Capítulo 1- parte 2

4621 Words
—Ya quería verte preciosa —la tía Emma me abraza —¿por qué no viniste a saludarme cuando llegué? —un sonrojo crece por mis mejillas. —La tía Angie me entretuvo, y me encontré con Axel y Megan —explico. —Ya te extrañaba —toma mis manos y las mantiene ahí sosteniéndome. —Yo igual. —¿Y yo? ¿No piensas saludar al tío Fred? —me da una sonrisa divertida, me acerco a él dándole un abrazo y beso. —También te extrañé, —me acerqué a su oído —tío favorito. Se ríe de mis palabras. Sabe que eso se los digo a mi tío Jamie también. Ambos son mis tíos favoritos. —No cambias —ríe. —¿De qué se reían? —pregunto. —Tu tía quiere ponerle a nuestro próximo hijo un nombre de libros —giro hacia mi tía Emma, ella me sonríe guiñándome un ojo. Seré su cómplice aquí, porque ambas leemos. —Pero me rehúso a que lo haga. Mi hijo no puede llevar uno de esos nombres de maleantes. Trato de no reírme ante las palabras de mi tío. Que término de maleantes. —¿Y qué nombres tienes en mente? —me dirijo a mi tía Emma. Se frota el estómago abultado, ya pronto nace el niño. —Había pensado en Maxon, Jude, Abel, Noah, Zeke y Miles —pronto llegan a mí los títulos de los libros de donde ha sacado esos nombres.  Una sonrisa cruza mis labios. —Ahora ya también te ha convencido —el tío Fred se cruza de brazos haciendo pucheros, es difícil no reírse. —Tío no son malos nombres, son buenos. Me gustan. Sacude la cabeza. —No. —Tío, sería genial que mi primo tenga un nombre original como uno de ellos. Sigue haciendo pucheros. Miro a mi papá para que me ayude a convencer a mi tío que esté de acuerdo con ponerle un nombre de chicos literarios a mi primo. —Papi, ayúdanos —le hago ojitos de cordero. Se limita a sonreír. —Sería original, papi dile al tío Fred que deje que la tía Emma escoja un nombre de libros para el pequeño. —Froto la pancita de mi tía. Deja salir un suspiro y nos ayuda. —Fred creo que no sería mala idea. —Comienza —Es un deseo que Emma quiere hacer real, una fantasía suya. —¿Estás diciendo que mi hijo tendrá el nombre de una fantasía de mi esposa? —resopla. —Papá, no estás ayudando mucho. Se rasca el cuello. —Papi. —¿Por qué no haces una lista de los nombres que quiere ponerle al niño y que el escoja uno y tú otro? —eso era una buena idea. Mis ojos brillaron de la emoción. —Sí, eso sería genial. Tía hazlo como dice mi papá. —Si es así, entonces creo que sí. La tía Emma me sonríe. —Está bien, haré la lista de los nombres de los chicos más ardientes de los libros que he leído —uh, eso sería una lista larga porque sin duda existían muchos chicos calientes con nombres en los libros. Mi tía y yo nos miramos y reímos juntas, ella sabía lo que pensaba. Los dos hombres se nos quedaron viendo extraño. Eso hizo que aumentaran nuestras risas. Mi fiesta estaba ya con varios invitados, algunos amigos de mi hermano y otros eran vecinos. Saludé a la novia de mi hermano y recordé el nombre. La chica era mona, me caía bien, delicada y educada. El tipo de mi hermano. Saludé también a mi prima cuando la vi, Sue era una mujer sin parar. —Creí que estabas encerrada en tu habitación. —Resopló. —Aún tengo mucha energía para aguantar tu presencia, no te preocupes, seré fuerte —le di una sonrisa mientras me iba de su lado. No nos soportábamos. Eso era todo, ninguna de las dos podíamos estar en un lugar cerrado sin atacarnos. A mí no me gustaba ella y yo no le gustaba, simple. Aparentábamos caernos bien ante los ojos de nuestros padres, pero hasta ahí. Jugué un rato con la pequeña Gwen de ocho años, hija de la tía Emma y Fred. Comparada con Sue, Gwen y Megan no eran tan creídas y superficiales. Tampoco eran tan entrometidas, como lo era Sue. Siempre queriendo ser el centro de atención y haciéndose la víctima en todo. Todo comenzó cuando me gradué de la primaria, y me habían escogido como la chica de las flores, la que caminaría entre los hombres y diría las palabras de despedida. Fui la mejor de la clase. Durante los ensayos falté una semana porque estaba enferma, cuando volví me enteré de que mi prima Sue había sido la que me suplantara de caminar con las flores entre los hombres, solo que no le duró mucho, ya que como yo era la elegida y ella me había suplantado, le quitaron el papel de protagonista y me lo volvieron a dar a mí. Me había dado igual, pero la profesora y directora así lo querían. Sabía que Sue me odió en ese momento, y desde entonces comenzó la riña entre nosotros, ella me odia por ello. Y yo no la puedo ver porque me quitó el chico que me gustaba en la secundaria. Fue su venganza. Tomo una copa de vino y me dirijo lejos de la fiesta, hacia un lugar donde pueda mirar las estrellas sola. La fiesta ha ido bien, pero hay algo que no me ha gustado. Ver a mi padre solo. Cada fin de semana es el mismo pensamiento en este tipo de fiesta. Veo a todos que tienen su pareja. La tía Emma con el tío Fred, la tía Angie con el tío Jamie. Excepto mi padre. Él no tiene a mamá. Muerdo mis labios y tomo de mi vino. Miro las estrellas, e invoco a mi madre. Ha pasado un buen tiempo desde que he dicho su nombre en voz alta. Simplemente no puedo, porque duele. —Un penique por tus pensamientos —la voz de mi padre llega a mis oídos. —No hay ningún pensamiento que puedas comprar —respondo con una sonrisa. —Estoy seguro que ronda uno por tu cabeza. —Su dedo índice toca mi cabeza —Dime ¿Qué te atormenta? ¿por qué te has salido de tu fiesta? Me ha atrapado. Dejo escapar un suspiro y le digo mis pensamientos. —¿Has pensado volver a casarte? ¿Crees que puedas volver a enamorarte? ¿puedes amar a otra mujer que no sea mamá? —las preguntas están en el aire, no lo veo sorprendido y es la primera vez que le hago estas preguntas, aunque siempre las he tenido en mi mente nunca me he atrevido a preguntárselas. —Me preguntaba cuando sería el día que me hicieras esas preguntas, las llevé esperando por mucho tiempo —su confesión me toma desprevenida. —¿Qué? —logro pronunciar. —Desde hace un tiempo sé que me has mirado con tristeza. Me has visto solo en este tipo de eventos y eso te hace recordar a tu madre, lo sé muy bien —me conocía mejor que yo misma. —Sé que la extrañas mucho. —Lo hago —se quiebra mi voz. —Pero no puedo pronunciar su nombre, porque duele. —Lo sé, pequeña. Pero tu madre no quería que la recordaras con dolor. Ella me hizo prometerle que les contara sobre la mujer fuerte que fue y que no la olvidaran. —Hace una pausa. —Al principio también me era doloroso hablar de ella, pero poco a poco reuní fuerzas para hacerlo, para que la recordaran con amor y la mujer que fue. Ella no querría que su recuerdo te produjera dolor. Los sabes muy bien, Aileen. —Su nombre… no puedo decirlo. Lleva un brazo para atraerme a su lado, me arrincono en la calidez que me da su abrazo. —Sé que algún día podrás pronunciar su nombre. Confío en que lo harás. Sacudo la cabeza con lágrimas en los ojos. —No creo hacerlo, —mi voz se quiebra. Me da un beso en la parte superior de mi cabeza. —Yo confío en ti, y sé que lo harás. Aceptarás la muerte de tu madre. Nos quedamos unos minutos ahí hasta que él se levanta y me dice que venga después que me sienta mejor. Me quedo un rato más tranquilizándome para volver a la fiesta.  Cuando me encuentro presentable, voy hacia mi fiesta y como voy arreglando mi falda no me fijo cuando tropiezo con un hombre. —Disculpa —comienza el chico —realmente lo lamento, no me fijé que venías. —Sus mejillas se sonrojan en vergüenza. Es un chico alto de cabello castaño oscuro, ojos castaños y labios carnosos. Muy atractivo si me preguntan. —Disculpa, fue mi culpa—sonrío nerviosa. El chico sonríe, y es una sonrisa tierna y coqueta, aunque sé que no lo hace aposta, así es su sonrisa, y me imagino que es su arma con las mujeres. Su rostro es único, piel suave y blanca, me retengo a mí misma de tocarla y parecer rara. —No te preocupes, iba mirando mi celular —me enseña el celular en la mano que pronto comienza a sonar. Apenas y logro ver el nombre de una mujer. —Tengo que atender la llamada, si me disculpas —Asiento y él se aleja para contestar la llamada que me imagino ha de ser su novia. Sigo mi camino para llegar por una bebida a la mesa. —Es difícil encontrar a la anfitriona de la fiesta —me giro con una sonrisa al encontrar al mejor amigo de papá. Me tiro a sus brazos riendo. —Estás aquí —no paro de sonreír. Algo faltaba en mi fiesta y era él. —No podía perderme la fiesta de bienvenida de mi pequeña ahijada. —Sonríe. —¿Y Liz? —busco a su acompañante, pero no la encuentro. —Liz no ha podido venir, tenía que hacer un viaje por su trabajo. —Asiento. —Será en otro momento, entonces. Tomo mi bebida y caminamos hasta encontrar a mi papá donde lo recibe con un abrazo y una sonrisa. —Haz venido Miguel —sonríe. —No podría perderme la fiesta de mi ahijada. —Aileen más temprano preguntó por ti. Ahora veo por qué no sonreía mucho. Me sonrojo, aunque ellos no puedan verlo. —¿Y Liz? —pregunta mi papá. —En un viaje de trabajo —asiente. —Espero verla pronto. —Yo también —ríe mi padrino. Ellos se ensanchan en una conversación de hombros, así que me alejo hacia el interior de mi casa donde al entrar tropiezo con la pequeña Gwendolyn de ocho años, la hija de mi tía Emma y Fredy. Sigo mi camino hasta llegar a mi habitación. Me desplomo en la cama cansada del día. *** Despierto por la luz de la ventana, me doy vuelta para bloquearla, pero quema en mi piel, molesta por no dormir más me siento en la cama. Miro hacia abajo y encuentro el vestido que usé anoche. Me dormí con él. Debí quedarme dormida cuando me acosté para descansar. Me doy un baño y cambio para bajar a desayunar. En la mesa encuentro a la familia ya desayunando, todos están aquí. Los fines de semanas se quedan en la casa con nosotros como familia que somos. —Has despertado princesa —dice mi padre. —Te quedaste dormida anoche cuando subiste a tu habitación, ya no quise despertarte para que descansaras. —Buenos días —saludo a todos. Tomo asiento a lado de mi papá, la silla que me corresponde. —No me di cuenta que me había quedado dormida. —¿A qué hora terminó la fiesta? —pregunto. —A las doce. Tú te fuiste a la cama a las diez. Asiento. —¿Cómo has amanecido? —pregunta mi tía Emma con una sonrisa. —Bien, gracias tía. —Me sirvo de todo un poco y comienzo a devorar todo. —Tío ¿Quién es el chico que vive a lado? —La voz de Sue hace que me dé cuenta que sigue aquí. Le doy una rápida mirada y la vuelvo a poner en mi plato. —¿Chico? —pregunta mi tía Angie. —Estuvo anoche en la fiesta, me dijo que es el vecino del tío —explica Sue. —Son la familia St. James, se mudaron la semana pasada. El chico al que viste es el hijo mayor de dos. Se llama Ronnie, y la hermana pequeña Rosemary. —¿Enserio, tenemos vecinos? —le pregunto incrédula a mi padre. Tenía un año que esa casa no se habitaba. —Sí, cariño. Deberían ir tú y tu hermano en la tarde a dejarle una tarta para conocerlos. Yo me presenté cuando llegaron, son buenas personas. —Ajá —bufé. Por nada me iba ir a parar en la puerta de esa familia. Socializar no era lo mío y nadie me iba a obligar. Mi padre sabía que no iba a ir. El resto del desayuno fue bueno. Cuando terminé mi padre me llamó a su despacho. Eso no era bueno, una reprimenda me esperaba. —¿Cómo va tu relación con tu prima Sue? —se sienta en la silla detrás de su escritorio. Tomé asiento en la silla enfrente de este. —Bien. —¿Has intentado hablar con ella? ¿La has invitado a ir de compras? —asentí con la mirada en mis manos para que no viera que puse los ojos en blanco. —Dime la verdad. Aileen ¿has intentado ser mejor prima para ella? —levanté de golpe mi cabeza. ¿Ser yo mejor prima para ella? Puaj. Como si ella lo intentara también. —¿Y ella qué? Yo lo intento, pero no quiere. —Aileen, ella es tu prima. Deben llevarse bien, es la hija de la hermana de tu madre. —Lo siento por la tía Angie, pero su hija es insoportable. —Resoplo —es tan superficial, altanera, grosera, infantil, caprichosa, y envidiosa. Alza una ceja. —¿Y tú no eres caprichosa, consentida, infantil a veces? Abro la boca indignada. —A veces, pero ella es cien veces peor y siempre está tocando mis cosas. —Es tu prima y podrían prestarse cosas, ya sabes cómo hacen las mujeres. —No sabes nada de mujeres, padre. —Sé más de lo que piensas —entrecerré los ojos. —No te daré detalles. —Hay personas que simplemente no puedes soportar. Y Sue es una de ellas, por más que lo intente no puedo aceptarla. —Irás con tu hermano y tu prima Sue, a visitar a los nuevos vecinos. Esa es mi última palabra. Se levantó de su silla y salió del despacho dejándome sentada ahí sin protestar. *** Llevo en la mano una tarta de zarzamora que la nana hizo. A mi lado está mi hermano Walter y enfrente se encuentra Sue, como siempre queriendo opacarme. Siempre quiere ser el centro de atención.  Habíamos pasado el portón y estábamos en la puerta esperando a que fuera abierta. —Hola, somos los vecinos de al lado, hemos venido a presentarnos —dijo Sue con conqueteo en su voz. Puse los ojos en blanco. —Oh, eres tú —respondió una voz masculina. —¿Me recuerdas? —estaba sorprendida de que un chico recordara su nombre, porque la mayoría después de un polvo no lo hace. Eso la hizo sonreír. —Sí, hablamos ayer en la fiesta de tu prima. —Sí, lo hicimos —voz melosa como la mierda, si se pudiera ser. —Soy Walter Kinney, el hijo de Randy Kinney Johnson —mi hermano le tendió la mano a modo de saludo. —Y esta es mi hermana mayor, Aileen. —Quitó a Sue de enfrente para que me viera. Era alto, cabello castaño y ojos del mismo color. Me entretengo mirando sus labios carnosos. Unos que se me hacen conocidos, intento recordar donde los he visto pero no lo hago. —Hola Aileen, soy Ronnin St. James —extiende una mano hacia mí, la miro por mucho tiempo que Sue intenta reprimir una sonrisa de lo patética que me veo aquí. Salgo de mi trance y tomo la mano haciendo equilibrio del postre en mi mano. La calidez de su mano me embriaga, es grande y rasposa. Me pregunto si trabaja haciendo muebles o puliendo algo para que sienta su mano tan rasposa. Una sonrisa cruza por sus labios. —¿Quieren pasar? —abre la puerta para que entremos. Siendo Sue la primera en hacerlo. Estamos en la sala de estar, sentados. Y sigo con la tarta en mis manos, me siento torpe y tonta. —¿Puedo tomarla? —mira hacia la tarta con una sonrisa y me mira después para ver si le daré la tarta de mis manos —¿es para nosotros, cierto? Asiento y le doy rápido la tarta. La lleva a la cocina y después viene con una bandeja de vasos con agua. —Lo siento, mis padres no se encuentran y mi hermana está en el colegio. Estoy solo en casa, la ama de llaves también salió de compras con una de las empleadas. —No importa —dice Walter.  —Mi padre quería que viniéramos a presentarnos. Podemos venir otro día también, para presentarnos con tus padres y hermana. —Voz de chico grande, ya me lo imagino manejando un conglomerado. Voz controlada, educado y refinados gestos. —Está bien. —¿Y a qué te dedicas? —comienza mi prima. —Trabajo con mi padre en un bufete de abogados. —Que emocionante —ella se acerca más a su lado, poniéndolo incómodo. Se pasa una mano por su cuello con una sonrisa tensa. Pobre chico. —¿Y por qué no te encuentras ahora con tu padre? —hablo. Su mirada se dirige a mí y lo toma como una escapatoria de mi prima, alejándose de ella por espacio. —Estoy indispuesto. Hace unos días me desmayé en el despacho de él, por exceso de trabajo. —¿Enserio? ¿Un maniático del trabajo? —escupo. Walter me codea, no pienso callarme. Él más que nadie sabe lo descarada que soy. —Soy perfeccionista —se sonroja —trabajo en ello. Así que me quedaré unas semanas en casa, hasta que mi padre elija que vuelva a tomar su puesto a lado suyo. —Debes tomarte las cosas con calma —aconsejo. —Lo haré, gracias. —Sus ojos son sinceros. Creo que es un chico que tampoco sabe mentir, dice la verdad, aunque duela. Mi tipo de hombre. —Entonces me pasaré aquí un par de veces para ver que estás bien ¿te parecería? Puedo cuidar de ti. —esa es Sue siendo Sue. —Gracias por tu preocupación, pero creo que no sería lo mejor —el rostro de Sue estaba perplejo. Abrió la boca tanto que quise reírme. Touchdown. Quería carcajearme en su cara por el rechazo. Quisiera tener una cámara para tomarle una foto a mi prima. Amortigüé una risa. El rostro de Ronnie estaba sonrojado por la vergüenza que le causaba rechazar a mi prima. —Tengo novia —explicó. Sentí decepción, no sabía por qué, pero me sentí mal por saber ese dato. Era un chico inteligente y atractivo. —Ya veo —dijo Sue. Se levantó del sofá —Creo que debería irme, nos vemos en la casa —nos dijo y salió por la puerta. Hecha triza por su derrota.  Creo era el primer chico que la rechazaba, no sentí lastima por ella. —Creo que nosotros también deberíamos irnos —me levanté del sofá —fue un gusto hablar contigo. Esperemos vernos de nuevo y conocer a tus padres —le tendí la mano y salí por la puerta, Walter siguiéndome los talones. Cuando llegamos a casa, mi padre nos interceptó. —¿Cómo les fue? —Rechazaron a Sue —reí fuertemente, ya no aguantándome más. —Hubieras visto su cara, no tenía precio —mi papá miró a Walter por respuesta, pero él solo se encogió de hombros y subió a su habitación de seguro para hablar con su novia. —¿Qué? —El vecino tiene novia. Así la echó de casa tan rápido. —reí. —Aileen no debes burlarte así de tu prima, ser rechazado no es ninguna broma. Se lastiman a las personas. —Sue no tiene sentimientos papá, fue solo su orgullo siendo lastimado. —¡Aileen! —alzó la voz tan alto que dejé de reír. Me quedé mirándolo congelada. Él nunca me gritaba. —Papá —comencé, pero me hizo callar. —No debes burlarte de las personas que son rechazadas, es de muy mal gusto. No sabes nada de los sentimientos de tu prima, así que no juzgues a las personas por su portada, mejor conócelos primero antes de decir alguna cosa que pueda lastimarla. —Perdón —bajé la cabeza. —Iré a mi habitación. Salí corriendo escaleras arriba mientras seguía llamándome, pero me sentí herida. Me puse los audífonos y me acosté en la cama con los ojos cerrados. ¿Por qué la defendía tanto? ¿por qué siempre estaba dándome un sermón acerca de cómo tratar a Sue? ¿por qué? No me di cuenta que lloraba hasta que mis mejillas se sintieron húmedas. Quería a mamá, la extrañaba tanto. En mi sueño la llamaba por su nombre, en mi sueño la abrazaba, en mi sueño ella me decía que estaría conmigo siempre. Me desperté en la oscuridad llorando. No había nadie. Me volví a dormir. En mi sueño nunca apareció papá para disculparse por gritarme. *** Salí temprano a correr antes de que todos se despertaran. En mi camino me topé con Ronnie, mi vecino. —¿Eres madrugadora? —Me gusta correr, —respondí cortante. —¿Cómo está tu prima? —iba trotando a mi lado. —¿Te sientes culpable por romperle el corazón? —dije tajante. —No le rompí el corazón. —No, le destrozaste el orgullo —sonreí. No me importaba si a mi padre no le gustase como hablaba de mi prima, pero aquí no me escucharía, era libre de decir lo que me plazca de ella. —No quería que se hiciera ilusiones conmigo. Tenía que decirle. —Ya veo, no te preocupes. Pronto se le pasará. —¿Y tú? —¿Yo qué? —fruncí el ceño. —¿No te rompí el corazón? Me paré para reír. Este chico tenía grande el ego. —¿Disculpa? Para nada eres mi tipo. —¿Qué? Oh disculpa, solo quería saber que las cosas estaban bien entre nosotros —se llevó la mano a su cuello nervioso. Entrecerré los ojos. —¿Si las cosas estaban bien entre nosotros? No somos nada ¿por qué debería importarme? Eres el vecino. —Si lo sé. —Sonrió —pero me gustaría ser tu amigo. Me tomó en la curva, desprevenida. —¿Enserio? Asintió sonrojado. Nunca un chico me había pedido ser su amiga, y aquí estaba la vida sorprendiéndome una vez más. —¿Por qué? —pregunté curiosa. —Me vendría bien una amiga para consejos. Nunca he tenido una. —¿Nunca haz tenido una amiga? ¿y para qué consejos? Se rascó el cuello, más avergonzado. —Es que mi novia y yo estamos pasando por una situación difícil, y a veces suelo regarla con ella. Ya sabes las mujeres se entienden entre sí, así que me vendría bien que me ayudaras —sonrió. —No soy la mejor en esto de las relaciones, así que no creo poder ayudarte. Lo siento, me voy primero —me di la vuelta y seguí corriendo. Solo me giré una vez, para verlo viéndome partir. El chico se estaba equivocando conmigo, yo no sabía ni que era tener una relación. Dos veces me había engañado, dos veces mi orgullo fue pisoteado por idiotas. El primero fue con uno en la preparatoria. Habíamos salido un par de veces, nunca vi que intentara nada conmigo más allá de tomarnos las manos, casi no nos besábamos y pensé que no le gustaba mucho para que lo hiciéramos. Pero fue una respuesta muy diferente. El chico era gay, y solo salía conmigo para ocultar apariencias, mientras salía a escondidas con otro chico. Me enteré de ello cuando fui a su casa, pero lo vi salir muy arreglado, pensé que me había olvidado de una cita con él, pero no fue así. Lo seguí hasta que lo vi entrar en casa de otra persona. Un chico lo recibió y lo besó en los labios, fue ahí cuando lo supe. Esperé a que saliera, pero tardó más de lo pensado. Habían estado los dos juntos teniendo sexo. Lo confronté en ese mismo momento. —¿Qué diablos significa esto? —le hablé controlando mi voz. Sus ojos se abrieron por mi aparición repentina. —Aileen ¿Qué haces aquí? —¿Por qué estabas ahí dentro? —señalé la puerta de donde hace un momento había salido. —Es un amigo. —¿Los amigos se besan en la boca? —su piel se puso roja. —No es lo que piensas. —Claro que no es lo que pienso, porque fíjate que pienso en unicornios montándolo ahí dentro. —No es lo que piensas —en ese momento su chico salió con su cinturón. —Lars olvidaste tu cinturón —fue cuando me vio. —Oh, es ella. ¿Ya lo sabe? Cerré los puños. Él lo sabía, solo me utilizaban como tapadera para su rollo. —Hijo de puta —le di un golpe fuerte que mis nudillos dolieron, pero no me importó porque le dejé un moretón que no podría ocultar. —Púdrete. Me largo, maldita sea. Espero que no duren mucho, idiota. Ese día me fui a casa de una amiga y me emborraché. Creo que tenía en mi frente escrita “Novia falsa” contraten al número 559-896-789, llámenme por si quieren poner celosa a su novia o si quieren esconder su sexualidad con una chica. En la universidad fue el estúpido de Hollis, me usó para poner celosa a su novia. Había sabido que su novia terminó con él, pero no me importó investigar más acerca de ello, ya que salía conmigo. Salimos un par de veces, besos, tomados de la mano, cosas de novios. Llevábamos un mes en ello, hasta que me lo encontré saliendo de un restaurante saliendo con su ex. No le he reclamado de ello, pero no pienso hacerlo esta vez. No me voy a ridiculizar de esa forma. Solo lo dejaré pasar porque el karma te regresa todo y espero que lo haga pronto. Aunque será difícil que Axel no lo sepa cuando regrese a su hermandad, porque está ahí viviendo con él. Y entonces no quiero ver su cara ni que me pregunte acerca de ello. Él sabe lo que me pasó con Lars, y ahora este. Sí que soy la peor persona para tener una relación. Lo bueno de todo ello si es que se puede decir así, es que con ninguno de esos idiotas me acosté, no llegamos a eso. Gracias a dios. Seguí trotando lejos de la propuesta de Ronnin. El chico no sabía lo que pedía. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD