, ya están los resultados de la paciente de la cama 11.- Me dirigí formalmente a mi jefa, entregando la documentación y esperando su respuesta. -Michael, querido… ya te he dicho mil veces que no me hables de usted, solo dime Clara, por favor- me dijo, tomando con una mano los papeles y con otra mano tomándome del brazo. Ya no me extrañaba que ella coqueteara conmigo. Muchas veces había intentado algo conmigo y se encelaba si otras compañeras intentaban enamorarme. Yo solo fingía que no me daba cuenta de sus intenciones, porque yo en verdad la respetaba como mi jefa y como doctora, sin mencionar que era una mujer de 50 años.  -Lo siento doctora, es que no me acostumbro, por eso olvido decirle solo Clara…- Le dije poniéndome un poco nervioso y rascándome la nuca. -¡Otra vez lo estás haciendo! ¿Es muy difícil para ti tutearme? A fin de cuentas no soy tan vieja… -¡Es verdad! ¡Lo siento doctora… digo, Clara! Nuestro turno ya está por terminar, pero antes de irme a casa, me gustaría ver si puedo ayudar a localizar a los familiares de esa joven…- Respondí, cambiando inmediatamente al tema que me interesaba. -Está bien Michael, si gustas, solo asegúrate de asignar a la paciente a un piso de recuperación, ya que ya logramos estabilizarla y se encuentra fuera de peligro. Aquí tienes las indicaciones médicas para que se continúe el tratamiento de desintoxicación y pueda ser dada de alta. Dale esto a tu relevo y ya puedes retirarte. Si deseas ayudar a marcar a los familiares, puedes hacerlo… Tú siempre eres de los que se esfuerzan más allá de lo que les corresponde, por eso eres mi favorito- Se despidió de mí dándome un beso en la mejilla y un abrazo fuerte, un hábito que era común en ella. Después comenzó a prepararse para retirarse a descansar y yo me dirigí hacia la cama de la joven, con el fin de poder trasladarla al piso de arriba y dejarla con mi relevo.    Coloqué la camilla a un lado de la cama once, donde estaba Shelly aún inconsciente. La tomé entre mis brazos y la cargué para subirla en la camilla. Cuando estaba su cuerpo inerte junto a mi pecho, sentí un vacío en mi corazón, y me percaté de su total ligereza. Era como cargar un bulto de plumas. Al recostarla en la camilla, noté que era verdaderamente pequeña, en comparación a mi tamaño, ya que yo era muy alto,incluso más alto que los hombres en promedio.  Traté de recostar su pequeña cabeza en una almohadilla, y así, teniendo su rostro frente al mío, su boca se abrió ligeramente y dejó salir un suave suspiro que logré percibir entre las células de mis labios. Una ligera vibración logró tocarme, siendo impulsada muy sutilmente con un efímero empuje de aliento.  No sé lo que sentí en ese momento. Solo aquellos que hayan vivido algo así podrían entenderlo. Pero fue una especie de señal espiritual que me indicaba que mi misión era estar a su lado en esos momentos.    Con los vellos rubios de mis brazos aún erizados, comencé a empujar la camilla de Shelly entre los pasillos y los elevadores, volteando constantemente a verla, como si yo estuviera esperando que despertara y me dijera algo. Finalmente llegué al piso 3, y busqué en la recepción a mi relevo. -Buenas noches Lola. Voy a asignarle esta paciente a James. ¿En qué cama la puedo instalar?- Pregunté a la recepcionista, quién era una señora muy amable y cariñosa. -Buenas noches mi niño. Tengo vacías la 11, la 23, la 27…- Me indicó como era rutina, pero está vez noté algo demasiado extraño, y de inmediato la interrumpí. -¡Espera, espera! ¿Dijiste 11,23 y 27? ¡No puede ser!...- la dejé en suspenso. -¿Qué dices mi niño? ¿Por qué no puede ser? ¡Hasta te quedaste pálido!  - Lo que pasa, es que justamente la traigo de una cama once… -Bueno, es coincidencia… - Ni tanto, porque, verás… 23, es también mi edad… -¿Y eso qué? - Que además, también dijiste 27, justamente la edad de ella…¿No te parece extraño?- Me quedé impactado y perdido en entre el misterio de mis pensamientos. -Bueno, niño… si crees en los ángeles, se dice que envían mensajes a través de los números. Quizás tú y esta niña están conectados de alguna manera.- Me dijo volteando a verla. -Creo que sí, Lola. Tienes toda la razón. Desde que la trajeron, empecé a tener un impaciente interés por saber qué le habría pasado… Mientras la señora Lola, que también era una gran amiga mía, comenzó a inspeccionar físicamente a Shelly, empezó a meterme una idea nueva a mi cabeza: -Bueno, no creo que sea una conexión de amor, porque mírala, es muy poco agraciada la pobre, y tú mereces una mujer tan hermosa como una princesa… Más bien yo creo que quizás sea tu misión ayudarla… ¡Sí, eso debe ser! ¡Tú eres el chico más generoso que conozco y ayudar a una desconocida puede ser una gran experiencia para ti!- Dijo alegremente mientras acariciaba con ternura mis mejillas como si fuera un niño pequeño.   -Talvez tengas razón Lola… No lo sé… Si hoy, aún no es dada de alta y la vuelvo a ver en mi siguiente turno, ya veremos qué es lo que pasa. -Muy bien chiquillo. Bueno, entonces elije la cama que quieras y termina de instalarla, James aún no llega, pero en cuanto llegué le diré que vaya contigo para recibir tu paciente misteriosa. Yo espero que ya no tarde, ya pasaron cinco minutos después…   Asentí con la cabeza sonriendo, y me quedé con la cama 11, de nuevo. Ya faltaba muy poco para irme y aún sentía que mi deber era avisar a sus familiares y tal vez indagar un poco más sobre lo que pasó. Además, sentí que mi misión con ella iría mucho más allá, que no se quedaría solo en esa habitación.   Esperando a que ya llegara James, el playboy del hospital, volví a sostener a Shelly entre mis brazos para recostarla en su nueva cama.  -No te preocupes pequeña, todo saldrá bien.- Exhalé con una voz susurrante, como si mi interior supiera que ella podría escucharme. De pronto, aún con los ojos cerrados, sus labios se entreabrieron y desprendieron una sola palabra para mí:  -¿Mamá?    Emocionado, comencé a tomarle signos vitales y empecé a hablarle, confiando que Shelly ya había recuperado el conocimiento. Su pulso aún era un poco bajo, pero parecía que volvía poco a poco en sí. -¡Shelly!, ¡Shelly! ¿Me escuchas? ¿Sabes dónde estás? -Hmmm… ¿Mamá?   Comencé a moverla un poco del hombro y a iluminar sus pupilas con una lamparita para intentar que su cuerpo recobrase todos sus sentidos.   -¡Mamá! Mamá, ¿dónde estoy?   Esta vez ya no le dije nada, parecía que todo estaba funcionando bien y que su cuerpo ya estaba por regresar nuevamente a la realidad. Le coloqué el suero rápidamente para que la hidratación ayudará a su cerebro. Solo unos segundos tardó en abrir con adormecimiento sus pequeños ojos. Estaba parpadeando y volteando hacia todos lados, intentando situarse y adivinar lo que pasaba.   -¿Dónde estoy? ¿Dónde está mi mamá?- Me preguntó con voz torpe y adormecida, intentando enfocarme con sus ojos. -¡Bienvenida! Tuviste una crisis y ahora estás en el hospital. Yo soy tu enfermero Michael. ¿Cómo te sientes?  -Bien, creo… ¿Hospital? ¿Y mi mamá?... Continuó preguntando, todavía intentando estabilizar sus cuerdas bucales. -¿Sabes lo que sucedió? ¿Recuerdas por qué estás aquí? -Hmmm… No...- Respondió tallándose los ojos e intentando recordar. -¡No te esfuerces! Toma tu tiempo. Te dejaré sola un momento, ahora vuelvo…   Salí contento de la habitación para buscar a James. Ahora que Shelly había despertado, ya podríamos saber dónde encontrar a su mamá. Busqué entre las habitaciones contiguas, pero no estaba James, así que me dirigí a la recepción del piso nuevamente.   -¡Lolita! ¿Sabes dónde está James?- Le pregunté, mientras ella colgaba la bocina del teléfono. -Precisamente, acaba de llamar. Dice que está atorado en el tráfico de la avenida Emerald Port. Le calcula que llega en una media hora. Pero no te preocupes mi niño. Me encargó que recibiera a sus pacientes y avisará a la jefatura para que envíen  un reemplazo mientras él llega. - Lo que pasa es que mi paciente, Shelly Thompson, ya ha recuperado la consciencia, hay que avisar al director para que envíen a los doctores. Y aún hay que avisar a los familiares de esta señorita. Qué te parece si avisas a la jefatura de enfermería que yo me quedaré a cubrir esa media hora extra. -Está bien mi niño. Ahora mismo. Pero, ¿No estás cansado? Ya son más de las siete de la mañana y no has dormido… -No te preocupes Lola. Solo es media hora más. Llegaré a desayunar y a descansar lo suficiente. Además, mañana no es mi día de descanso. -Está bien mi niño, lo que tú digas. Ya te mando a los doctores…   Cuando un paciente regresa del coma, un comité de doctores de diferentes especialidades es enviado para verificar el estado del paciente. Todos tratan de observar al paciente para descartar anomalías o en su defecto, enviar a realizar estudios específicos. En cada turno hay un comité diferente. Yo no conocía muy bien a los doctores del turno de la mañana, por lo que deduje que tenía tiempo para revisar a los demás pacientes del piso de James y ver si alguno necesitaba algo. Esto le daría más tiempo a Shelly para despertar y recordar todo lo sucedido.    Varias de las camas no necesitaban nada. Algunas solo requerían cambiar el suero. Me encontraba cambiando el suero de un paciente mientras noté que en el pasillo estaba pasando el comité de doctores hacía el cuarto de Shelly. Terminé la colocación y fui de inmediato hacia allá. Los doctores ya tenían el expediente en sus manos. Todos estaban alrededor de la cama. Formando un semicírculo. Parecía una especie de jurado. Entonces comenzaron a hacerle preguntas: -¿Cómo te sientes? -Bien, me siento bien. -¿Cómo te llamas? -Shelly Thompson… -Muy bien Shelly. ¿Cuál es tu edad? -27 -¿Sabes qué día es hoy? -La verdad, no sé cuánto dormí… ¿Es domingo? -Hoy es viernes, solo estuviste tres horas dormida desde que te ingresamos. Muy bien, te voy a preguntar algo muy delicado, pero no queremos que te emociones o te presiones por responder. Solo trata de recordar hasta donde puedas. ¿Recuerdas lo que sucedió ayer? ¿Qué estabas haciendo durante el día? -Sí… Lo recuerdo todo… yo… Es que… Fue mi culpa… Yo tomé todas esas medicinas…   Entonces, con su mirada hacía el suelo empezó a llorar y dejó de explicar. Trataba de controlarse pero no lo conseguía. Inmediatamente, todos los doctores comenzaron a hacer sus respectivas anotaciones.   -Tranquila Shelly. Solo queremos saber si hay alguien que pueda explicarnos lo sucedido, algún testigo… Tu papá, tu mamá o alguien… Aquí dice que aún no localizan a tus familiares, ¿crees que puedas decirnos dónde localizarlos?   Shelly se llevó la mano a la boca, intentando contener su llanto cada vez más y más intenso. No pudo decir nada, solo negó con la cabeza.   -¡Vamos! ¡Respira! Todo tiene solución… trata de controlarte y responder. Es muy importante que localicemos a tus familiares.- Dijo una de las doctoras del comité.    Yo pensé que era imposible que ellos, o cualquiera, entendiera lo que Shelly estaba pasando. No podíamos ponernos en sus zapatos. Quizás a la doctora le parecía fácil calmarse, porque nunca le había pasado lo mismo que a Shelly. Sin embargo, era verdad que localizar a los familiares era necesario, ya que al menos una persona conocida debía responsabilizarse por el paciente a la hora de su egreso, en el caso de que se requiera autorización para una operación o en el caso de que el paciente requiera algún tratamiento que afecte su movilidad… Así que entendí porqué los doctores estaban presionando a Shelly para responder. Pero no pude evitar intervenir:   -¡Por favor! ¡Miren cómo está! ¡Tengan consideración! Dejen que se tranquilice… Yo me comprometo a investigar el contacto de al menos uno de sus familiares. -¿Usted, enfermero? ¿Y dónde está el joven James Rico? -Llegará en unos minutos. Soy el enfermero de reemplazo mientras tanto. -Está bien enfermero. Asegúrese de indicarle a James todo el caso y el contacto del familiar, es sumamente importante. -Sí, doctores. Yo me haré cargo. -Buenos días. Shelly, te veremos más tarde. Con permiso.   En cuanto los doctores comenzaron a retirarse, Shelly se entregó perdidamente a su llanto. Se dejó caer en la almohada, sin fuerzas, como una pesada materia inerte. Sus brazos estirados sobre las sábanas no mostraban movimiento alguno. Solo se podía percibir el profundo vaivén de su diafragma y la vibración incontrolada de su cabeza. El único sonido en la cama 11 era el sollozo de una inocente joven golpeada por la vida. Era inútil tratar de sacarle palabra alguna. Solo tomé una silla y me senté a observarla, esperando a que en un momento se tranquilizara.    Después de un par de minutos el llanto comenzó a quedarse sin fuerza. Ella sabía que yo estaba a su lado izquierdo, sentado y mirándola. Pero no quería ni mirarme. Sus ojos llenos de cristales de sal, estaban perdidos en la nada.    De pronto, dejó salir un suspiro profundo sabiendo que ya había dejado salir mucho dolor por sus ojos, y comenzó a hablar.   -La única persona en el mundo que me ha amado, me ha dejado…   Yo no sabía si esperar a que ella siguiera hablando o no, o decirle algo. Por varios segundos nos quedamos en un silencio profundo. Sus sollozos eran cada vez más sutiles. Entonces hice un comentario bastante insensato:    -Él no valía tanto la pena… Hay más peces en el mar…   De inmediato me dió la espalda muy molesta, y con lágrimas de coraje me respondió:   -¡No me refiero a un hombre! ¡Estúpido! ¡Mi mamá! ¡Mi mamá se ha ido para siempre!   Y de nuevo rompió en un llanto incontrolable. Avergonzado, traté de disculparme. En verdad me dolió que me haya llamado estúpido, tanto que pensé que no había ninguna necesidad de que yo estuviera entrometiéndome en su vida.   -¡Auch! ¡Lo siento! No sabía… Discúlpame… No debí decir eso… Sé que perder a una madre, no tiene comparación… seguro no quieres hablar de eso… mejor, te dejaré sola…   Me levanté de la silla, y como gato herido, me dispuse a abandonar el territorio. Cuando estaba por salir, me llamó para detenerme:   -¡No! ¡Espera! ¿Michael me dijiste, verdad? -Sí, Michael. Pero pronto llegará James, que será tu enfermero todo el día… Ya no tendrás que soportar más comentarios estúpidos de mi parte… lo siento mucho… -¡Ah! Ok… Este… no te preocupes… es solo que aún no puedo con este dolor… Además, tampoco estabas tan errado… Antes de lo de mi mamá, también sufrí una ruptura…   Entonces volvió a llorar. Con dificultad para seguir su historia, noté que aún así quería que me quedara con ella un momento más. Pensé que solo quería desahogarse con alguien. Así que volví a sentarme a su lado.   -¡Vaya! Parece que te han pasado muchas cosas malas…- comenté al aire, tratando de tranquilizarla de nuevo. -¡Sí! ¡No sé porqué simplemente no me muero! -¡No digas eso Shelly! Hay muchas personas que te quieren y les dolería mucho perderte… -¡Nadie! ¡No tengo a nadie en el mundo! ¡Nadie que se preocupe por mí! ¡Nadie a quien yo le importe! ¡Nadie sabrá si vivo o muero!   Sus comentarios eran evidentemente comentarios de una paciente de depresión con tendencias suicidas. Era muy importante que alguien a su lado la acompañara para que se desahogara y comenzara a ver que sí tenía personas que se preocuparan por ella. -¿Nadie?- le pregunté escéptico -¿Cómo es que no tienes a nadie? - Absolutamente nadie. Es que, es una larga historia… -¿Nadie de tu familia ve por ti? ¿Vives tú sola? - Ella era mi única familia… - Pero… ¿Y tus amigos? ¿Tías, primos, abuelos?   Negó con la cabeza mirándome a los ojos, con la cara sonrojada por el llanto. Trató de incorporarse, sentándose ligeramente en la cama. Dejó escapar un suspiro y volteó a verme. Estaba lista para comenzar a confesarme todo lo que había pasado y por qué no había nadie de su familia a su lado.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD