Desde aquel día en que pusimos punto final a nuestra bonita relación, juro que intentaba tener mi mente libre y abierta con las personas que iba conociendo. Es decir, tenía claro que primero debía sanarme yo misma para seguir adelante, pero fuera de eso, la realidad era que no estaba buscando pareja porque tampoco sentía que la necesitaba, como le pasa a muchas personas cuando recién se separan y no saben estar solas. Claro que lo mismo me había pasado al llegar a la capital, y justamente sin buscarlo, había aparecido Fabrizio y se había dado entre nosotros esa relación tan bonita que duró ni más ni menos que lo que tenía que durar… el tiempo exacto para sumar mutuamente en el otro, y para enseñarnos cosas buenas y también de las otras. Porque soy fiel creyente de que todo pasa por algo,