OLIVER
¡hija de… Darcy!
Pienso viéndola salir importándole una mierda lo que acabo de decirle, respiro profundamente cuando la puerta se cierra tras ella lo que me hace recuperarme observando a la chica que me observa sin saber qué hacer.
- Largo – ordeno sentándome viendo la puta paleta de caramelo que se encuentra frente a mí. – como si me gustara el dulce – murmuro tomándola, abriéndola y metiéndomela en la boca. – la odio… - mi celular vibra viendo que se trata de un mensaje de mi madre pidiéndome que suba para que coma con ellos.
Con la paleta aun en la boca salgo de la oficina subiendo a la de mis padres donde al entrar voy directo a la terraza exclusiva para ellos, al llegar me siento junto a mi madre tomando la copa con agua.
- ¿eso es una paleta? – pregunta papá curioso
- La encontré en mi abrigo – miento lo que ellos fruncen el ceño.
- No te gusta el dulce – habla mamá haciéndome reír sin ganas.
- Solo se me antojo – respondo sin más viendo como empiezan a servirnos - ¿Qué estudiara Eris?
- Economía y negocios internacionales – responde mi padre observándome.
- ¿dos?
- Si, una presencia y la otra a distancia – intervine mi madre como si nada.
- ¿Por qué esta aquí?
- Contactos – se encoge de hombros – en unos años será la cabeza de alguna importante empresa…
- ¿tan inteligente es?
- Si – observo un brillo de orgullo en los hermosos ojos mi madre – nos encantaría que se quedara en el conglomerado – suspira – sería un gran apoyo para ustedes.
- ¿Qué lo impide?
- Recuerda los estatutos de la empresa – habla papá bebiendo un poco de agua - solo la familia puede ser parte de la junta directiva.
Asiento al tiempo que cambiamos de tema en lo que comemos, los escucho preocupados comentar sobre el embarazo de mi hermana. sé que Irisa está pasando por un mal momento, pero sabemos que es consciente de las prioridades y ese bebé en este momento es lo más importante en nuestra familia.
Un rato después vuelvo a mi oficina y al entrar me molesto al notar que ella no se encuentra allí, por lo que vuelvo sobre mis pasos saliendo de nuevo yendo hasta la suya entrando sin tocar y al hacerlo quedo perplejo al verla. Se encuentra de pie frente al enorme ventanal hablando por teléfono mientras observa la ciudad que desde aquí deja ver una hermosa imagen, pero no más que la que tengo frente a mi.
- ¿No te enseñaron tus padres a tocar antes de entrar? – pregunta sin volverse a verme lo que me hace escanearla con la mirada.
Es preciosa, es algo que no puedo negar. Desde la primera vez que la vi me encanto el color ébano de su cabello que en este momento cae por su espalda en delicadas hondas que brillan. Las manos me hormiguean ansiosas por pasarlas entre aquellas suaves hebras. Sin embargo, hay algo en ella que me tiene fascinado y son las hermosas esmeraldas que tiene como ojos y justo en este momento cuando se da la vuelta se encuentran con los míos haciéndome estremecer.
- ¿le pasa algo a tu lengua? – pregunta enarcando una ceja regalándome una media sonrisa divertida lo que me hace sacudir la cabeza.
- Tenemos trabajo – es lo único que sale de mi boca y quiero golpearme al saber que es una estupidez.
- Me siento estafada – comenta rodando los ojos lo que llama mi atención – me habían dicho que eras inteligente. – no sé cómo reaccionar a su más que evidente insulto, pero cuando estoy por decir algo ella toma su iPad antes de caminar hacia mi pasando de largo para salir.
- Maldita… - murmuro respirando profundamente ante de ir tras ella.
Al salir de la oficina la veo de pie frente al ascensor y recordando lo de la paleta me acerco a la secretaria que se vuelve a verme nerviosa.
- Necesito que me consigas algo… - digo a lo que ella toma nota de lo que le pido al tiempo que escucho el sonido del ascensor al llegar. Camino rápidamente hasta este antes de que esa maldita me deje fuera.
Durante las siguientes horas la veo comportarse como una profesional hablando y tratando con los directores de las diferentes áreas, todos la observan como si no creyeran que una niña como ella tenga más autoridad que ellos. Aunque tampoco es que tengan la oportunidad de replicar algo ya que cuando intentan hacerlo una mirada seria de mi parte los detiene en el instante.
Al volver a la oficina nuestra secretaria me entrega lo que le solicite y luego de que Eris me de un resumen oral y escrito de lo sucedido este primer día, cuando termina la veo ponerse de pie con intensión de irse, pero la detengo yendo hasta ella.
- Buen trabajo el de hoy – digo poniéndome frente a ella que enarca una ceja – ten – pongo una pegatina en forma de estrella dorada en su frente – por tu buen trabajo – mi tono es burlón y observo fascinado como se lleva la mano a la frente, quita lo que le puse y al ver de qué se trata su rostro se torna rojo al tiempo que su respiración se vuelve pesada.
- Hijo de… - empieza hablar con los dientes apretados y mirándome a los ojos. sin embargo, un escalofrió me recorre el cuerpo al ver sus hermosos ojos brillar con malicia al tiempo que una sonrisa aparece en sus labios – hasta mañana. - Sin más se da media vuelta saliendo de la oficina dejándome como un imbécil observando el lugar por el que se fue.
Unas horas más tarde llego a casa, pero antes de entrar me quedo un momento en el auto tomando la fuerza necesaria para entrar, no me gusta la sensación de sentirme solo y perdido, todo lo que está sucediendo es algo irreal.
Respiro profundamente antes de bajarme del auto adentrándome a la casa en la que crecí. Una vez dentro voy directo a la cocina donde me encuentro a una hermosa castaña la cual me saca una sonrisa sincera.
- ¿Cómo te fue en tu primer día en el trabajo? – pregunta mi cuñada poniendo un vaso de leche frente a mi lo que me hace reír.
- ¿también me ves como un niño? – pregunto divertido bebiendo un poco a lo que ella me observa curiosa.
- Hornee un pastel de chocolate – responde poniendo una rebanada frente a mí – y sabe mejor con leche.
- Lo sé – digo viendo cómo se sienta junto a mí.
- ¿Cómo te fue? – vuelve a preguntar comiendo de su rebanada de pastel.
- Fue un día tranquilo – me encojo de hombros – exceptuando a mi asistente…
- ¿es pesada? – pregunta haciendo un mohín muy tierno.
- Es la muñequita – respondo haciendo que sonría de forma hermosa.
- Interesante – responde haciendo que niegue con la cabeza.
- ¿Cómo esta Owen? – pregunto cambiando de tema haciendo que el brillo en sus ojos se intensifique y una hermosa sonrisa se forme en sus labios.
Empieza a contarme sobre las terapias físicas, lo difícil y doloroso que están siendo estas, mientras habla yo la observo pensando en lo afortunado que es mi hermano al tenerla a su lado, desde el primer momento en el que esos dos conectaron todos nos dimos cuenta que estaban hechos el uno para el otro.
Lo que tiene Viorica y Owen y lo que tuvo Irisa con Mayner es algo envidiable ya que no es algo fácil de conseguir. Mis hermanos y yo crecimos en un entorno rodeo de una clase de amor único por lo que nuestros estándares son altos en cuanto de amor se trata, Owen e Irisa ya lo encontraron algo que les envidio porque yo quiero experimentar esa misma clase de amor, quiero encontrar a alguien a quien ame y me ame sin importar nada más.
- ¿Puedo preguntarte algo? – salgo de mis pensamientos observando los hermosos ojos negros por los que mi hermano se desvive. Viorica asiente con la cabeza. - ¿Cómo nos reconocías? – frunce el ceño curiosa - ¿alguna vez nos confundiste? – sonríe al entender de lo que hablo.
- Solo una vez – responde haciéndome reír.
- No creo que lo hayas hecho – inquiero divertido – no recuerdo haberte besado.
- Iugh… - me hace reír a carcajadas
- Acabas de herir mi ego – miento observándola riendo – tu esposo es literalmente igual a mí y que digas eso es hiriente – la veo negar con la cabeza.
- Sus ojos… – responde en un suspiro sonriente.
- Son iguales a los míos – sigo molestándola a lo que ella ríe.
- Es verdad, pero la primera vez que vi a Owen a los ojos en estos brillaban desafiantes y traviesos, mientras que la primera vez que te vi a ti no había nada de eso. – explica a lo que yo asiento – además del hecho que mi cuerpo reacciona a su mirada, mientras contigo todo es normal.
- Este pastel esta delicioso – digo tomando su mano dejando un beso en esta.
- ¿te gusta alguien? – pregunta riendo - ¿te da miedo que se confunda y bese a Owen?
- Muy graciosa – escuchamos la voz de mi hermano, por lo que nos volvemos en su dirección encontrándolo en la silla de ruedas observándonos curioso. – que digas eso como si nada es preocupante – mi cuñada se pone de pie yendo hasta él besándolo.
- ¿quieres pastel? – pregunta ella mientras caminamos hasta el comedor por lo que yo los sigo.
- ¿pastel? – nos volvemos a ver a mi hermana que entra caminando hasta el comedor donde nos sentamos y pasamos unas horas hablando de trivialidades mientras comemos pastel. Momentos como este son todo lo que necesito para recordar lo afortunado que soy.