El corazón de Anisa se encogía al ver los ojos llenos de lágrimas de Logan, con la culpa y el dolor marcados en cada línea de su rostro, verlo tan roto era insoportable. Sin dudarlo, Anisa se desabrochó el cinturón de seguridad, se inclinó hacia él y rodeó sus hombros con los brazos, ella lo abrazó con fuerza, deseando que su abrazo pudiera protegerlo de su propio tormento. —No digas eso —susurró con fervor, la voz temblorosa por la emoción—. No es tu culpa, Logan, hiciste lo que creíste correcto, fuiste el mejor hermano que ellos pudieron haber tenido, siempre trataste de hacer lo correcto, y por eso, eres uno de los mejores hombres que he conocido. Ella se apartó un poco para mirarlo con sus manos aferradas a sus hombros. —No es tu culpa que hayan resultado así, no puedes cargar con