Sus ojos me observan de forma seductora mientras ella se sienta, debo controlarme para no lanzarme sobre ella. Es bellísima siempre lo he pensado. - Alexander no puedo atenderte – comienza a decir – espero a un cliente - Soy yo – le respondo sentándome – si hubiera pedido la cita con mi nombre no hubieras aceptado verme - En eso tienes razón – me dice señalándome - ¿Qué quieres? - ¿a qué vienen los clientes a tu empresa? – preguntó sarcástico riendo. - Idiota – me responde tratando de mantenerse sería. - Quiero que te encargues de la decoración de mi ático y de una mansión a las afueras - digo y ella toma su agenda y comienza a tomar notas. - Voy a poner a mi mejor... - comienza, pero la interrumpo. - Parece que no me escuchaste – digo y ella mira curios