Deva.
Durante el día me encuentro en un estado que no puedo explicar, es como si mis emociones se hubieran perdido. Las mujeres me maquillan y las escucho hablarme muy felices, pero yo... yo estoy perdida. Tan solo hace dos días estaba preparando la cena con el hombre que pensé que era el amor de mi vida, y el padre de mi hija. Ahora me están preparando para casarme con un asesino que dice ser el padre de mi hija Emily. Ufff...
—Señorita, usted parece una muñeca, todas las novias son hermosas, pero usted es increíble.
—Gracias.
Solo agradezco e intento sonreír.
—¿Podrían dejarme sola?
—Como usted quiera, señorita.
Escucho que la puerta se cierra, ahora que estoy sola, toco con mis manos el vestido blanco en mi cuerpo. Tiene mucha pedrería y tul, quisiera arrancarlo de mi cuerpo y quemarlo.
Siento mis lágrimas correr por mis mejillas, pero no son de tristeza, son de rabia, impotencia y frustración.
La puerta se abre.
—Qué bueno que estás lista, Deva. Te espero en cinco minutos.
Como última opción intentaré hablar con él.
—Señor, por favor, si lo que quiere es dinero puedo pagarle, no me quiero casar. Tengo ahorros de las propiedades que vendí y si no es suficiente puedo trabajar, juro que le pagaré todo. ¿Quiere casarse y atarse a alguien que no ama? Ambos seremos infelices.
Me acerco y lo tomo de la mano.
—Por favor, se lo suplico, las personas deben casarse cuando hay amor.
—Deva, hay algo que no sabes, te lo diré cuando sea el momento adecuado, además, el dinero no me importa, nos une nuestra hija.
—¡¿Qué no entiende que la vida no es así?! ¡Maldición! ¡No puede secuestrar a una mujer con su hija y obligarla a casarse!
—¡Emily también es mi hija!
—¡No lo es! Usted es un demente.
—¡Eso crees! El día que ibas a pasar la noche con el bastardo de Tony, era tu primera vez, ¿no lo recuerdas? Le dije a ese imbécil que pusiera algunas gotas en la piña colada que te preparo un viernes por la tarde.
—¡Es un bastardo!
Ahora recuerdo el dolor y la sangre en las sábanas.
—Date prisa, nos esperan abajo. Alina vendrá para ayudarte.
—Juro que te haré la vida miserable, pagarás por esto. Solo tengo una pregunta, ¿por qué yo?
—Te lo dije hace algunos segundos, te lo diré cuando sea el momento adecuado.
Siempre me pide que me comporte, entonces haré que pases la mayor vergüenza de tu vida, señor Gray.
—Señorita, su prometido, la espera abajo.
Tomo del brazo a Alina y mientras bajamos las escaleras escucho a las personas aplaudir. No me esfuerzo en sonreír, realmente no me importa.
—Gracias, Alina, puedes retirarte.
Él me toma de la mano.
—¿Podrías sonreír? Te lo advertí.
—Vete a la mierda, ¿estás listo para lo que viene?
—Te lo advierto, Deva, no me lleves al límite de mi paciencia o te vas a arrepentir por el resto de tu vida.
—¿Crees que tengo miedo? No existe peor castigo que casarme contigo.
Llegamos al altar, Alina me dijo que será una boda civil. Nos sentamos y escucho al abogado hablar y hablar hasta que llega la hora de los anillos y después firmar.
Todos aplauden y felicitan a este imbécil. Intento escapar por un momento, hasta que Alina se acerca.
—¿Qué hace, señora Gray?
—¡No me llames así! Llévame a la mesa, tengo hambre y quiero un bocadillo.
—Está bien, tome mi brazo.
Ella me lleva y le pido que me deje sola, me acerco a uno de los hombres que escucho detrás de la mesa.
—Disculpe...
—¿Necesita algo, señora Gray?
—¿Podrías darme una botella de champán?
—Pero...
—Le diré a mi esposo que no quisiste dármela, entonces él hablará contigo.
Escucho cuando abre la botella, es música para mis oídos. Solía tomar vino por las noches para relajarme, pero necesito algo más fuerte para lo que estoy a punto de hacer.
Una mujer canta en vivo con una voz angelical, y también las personas que acompañan su voz con el piano y violín tienen mucho talento.
Busco una esquina y bebo la botella hasta que mi garganta y estómago duelen. Alguien me quita la botella.
—¡No lo hagas, sé lo que intentas! Te lo advierto por última vez, no hagas que mi paciencia llegue a su límite o lo lamentarás. Compórtate como lo que eres.
—¿Qué soy?
—Mi esposa, eres mi puta esposa, te voy a presentar a algunos de mis socios. Si dices o haces alguna estupidez, nunca verás a Emily.
—¡Dominic, quiero ver a tu mujer!
Hasta ahora me entero cuál es el nombre de este bastardo.
—Ella es Deva Smith, mi hermosa esposa.
—Es un placer señor.
Extiendo mi mano y el señor la estrecha, sé que es un hombre mayor, puedo notarlo en su voz.
Escucho la voz de otro hombre.
—¡Dominic, necesito hablar contigo a solas!
—¿De dónde eres, linda?
La mujer de la voz hermosa se despide y ponen música clásica. Este es mi momento, estoy temblando, pero le demostraré que no le tengo miedo.
—Señor, disculpe, ¿podría llevarme al escenario? Quiero darle una sorpresa a mi esposo dedicándole algunas palabras de amor.
—Es muy lindo de tu parte, lo haré, linda.
El señor pide el micrófono, subo algunos escalones. Me entregan el micrófono y la música se detiene al igual que mi corazón, pero es demasiado tarde para darme por vencida.
—Buenas noches a todos, necesito decir algunas palabras.
Respiro hondo y dejo salir el aire.
—¡El señor Dominic Gray me compró cuando yo era solo una niña de 15 años! Contrato a un hombre para que fingiera amarme y así mantenerme controlada, abuso de mí y me drogo para qué quedará embarazada y así es como nació la pequeña que tenemos en común. La cual no me deja ver, me casé porque temo por mi vida y fue en contra de mi voluntad, en este momento me encuentro secue...
El micrófono se apaga, lo golpeo con la mano y no tiene sonido. Él me toma del brazo con fuerza, siento que sus dedos atraviesan mi piel, me susurra al oído.
—Te vas a arrepentir, te lo advertí. ¡Alina!
—¡Sí, señor Gray!
—Llévala a ya sabes donde, si se escapa sabes lo que te pasará a ti.
—Lo sé, señor.
No voy a mentir, tengo miedo, espero que alguien de la fiesta pueda ayudarme.
—¡¿Qué pasa contigo?! ¿Sabes lo peligroso que es el señor Gray? Una mujer le levanto la voz una vez, nunca la volví a ver.
—¿A dónde me llevas?
—A un cuarto que parece refrigerador, bueno, es muchísimo peor, no tiene calefacción y hace mucho frío. Es húmedo y oscuro, le dije que se comportará.
—No me importa, Alina, todos le temen, pero yo no.
—Entre por favor —me pide.
Entro y siento que el frío cala en mi piel hasta mis huesos, ¿por qué es tan frío? Camino y caigo al suelo, me resbalé por la humedad del suelo.
Los minutos pasan y parecen eternos, me estoy congelando. Escucho que alguien viene, siento el olor de la colonia de ese hombre, tengo miedo, ¿qué me hará...?
Continuará...