El corazón de Karoll latía con fuerza en su pecho, cada latido sonaba más fuerte mientras miraba a su madre.
—Mamá, ¿qué quieres decir con que tienes la bolsa? ¡No tenías derecho a sacarla de donde estaba guardada con llave!
Rita bajó lentamente las escaleras, sin apartar la mirada de Karoll, su calma solo aumentaba el pánico de su hija.
—¿Por qué estás tan alterada? —preguntó Rita, con una voz suave pero cargada de decepción—. ¿No me dijiste la última vez que no tenías nada que ver con esconder las pruebas contra Linda?
Karoll tragó saliva con dificultad mientras su madre se detenía justo frente a ella, su rostro estaba marcado por la amargura, y sus ojos, fríos, continuaron hablándole.
—Cuando viniste aquí y te pregunté si estabas involucrada, intentaste hacerme sentir culpable para
