Capítulo 2

2327 Words
Me despedí de la familia y de mi padre, quien con el cual ya me había contentado, no podía durar mucho tiempo enojada con el amigo más fiel que existe. Lo amaba por ser como era. Llegué a mi residencia a dormir, moría de cansancio. Justo cuando salía de la clase de administración, me topé con mi primo Axel. —Hola ¿por qué rondas por estos rumbos? No tienes ninguna clase aquí este semestre. Su semblante era serio. —¿Sucede algo? —¿Tienes imanes para atraer idiotas? —¿Disculpa? —Lo sé. Apreté la mandíbula. Sabía que tarde o temprano mi primo se enteraría. —Mierda —murmuré por lo bajo, pero lo escuchó. —Sí, mierda es las relaciones que tienes con esos idiotas. —Axel, olvídalo. Ya es pasado, no pienso que mi orgullo caiga más al suelo por un idiota como él. —Eres mi prima y por ende necesito, y quiero defenderte. —Por favor, que mi padre no se entere. Sé cómo se pondría si se entera. —Deberías decírselo. —¿Para qué? ¿quieres que le pida consejos acerca de las relaciones? No creo que eso pueda suceder en un futuro cercano, Axel. Deja en paz el tema. Caminé a un lado para ir a mi siguiente clase, pero su voz me detuvo. —Esto no se quedará así. Dicho esto, se marchó. No lo detuve, porque era inútil hacerlo. Cuando a Axel se le metía algo en la cabeza nadie podía quitárselo. Y estaba segura que el estúpido de mi ex se lo merecía. Fue en la tarde cuando comía en la cafetería con mi compañera de habitación, me enteré que Axel había golpeado a Hollis. Según lo que me contó mi compañera, le reclamó sobre mí y lo dejó inconsciente, por lo que sus amigos tuvieron que separarlo para que no pasara a mayores, esto le traería problemas en su disciplina y sería llamado por su jefe de carrera. Pero como era el más querido en el equipo de natación y de su hermandad, creo que no sería más que un “no lo vuelvas hacer”. Sonreí, amaba a mi primo y por algo era mi favorito. *** La novia de Axel se presentó al siguiente día con una tarta y chocolate caliente en mi residencia. La dejé pasar para que me dijera por qué se encontraba ahí, cosa que ya sabía. —No fuiste a la casa este fin de semana —dije. Laura me miró con una sonrisa de pena y se pasó una hebra de cabello suelto por detrás de sus orejas. —Tuve que ir a visitar a mis padres. Últimamente se quejaban de que no pasaba tiempo con ellos. —Lo entiendo. ¿Qué te trae por aquí? —Me enteré por Axel. Me pidió que te viniera a ver, ya sabes por si necesitabas con quién desahogarte —Me dio una mirada avergonzada. Primero golpeaba a Hollis y ahora me mandaba a una psicóloga. Enserio, la chica estaba estudiando psicología. Sonreí. —Axel. —Ya lo conoces, te sobreprotege mucho. —Demasiado. —¿Quieres tarta y chocolate? —asentí. Comimos y conversamos, solo toqué los puntos que debería saber. No mencioné lo de llorar de coraje en la calle al verlos partir.  Ni a la persona que me dio su pañuelo al verme ahí tan miserable. Todavía mantenía ese pañuelo en el cajón de mi escritorio bajo llave. —Ánimo. Vendrán otros mejores —no dije nada. Porque no creía que pudiera volver a gustarme alguien de nuevo. Laura se retiró después de terminar. Después me dormí. *** La tía Emma estaba felizmente por tener el nombre del bebé, solo que no me dijo cuál era. —Lo sabrás cuando nazca. Todos sabrán el nombre cuando nazca. Hice pucheros. —Tía —Rogué. Pero ella no cedería, era un brazo difícil de roer. Lo dejé por zanjado. Tendría que esperar unos meses para saber el nombre de mi primo. Me dirigí a la cocina por un pedazo de Pay de queso. Y me largué a mi habitación a ver una serie en la computadora, mientras me sentaba, miré por la ventana y vi la casa del vecino, como mi habitación se encontraba en el último piso tenía una vista más de la otra casa. Así que ahora mismo veía al vecino podando su pasto. Recordé lo que me dijo el anterior fin de semana, ¿quería una amiga? Ahora mismo no quería estar cerca de chicos y aunque él pareciera un buen chico, siempre eran los peores. No me arriesgaría a conocerlo. Además de que tenía novia, y ya tenía suficiente con las novias de los chicos que me gustaban. No me iban a volver a usar para darle celos a su novia, esta vez no. Volví mi vista a la computadora y di clic en el quinto episodio “The Royal” pronto me sumergí en mi mundo, aislando a todos de él. Solo yo y mi serie. No era de cerca de perra como Eleanor, pero podría llegar a serlo. Una persona puede cambiar cuando quiera. Podría comenzar el cambio ahora. *** Salí a correr en la mañana, pero estaba dudando en seguir haciéndolo ya que cierto chico estaba a mi lado queriendo entablar una conversación. —Quería disculparme por el otro fin de semana, por si te sentiste ofendida. —Me detuve de correr. Tomé bocanadas de aire y lo enfrenté. —Olvídate del tema y olvídate de tenerme como amiga. Y dicho eso retomé mi carrera. Cuando llegué a casa me di un baño y vi una película en el cine que teníamos en el sótano. Papá apareció media hora después con palomitas y nachos. —Quieres engordarme para que ningún chico me quiera ¿verdad? —Sonrió. —Eres tan observadora. Sonreí y comencé a comer un montón de todo. Me quedé dormida en el hombro de papá. —Ya terminó ¿quieres que te lleve a tu habitación? —No creo que puedas cargarme, ya no soy una niña. —Pruébame. Sigo siendo fuerte, no estoy tan viejo como piensas —sonreí aun con los ojos cerrados. —Entonces, te reto. El intentó cargarme, pero cuando se inclinó su espalda le comenzó a doler. —Te lo dije, ya estas viejo para esto. —Reí. —Estoy fuera de práctica, voy a retomar mis clases de boxeo. —Lo que necesitas son clases de yoga. —Antes era un hombre fuerte y guapo. —Todo llega a su fin papá. Todo lo hace. Aunque sigues siendo un hombre guapo, si me lo preguntas. Algo hizo que mis palabras lo pusieran triste. —¿Pasa algo? —Nada. Ve a dormir, me quedaré a ver otra película. —Me quedaré contigo a acompañarte, —sacudió su cabeza. —Quiero verla solo ¿te parece? —asentí, quería privacidad para sus pensamientos. Algo me dijo que estaba recordando a mamá. —Está bien. Iré a dormir, buenas noches —le di un beso y me fui. Antes de cruzar la puerta vi como una lágrima bajaba por su mejilla, cerré la puerta.   Cociné al día siguiente para la familia. Había despertado con un buen ánimo hasta que me topé con mi vecino. Estaba recogiendo el correo y cuando lo vi parado ahí casi a un metro de distancia quise correr hacia dentro de mi casa y cerrar todas las cortinas. Pero él ya estaba acercándose hacia mí sonriendo. —Pareciera que quisieras salir corriendo hacia adentro ¿te molesto? —me da una sonrisa pequeña que no llega a sus ojos con un ceño fruncido. —Si. Su respuesta hace que dé un paso hacia atrás. —No esperaba la verdad —ríe como si nunca le hubieran dicho nadie que no le gustaba como persona. —Es la verdad. Soy cínica —sonrío, como me lo permito. —¿No te gusto nada? —No. Así que deja de intentar de ser mi amigo, porque no lo seré. —¿Tratas así a todos los chicos que quieren entablar una conversación contigo? —Solo soy selectiva con mis amistades. Me giro sobre mis talones y entro a mi casa dejándolo con la palabra en la boca. Eso es lo que siempre me ha gustado, ser la última en decir la palabra. Puntos para mí. Soy una perra, lo sé. Pero la vida me ha enseñado eso, si no enseño mi lado duro siempre tratarán de hacerme menos y pedirme un montón de favores. Si eres débil y dulce, todos se agarran de ti, te hacen a su antojo. Pero si eres una perra y cínica, obtienes lo que quieres y no andas llorando por algo que siempre supiste que no te pertenecía. Así es. Tendrás un montón de amigos si eres linda y dulce, pero en el momento que los necesites, en los más duros todos desaparecen. Por eso es mejor tener uno o dos amigos, pero sabes que siempre estarán para ti, ellos no serán falsos. Es lo único que no he conseguido. No he podido conseguir un amigo fiel. He tenido un montón desde preescolar, pero no tengo lazos tan fuertes con ellos para mantenerlos a lo largo de mi vida. Las amistades cambian con cada paso que das en la vida, y si consigues que solo uno siga en tu línea de vida, entonces amigo te has llevado el premio mayor. No lo dejes ir, porque es algo que no sucede mucho.   Cuando entro a casa me encuentro con mi prima a la que casi no soporto, error. No soporto. —¿Evitando al vecino? —No. —Parecía que si lo hicieras ¿te está acosando? Insinúa una falsa preocupación que no creo. Porque solo quiere saber qué sucede entre el vecino y yo. —¿Quieres que le diga al tío Randy? Pongo los ojos en blanco. —No hace falta. Subo escaleras arriba. Cada fin de semana que llego a casa después de la universidad, tengo que lidiar con mi prima, porque mi tía Angie y mi tío Jamie se quedan aquí para convivir como familia, no estoy diciendo que mis tíos me caigan mal, para nada. Es solo que no soporto a su hija. Y como es tradición de hacer también una comida los domingos en familia. Me pongo unos vaqueros rasgados, y una camisa de rayas blancas y rojas. Me calzo las zapatillas de tacón bajo con el cabello suelto y con una sonrisa recibo a mi tía Emma y su esposo. —Ha crecido. —me dice siempre que nos visita. —No. Son solo las zapatillas que me han aumentado la estatura —rio. —¿Cómo está tu padre? —pregunta. —Está ahora en la parrilla con la carne. Tío ¿por qué no lo vas a ayudar? Parece que no se le da mucho cocinar —me dirijo a mi tío Fredy. Él me guiña antes de irse y dejarnos solas. —Dime que sucede. —Amo a mi tía porque sabe las señales correctas. Necesitaba que se fuera mi tío para hablar con ella. Miro a las niñas. —Chicas vayan a jugar al patio trasero —salen corriendo después de darme un beso de saludo. Camino con ella hasta la sala y nos sentamos juntas. —Es sobre mi padre. —¿Qué con él? —se hace evidente su preocupación. —¿No crees que ya es hora que debería rehacer su vida? —después de lo que vi en el mini cine me hizo preguntarme qué pasará con él. —Lo he hablado con él, también. Pero no hay lugar para nadie más que tu madre. Entiéndelo si no quiere rehacer su vida. Es su decisión. —Lo sé, pero no quiero que se la pase solo tanto tiempo. —Entiendo tu preocupación. Pero no puedes obligarlo a que ame a otra persona. ¿Ya lo has hablado con él? —sacudí la cabeza. —Habla con él. Y te dirá lo mismo que te estoy diciendo yo. —No hace falta, ya estoy aquí —la voz de mi padre hace que brinque en el sofá. —Padre. —Emma déjanos solos, por favor. La Tía se fue y nos dejó solos. —Perdóname si te enoja esto. —Mira —comienza —eres una gran hija y sé que te preocupas por mi bienestar, y te lo voy a decir de una vez para que dejes este tema por la paz. Yo amé a tu madre y seguiré amándola hasta que muera. Es el amor de mi vida y eso me lo llevaré a la tumba. No he dejado de amarla y nunca dejaré de hacerlo. Creo que en ningún futuro pueda rehacer mi vida o salir con otra mujer que no fuera tu madre. Ella se tatuó en mi corazón —lleva su mano y hace un puño justo donde está su corazón, veo a sus ojos llenarse de lágrimas, y me rompe el corazón de verlo. Le he hecho recordar a mamá. —Perdóname, padre —lo llevo en un abrazo llorando. Porque no quiero verle llorar de nuevo, no quiero que sufra por mamá así.  —Lo comprendo ahora. Perdóname por hacerte esto. —No hay nada que tenga que perdonarte. Es justo que pienses en que quiera a que rehaga mi vida. Pero soy feliz Aileen, los tengo a ustedes mis hijos y a mis amigos. Tengo sobrinos, también. Tengo lo que siempre deseé; una familia y el hecho de que tu madre no esté conmigo no significa que me importe menos la familia. Porque no lo es. Ustedes son mi familia. —Me da un beso en la coronilla y se levanta. Pone una mano para que la tome y lo hago. Juntos nos dirigimos hacia fuera de la casa y nos reunimos con la familia.
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