Anisa estaba lista para pelear, pero al escuchar la voz familiar, acompañada del aroma conocido de la colonia que reconocería en cualquier lugar, sus defensas se desmoronaron. —Anisa, soy yo —susurró Logan suavemente en su oído, con su cálido aliento rozando su piel. —Logan —susurró ella, con el corazón latiendo con fuerza ante su cercanía. Logan la soltó con lentitud, permitiéndole darse la vuelta para mirarlo de frente. —¿Qué haces aquí? —le exigió, preguntándose por qué se había calmado en cuanto se dio cuenta de que era él, se suponía que debía estar enfadada por su invasión, pero su voz carecía de la rabia que quería expresar. —Fui a la casa de Luke esta mañana —comenzó Logan—, solo para que me dijera que ya habías regresado a Baltimore, pensé que te quedarías más tiempo en Nueva