Emily Rose. Abro los ojos lentamente y un aroma varonil me envuelve, su calor corporal me hace sentir segura en medio de sus grandes brazos en donde estoy bien sujeta a su pecho amplio. Levanto la vista lentamente y allí esta, el hombre por quien sufrí tanto, por quien lloré día tras día mientras en mi vientre su hijo crecía rápidamente, lejos de mis amigos, de mi trabajo, de mi cuidad, escapando de mi cruel realidad. «¿Por qué?» Me pregunto con el corazón hecho trizas, aunque trizas es poco decir, la definición correcta es nada. Tengo el corazón hecho…nada. Pudimos haber tenido todo, juntos, aunque ahora eso suena algo lejano, por no decir difícil e imposible. Mucho de esto se hubiese evitado si tan solo hubiésemos tomado la decisión correcta, una sola llamada hubiese cambiado todo;