2. Nuevos conocidos

1649 Words
Sentir los rayos suaves del sol me hicieron abrir los ojos y conectarme con mi alrededor. Lo primero que mis ojos vieron, tras acostumbrarse a la sensación de estar despierta, fue el techo pulcramente blanco, entonces el pensamiento random cruzó por mi mente: Este color es perfecto para mi habitación. Fue ahí cuando pisé tierra, no estaba en mi habitación... Entonces, ¿dónde estaba? Me puse en pie en cuanto pude lo que me llevó a un mareo justificado por mi apresurada acción la cual, dicha sea de paso, causó ruido. Así que, era muy probable que ya hubiera alertado a quién sea que estaba detrás de esto; porqué sí otra vez secuestrada comenzaba a ser una opción viable. Miré alrededor considerando cada detalle parecía una habitación regular, definitivamente pertenecía a un hombre por la decoración y los detalles. Mientras iba inspeccionando con la mirada, todos los recuerdos me volvieron a llegar de golpa, al menos los más imprescindibles para constatar que sí había sido secuestrada. Salvo por un detalle, no estaba amarrada a nada, la habitación era común, con muchas cosas fáciles de identificar, la ventana se mostraba anchamente sobre para de casi toda una pared, parecía estar en un bosque, y lo principal, la puerta no parecía tener seguro, para ser precisa estaba entre abierta como si no hubiera necesidad de cerrarla. ¿Había sido realmente secuestrada? Estoy muy segura que Anna no me hubiera tratado de esta manera, me odiaba demasiado por alguna razón que nunca llegó a confesar. Vi una sombra por debajo de la puerta, rápidamente me puse detrás de esta misma. Mi intención era atacarlo por la espalda y huir, de alguna manera había logrado obtener un objeto lo suficientemente pesado para dejar inconsciente a cualquier humano al primer golpe. Cuando la puerta se abrió un poco más y dejó ver al autor de esto, me lancé. Como dije, el objeto pudo haberle hecho daño al primer contacto, pero fue inhumanamente rápido para esquivar mi ataque, como si lo viera venir; es más, podría asegurar que vi azomar en sus labios un poco de sonrisa compartida con picardía. Aun así, eso no perdí el enfoque y traté de pelear. Y digo “traté” porque no estaba en mis mejores condiciones, meramente pude sostener en mi supuesta pelea porque sus movimientos seguros me indicaban que no estaba tomando en serio esto, unicamente esquivaba mis golpes como si no quisiera hacerme daño, ¿por qué un secuestrador no me quisiera hacer daño? Rendida, y siendo consiente de que esto no iba a llevar a nada productivo, lo enfrenté: — ¿Quién eres? — Pregunté al grano, pero él no respondió. Mi pregunta real no era esa, sabía quién era, lo había reconocido en el momento en el que pisó la habitación, el muchacho del tren. — ¿Por qué me tienes secuestrada? — Volví a intentar apuntándolo con el objeto. Escuché su risa incrédula. — ¿Por qué rayos piensas que esto es un secuestro? — Lo miré confundida. — Yo fui quien te salvó la vida, pudiste haber muerto en el bosque, en el estado en el que estabas. Una imagen de su rostro pasó por mis recuerdos, él había sido la última persona que vi. — Si eso es cierto, ¿por qué no desperté en casa junto a los míos? — Pregunté un poco alterada, recordando a mi familia, ¿cuántas horas habrá pasado ya? — ¿Por qué no me llevaste a un hospital como lo haría cualquier persona normal? — A estas alturas asumo que te habrás dado cuenta que no encajo en esa definición. — Lo sospechaba. — Entonces... Volvemos al mismo punto. — Lo apunté con el objeto inofensivo en un intento de verme amenazante. — ¿Quién rayos eres? ¿Cuáles son tus intenciones?— Esto último me sonó mucho a “amigo o enemigo” de Toy Story. Moví la cabeza sacudiendo esos inútiles pensamientos y enfocarme en la realidad. — ¿Qué piensas hacer conmigo? — Añadí una nueva pregunta. Otro gesto de esos, como si lo tuviera todo bajo control. — ¿Vas a entregarme con ella? — Por primera vez sus ojos mostraron asombro como si hubiera acertado en algo que no debía. — Estas trabajando con esa bruja, ¿no es así? Por eso es que me espiabas. — Emma... — Se trató de acercar más pero retrocedí instintivamente. — No creas que te haré las cosas tan sencillas, ¡tendrás que matarme primero! — Le lancé el objeto que cargaba como respaldo aprovechando que mi grito lo distrajo momentáneamente, corrí fuera de la habitación. Mi primera intención era salir de esta enorme casa, pero como ya lo había dicho, era enorme. Fuera de eso, mis cortas piernas y mi fatigado cuerpo no iban a cooperar para lograr el objetivo. Así que, fui a lo más rápido, encerrarme en la primera habitación que vi, la cual resulto ser un baño. No tenía ninguna ventana como en las películas. Me supo encontrar más rápido de lo que tenía en mente, eso me dejaba con menos opciones. Lo que me llamo la atención, debo confesar, fue su paciencia. Me hizo saber que había sido descubierta, pero se mantuvo ahí justo detrás de la puerta, esperando (según sus propias palabras) que saliera por voluntad propia. — No pienso salir. — Le dejé muy claro. — ¡Puedes decirle a Anna que no voy a seguir jugando a lo que sea que este jugando esta vez! — ¿Anna? — Se preguntó en voz alta. — ¿Crees que te traje conmigo por ella? — ¿Por qué más iba a ser, entonces? — Reclamé. — Todo tiene sentido... — Me interrumpió. — ¿No te hace opción que sea porque quiero protegerte? — No me dejo responder. — Supongo que un extraño no puede entrar en esa categoría. — Tú lo haz dicho. — Repliqué sin bajar la guardia a pesar del tono de su voz. — No hagas como si nos conociéramos de toda la vida. — Lo acusé. — Una parte de mi esperaba que no me olvidarás, supongo que eso era mucho de esperar. — Ese tonito otra vez. ¿Por qué le afectaba tanto? Se aclaró la garganta. — Emma, — dio unos golpecitos a la puerta— sé que es difícil de creer, pero te aseguro que nunca haría algo que causara tu infelicidad. — Parecía muy sincero. — Por favor, confía un poco en este extraño y te prometo que no te arrepentirás. Abre la puerta. — ¿Por qué si tanto quieres ayudarme no me llevaste con los míos? ¿Por qué me tienes retenida en sabe-quien-dónde? — Quería abrir, algo me decía que no era peligroso. — Porque no estaba seguro que quisieras eso. — Reí fuertemente, ¿quién iba a querer quedarse apartado de casa? — Después de todo, ya no estas en buenos términos con él. — ¿Lo conoce? Obviamente lo conoce, estuvo espiándome por un buen tiempo probablemente. ¿Quién rayos era este tipo? — Si te abro la puerta, ¿me regresaras con los míos? — No debería hacer este tipo de preguntas. — Si así lo quieres, así será. — Aseguró. — Solo estaba esperando a que recuperes la conciencia. Tragué saliva, ¿de verdad podía confiar en este tipo? — Antes dime, ¿de dónde crees que nos conocemos? — Escuché su respirar pesado. — No creo que sea un buen recuerdo. — Me advirtió. — Dime. — Pedí. — ¿Quién eres? Tuvieron que pasar segundos antes de volver a escuchar su voz. — Aquella noche que decidiste borrar... Fui yo quien te salvo como ahora, fui yo ¿no lo recuerdas? — El muchacho... Aquel accidente que me hicieron olvidar. Aun puedo recordar esos ojos. — Sé que fuiste a terapia, no me recuerdas, lo entiendo. Pero, puedo jurarte que no es la primera vez que nos vemos. Abrí la puerta. Tenía que comprobarlo con mis propios ojos. En cuanto encontré sus ojos, mis recuerdos viajaron en el tiempo. Aquel lugar dónde fui victima de primer encuentro con uno de ellos, mi mayor trauma había dejado también un rayito de esperanza, él. El muchacho que me ayudo, era él. — Jake, posiblemente nuestra amiga este siendo torturada o algo peor.— Paola estaba comenzando a exasperarse, después de todo no tenía nada de información y todo indicaba que Anna estaba involucrada. — No tenemos tiempo, así que si sabes algo que sirva de ayuda para la policía ¡Dilo! — ¿Policía? — Evidentemente era lo más prudente en esta situación, al menos para la mente de un humano. — Eso es lo que se hace cuando alguien desaparece. — Explicó lo evidente. — Ya ha pasado un día, tal vez si le explicamos el caso tengamos suerte y puedan considerarlo como una desaparición. — Pensó en voz alta. — Además no podemos mantener a los padres de Emma creyendo que esta bien, merecen saber la situación actual. — No podemos hacer eso. — Sentenció el moreno. — No podemos decirle a la policía y mucho menos a los padres de Emma, ¿Me oíste? — Casi casi era una amenaza. — ¿Qué estas diciendo?— Jake no respondió.— Bien, si no quieres contarme lo que sabes, no lo hagas. Pero, tengo a mi mejor amiga desaparecida y no voy a parar hasta encontrarla. — Camino hacía la salida, y antes de cerrar la puerta, le gritó: ¡Con o sin tu ayuda! Las cosas no pintaban bien. Todo el grupo tenía la misma preocupación en mente, pero no la misma información; en pocas palabras, el grupo se había esparcido sin siquiera darse cuenta. Todos querían ayudar a Emma, pero en la situación actual les sería imposible hacerlo, al menos no en el tiempo requerido.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD