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1227 Words
DIEZ AÑOS DESPUÉS... STORMI... Observo a través de la ventana del avión las luces de la ciudad cada vez más cerca. Hace ya una década que no venía a Nueva York. Hace diez años Alexander me rompió el corazón así que decidí irme a estudiar en Alemania, una vez me gradué no tuve fuerza para volver. Pero ahora mi padre me hizo venir de urgencia, no sé qué es lo que está pasando pero se escuchaba bastante preocupado.  Al bajar del avión atravieso el aeropuerto y cuando estoy a punto de salir escucho mi nombre.  -              Señorita White – me vuelvo hacia la persona que me llama y me encuentro con la cálida sonrisa de Robert el chofer de mi padre. -              Hola Robert – lo saludo mientras él toma mi maleta. -              ¿Cómo estuvo su viaje? -              Muy bien gracias – respondo mientras caminamos hacia la salida del aeropuerto. -              Casi no la reconozco – me dice llegando al auto. -              Diez años cambian mucho a las personas – digo divertida subiéndome al auto. Mientras vamos en el auto veo la ciudad, la noche está un poco fría pero el abrigo que traigo me calienta bastante.  Respiro profundamente en el momento en que pasamos frente a la empresa de mi padre. Cierro los ojos tratando de apartar los recuerdos que amenazan con aparecer. Cuando me fui prometí olvidarme de Alexander, pero a pesar del tiempo no he podido hacerlo, el siempre está presente en mis pensamientos. Cuando me gradué como diseñadora de interiores mi padre me hizo un préstamo para abrir mi propio negocio y ahora es uno de los más importantes en Alemania y Europa. Nunca quise expandirme a los estados unidos por motivos personales y sigo firme en mi decisión, aunque mi padre insista en lo contrario. -              Hemos llegado señorita – la voz de Robert me saca de mis pensamientos. Observo la casa e inmediatamente el recuerdo de cuando lo vi por primera vez aparece. Respiro profundamente y sacudo la cabeza tratando de apartar el recuerdo. Bajo del auto y camino al interior de la mansión.  Al entrar al salón veo a mi padre sentado en el sofá rodeado de unas carpetas. -              Buenas noches señor White – digo quedándome de pie en la entrada del salón, mi padre se levanta y su rostro se ilumina al verme. -              Hija mía – dice caminando hacia mí con sus brazos abiertos. Camino a su encuentro y nos fundimos en un cálido abrazo. Hace tres años que no lo veía ya que sus negocios y los míos nos mantenían muy ocupados y nuestros ratos libres nunca coincidían. – qué alegría verte amor. -              Ya me tienes aquí como querías – le digo y caminamos abrazados hasta el sofá.  - ¿para que soy buena? -              Mañana hablaremos de eso cariño, ahora debes descansar – me dice mirándome a los ojos. -              Papá, tengo muchos compromisos en Berlín y no me puedo quedar mucho tiempo – digo tratando de buscar una excusa para salir lo antes posible no solo de la casa sino del país. -              Ve a descansar, mañana hablaremos – me dice tiernamente - ¿quieres comer algo? -              No, solo quiero descansar – digo poniéndome de pie - ¿Cuál será mi habitación? – pregunto y el me observa confundido. -              Tu habitación de siempre amor – me responde y temí mucho que dijera eso, fuerzo una sonrisa, le doy un beso en la frente y comienzo a caminar hacia las escaleras, pero me detengo y vuelvo a verlo tratando de retrasar la ida a mi habitación. -              Papá, no te estas muriendo, ¿verdad?  – pregunto y él estalla en una sonora carcajada. -              Pero que cosas dices cielo – responde divertido – mañana hablaremos. Camino lentamente hacia mi habitación, la casa no ha cambiado en nada, todo está justo como hace diez años, los recuerdos intentan aparecer, pero me niego a mí misma a pensar en aquel tiempo.  Al llegar a la puerta de mi habitación respiro profundamente. -              ¿Por qué simplemente no sales de mi mente? – digo abriendo la puerta. La habitación esta exactamente igual que cuando me fui.  Trato de no pensar en nada relacionado con Alexander, no quiero derrumbarme, además de que ya no soy una niña. comienzo a desnudarme mientras camino hacia el cuarto de baño. Luego de una reconfortante ducha, me pongo un camisón de seda y me acuesto pensando cuál será el motivo por el que mi padre me ha hecho volver, nunca le dije que había pasado aun así me apoyo en todo.  Durante estos años he salido con muchos hombres, pero ninguno pudo sacarme de la mente ni del corazón a ese maldito. Por ahí dicen que el primer amor jamás se olvida, aunque el mío me destrozó por completo. Al día siguiente entramos mi padre y yo a la empresa, al instante muchas miradas caen sobre nosotros, no presto atención y camino con él hasta el ascensor de mi padre.  Él se encuentra un poco ansioso y preocupado, no sé qué podrá estar pasando, pero presiento que no es nada bueno. Al llegar al último piso donde se encuentra su oficina veo que todo sigue igual, caminamos en silencio hasta su oficina. -              Papá comienzas asustarme, ¿dime que pasa? – le pregunto sentándome en una de las sillas que hay frente a su escritorio y él toma su lugar.  -              Necesito que vuelvas hija – me suelta de golpe y yo abro los ojos como platos. -              No puedes pedirme eso padre – digo algo molesta. -              ¿alguna vez me dirás el por qué o de que huyes? – pregunta dejándome sin palabras. No puedo, simplemente no puedo decirlo en voz alta. -              Dime que está pasando – evado su pregunta. -              Quiero que tomes el control de la empresa, yo ya estoy muy viejo, además de que la empresa está pasando por un mal momento.  – comienza a decir y yo abro la boca sorprendida, esto no puede estar pasando, temí tanto este día y ha llegado. -              Contrata a alguien. – digo recuperándome de la impresión – alguien capacitado, yo no puedo con esto. -              Por Dios hija, estudiaste economía además de diseño de interiores, diriges tu propia empresa, ¿Cómo no vas a poder?  - dice molesto -              No es lo mismo padre – digo subiendo el tono de mi voz y poniéndome de pie – mi empresa no es tan grande como esta, no maneja tanto dinero como esta. -              Entonces cásate – me dice seriamente -  que contraigas matrimonio puede ser una solución, tu esposo se pondrá al mando se la empresa y tú seguirías con la tuya. -              Ni de broma – le digo y él me observa seriamente. -              Lo harás – me ordena -              Si no te has dado cuenta, ya no soy una niña papá, no puedes obligarme a nada – le digo enojada. -              ¿me darás la espalda? – pregunta mirándome a los ojos, no puedo negarme en sus ojos veo el cansancio. -              Voy a pensarlo – digo relajándome.  -              Quiero que esta noche me acompañes al cumpleaños de Kristen Moore. -              Voy a buscar un vestido – le digo tomando mi bolso y luego salgo de la empresa pensando en que puedo hacer ahora. 
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