Mis manos sudan, no dejo de trotar mis dedos una y otra vez.
Llevo un vestido blanco que se ajusta muy bien a mi cuerpo, mi cabello está recogido en una coleta alta, con varios flequillos en frente. Unos tacos negros no tan altos, con las gafas puestas me adentro al lugar.
Jhon aún no llega y hay que esperarlo, a mi lado está su asiento vacío, miro a cada segundo su asiento sintiéndome incómoda.
—Lamento la tardanza —su olor me abofetea, y su presencia me pone la piel de gallina.
La jueza nos mira a ambos, y presiento que sólo nos harán firmar, en las películas siempre se toman una semana para analizar y ver si de verdad necesitamos divorciarnos.
—Tienen dos hijos, ¿tienen en cuenta que eso les afectará?—ambos asentimos. —. ¿Por qué desean divorciarse y con tanta prisa?
—Discutimos m
