Paola siempre había sido muy buena conduciendo, se le hacía tan sencillo como manejar una bicicleta. Sin embargo, sea por el estrés o lo que sea, exactamente hoy, cuando más necesitaba concentrarse, no lograba mantener su vista en la carretera, como si de un zombie se tratara. ¿Era entedible? ¡Totalmente!
Emma está desaparecida, volvió a pensar.
Quiso llorar porque sabía que eso habría infinidad de posibilidades, desde ya una desaparición era la peor situación en la que un ser humano podría estar, involucraba secuestros y otras cosas que ciertamente no quería profundizar en ese momento; por eso, contrario a llorar golpeo el timon frente a ella, en un acto de liberar su frustración. Su preocupación.
Comenzaba a entender un poco el punto de su amigo, las autoridades casi nunca eran de ayuda para Emma, teniendo en cuenta de su situación y la loca obsesionada por Emma...
¿Será ella?, vino una idea a su cabeza.
Venía demasiado distraída en sus propios pensamientos, en las multiples posibles situaciones que su amiga estaba viviendo y, ella simplemente se sentía tan frustrada por no hacer nada más que manejar a ningún lugar especifico; y es que, por un momento, Paola llegó a desear que siquiera una pista le sea mostrada, momento antes de sentir el sonido de un cuerpo chocar su auto en movimiento.
Sí, aparentemente había atropellado a alguien. Eso fue lo primero que pasó por su mente al ver el cuerpo de un joven que no aparentaba más de 20 años sobre su coche, entró en pánico; sin embargo, peor fue su impresión al verlo recomponerse con total facilidad. La situación la dejó tan perpleja como para querer quedarse quieta.
Quiso, más no lo hizo.
Paola bajó del coche haciendo fuerza de voluntad para que sus extremidades dejasen de temblar, trató de pisar firme y sostenerse. Aun así, al ver al muchacho frente a sus ojos no pudo soltar un pequeño gemido de angustia, ¿qué era aquello? Ella estaba segura que le había hecho mucho daño, ¿cómo rayos estaba manteniendose de pie tan ridiculamente facil?
— Tú... — Paola no podía lograr que su voz se mantuviese bajo control, titubeaba, murmurraba y no lograba concentrarse en una sola cosa. — Tú... — Volvió a repetir. Es que a este punto la muchacha no sabía si debía estar preocupada por el individuo o ayudarlo, entonces recordó un detalle. — ¡Tú saltaste sobre mi coche! ¡Animal!
— Esa es una bonita forma de describirme. — a Paola no pareció agradarle ese comentario, lo miró con ferocidad.
— No entiendo cómo rayos estás bien, — suspiró tratando de no ser tan ruda— y usualmente suelo ser amable, pero no logro contenerme con idiotas que ponen su vida en riesgo.
— ¿Ahora también idiota? — Paola se dio cuenta que estaba llegando a su límite.
— Escucha... — Volvió a suspirar. — ¿Cómo te llamas? — Dijo acercandose al tener la confianza suficiente que no se trataba de un ente. Comenzó a revisarlo a medida que sus ojos y le permitían. — ¿Cómo te llamas? — Volvió a repetir.
— Mis amigos— no tenía amigos— me dicen T, pero tú puedes decirme Thiago. — Le sonrió con esa tipico gesto de sabeloto.
— Thiago, — pidió permiso para revisarlo con el tacto— parece que no estas herido. Sin embargo, como fue mi coche al que escogiste para bueno... Ni siquiera entiendo porqué harías algo tan riesgoso como eso.— Pensó, y vió al mismo tiempo que él planeaba responder, pero lo detuvo. — Y claramente no me interesa. — Thiago hizo un gesto dando a entender que le daba igual. — Debo preguntar si te sientes herido, física o mentalmente,— murmurró lo último— y deseas ir al hospital. De ser así, dejame ayudarte.
Thiago sabía, y no porque fuese un ser sobrenatural, cuan apurada debía estar Paola en estos momentos; pero le fue grato escuchar que incluso en este momento crucial tuviese espacio para ayudar a un extraño. Agradeció que Emma creciese junto a gente con principios tan nobles, leales a ella. Estaba demás decir lo mucho que Emma valia en su vida.
— De hecho, yo vine a ayudarte. — Aclaró. — Emma realmente hizo una buena amiga.
— ¿Emma, dijiste? — Paola se alarmó. — Tú... Tú... — Otra vez.
— Sí, si sé dónde está. — Se anticipó.
Paola entendió todo mal.
— ¡Tú la secuestraste! — Lo acusó sin procesarlo.
— ¡Ugh! — Thiago hizo cara de fastidio. — ¿Por qué todos creen que se trata de un secuestro? — Se preguntó. No la dejó responder. — No importa, te llevaré con ella. — Paola parecía no confiar en él. — ¿Quieres ver a tu amigo o no? — Repuso.
— De acuerdo, — sabía que era la peor decisión lógica que había tomado jamás. Un desconocido apareciendo de la nada ofreciendole llevarla dónde su amiga, parecía más un doble secuestro o algo peor; sin embargo, quiso confiar en los ojos de ese muchacho. — pero— lo amenazó— toda mi familia y amigos saben la ruta que estoy tomando. — Totalmente mentira. — Si no regreso a tiempo irán tras de ti, te lo aseguro.
— Al tiempo que regreses es algo que tú decidirás, no yo. — Le respondió poco afectado por las palabras de la rubia. Le dio la espalda y se hincó, Paola no entendió. — Sube.
— Puedo ir caminando. — Demandó. Y se puso en marcha queríendo continuar con el camino por carretera. Thiago la tomó como un sacó de papas y la puso sobre su hombro. — ¡Sueltame!
— No lo creo, darling. — Y fue lo último que la rubía escuchó.
CINCO HORAS ANTES
Había pasado menos de una hora desde que despertó y Emma ya se sentía más cómoda en ese espacioso lugar, escuchando atentamente los detalles de lo que Thiago le contaba; no le sorprendió mucho enterarse de su naturaleza, podría decirse incluso, que fue de su agrado saber que no era un hombre-lobo sino un vampiro.
De todas maneras, ¿qué era peor que saber la realidad del mundo en el que vivía sino de la persona que la había rescatado?
— Así que eres un vampiro y todo lo irreal existe. — Resumió. — ¿Todos saben esto...? Evidentemente la familia Lautner sí. — Se respondió sola.
— Solo los que estan involucrados con el mundo mágico. — Eso clarificaba muchas cosas.
Emma sintió coraje porque se dio cuenta de algo tan simple que antes no pude ver: Todo su grupo de amigos, todos ellos sabían de la existencia de todos estos seres, de la magia. Luego pensó en la única persona que propablemente estuviese viviendo en la ignorancia tal como ella lo había hecho hasta ese momento, Paola.
— Ella debe estar buscando en la nada. — Pensó en voz alta. — Luego se dio cuenta del tiempo. — Mis padres... — Creerán que es una desaparición, o un secuestro. — ¿Por qué no me llevaste a casa en cuanto me encontraste? — No había desconfianza en su voz. — ¿Por qué esperaste a qué despertara?
— No sabía si querías regresar. — Emma quiso reír de lo rídiculo que sonaba eso. — Si regresas ahora, él irá a verte, lo sabes.
Ella lo sabía, la pregunta era como él lo sabía. Pregunta que Emma pudo responder segundos después de armar todo en su mente, él la seguía de lejos; contrariamente a hacerla desconfiar, ese hecho le causo una especie de comprensión, él ya había confesado lo importante que ella era en su vida, se sentía inusual no sentir desconfianza, así que siguió su corazonada y cerró el asunto.
— Es cierto, no lo quiero ver. — Confirmó. — Quiero poder enfrentarme a esa especie, estar preparada cuando ella regrese. — Se refería a Anna.
— Si estás dispuesta a aprender del mejor, podríamos pulir ese talento nato. — Emma no entendió a qué se refería con ¨talento nato¨, pero no le tomó la gran importancia. — ¿Qué dices? Dejame entrenar contigo.
Emma estaba segura que con él iba a aprender una perspectiva nueva de combate, aún así no estaba bien confiar de buenas a primeras en un vampiro que acaba de confesar su devoción inexplicabe por ella. No hay manera lógica de explicar lo que pasaba por la mente de Emma, solo se podría resumir en instinto.
— Me encantaría. — Concedió. — Pero, debo ver a mis padres, confirmar que todo esta bien con ellos.
— Ahora mismo tu cuerpo no esta en condiciones para hacer una gran caminata. — ¿Dónde rayos se encontraban? — Dime que puedo hacer por ti, ¿quieres que los traiga? — Eso no ayudaría a su cordura.
— A mi amiga, por favor, trae a Paola. — Pidió.
En lo que Thiago se había ido a traer a Paola, Emma no había perdido el tiempo en recapitular todo el lío de este nuevo mundo que al parecer todos en su entorno conocían. Quería regresar cuanto antes a casa para ver a sus padres, y ahora que Emma consideraba a los Lautner como una amenaza se sentía aun más culpable por dejarlo entrar en su casa.
Armó mil escenas en su cabeza, de todos los escenarios posibles, pero cualquiera fuera el caso no podrían herir a sus padres mientras su amigo Jake estuviera por los alrededores. Sí, estuvo fastidiada por todo lo que se había enterado, aun así, Emma se puso en sus zapatos y sabiendo era un tema delicado, supo que probablemente ella hubiese hecho lo mismo.
Mientras iba pensando y dando vueltas por las afueras de la casa, llegaron Thiago y lo que quedaba de Paola. La traía en sus hombros, por lo que, una vez estuve en tierra lo primero que hizo fue vomitar; Emma corrió hacía ella con un pañuelo en la mano, la primera acción fue limpiar a su amiga mientras ella aun estaba encogida.
Paola levantó el rostro y con los ojos llorosos al reconocer las manos delicadas de la rubia, la abrazó sin consuelo, estaba tan asustada por ella.
— ¡Estaba tan asustada! — Lloró en su hombro.
— Estoy bien, lo prometo. — Le limpió la cara.
— Pero... — Trató de recomponerse. — ¿Qué sucedió...? — Miró a su costado, y la última información recibida volvió a su mente. Puso a Emma detrás de ella. — ¿Qué le hiciste? — Preguntó amenazante. Emma trató de separarse. — No... No, lo entiendes.
— La que no entiende eres tú. — Comentó suave, Thiago.
— Aléjate de nosotras. — Le ordenó, Paola.
Thiago encogió los hombros, no se había movido ni tenía las intenciones de hacerlo.
— Pao, no es así. — Aclaró, Emma. — Me ha cuidado todo este tiempo.
— Pero... ¿Sabes qué dijo que es? — Parecía temerosa. — ¡Después de tirarse sobre mi auto! — Emma miró a Thiago, y él solo atinó a mostrar una sonrisa picara. — ¿Acaso crees lo que él dice?
— Amiga, hay mucho por ponerte al día. — Resumió.
Se la llevó para dentro de casa, así podían hablar más a gusto.