BISERKA
Siento la rabia arder en mi interior al recordar el día en que los Rivera me metieron en este Hades de hielo donde he estado los últimos tres años. fui una estúpida al confiarme en que el paradero de Nyktos, el primogénito de Antonio Rivera, me mantendría a salvo. Como también, confiarme en lo que estaba sucediendo con Miguel, mi esposo. Era consciente del odio que me tienen los hermanos Rivera, pero creí que tenían palabra y no caerían tan bajo haciendo lo que me hicieron.
- Miguel – susurro saboreando su nombre al tiempo que una serie de recuerdos llegan a mi mente.
En qué momento deje que una fantasía me nublara el juicio, en que momento deje que esos hermosos ojos me engañaran de la forma en que lo hicieron. Durante dos meses viví en una fantasía ignorando todo a mi alrededor mientras estaba en sus brazos. Fui una estúpida que bajo la guardia cuando me dieron un poco de afecto, pero es algo que todos incluso "mi esposo" me van a pagar todo lo que he vivido aquí.
- Es hora – su voz me saca de mis pensamientos haciendo que me vuelva a verlo mientras me siento en el catre - ¿lista? – asiento con la cabeza atándome los cordones de mis botas preparándome mentalmente para lo que viene.
En ese momento veo como uno de los guardias se acerca a mi celda abriéndola, el hombre me observa de arriba abajo comiéndome con la mirada algo que aprovecho, lanzándole una mirada seductora mientras me pongo de pie de forma sensual haciendo que su mirada se enturbie y más cuando le sonrio.
- ¿vamos? – me acerco viéndolo pasar saliva disfrutando del hecho que aún no he perdido mi habilidad para manipular. Veo que el hombre mira a los lados antes de tomarme de la parte trasera del cabello pegándome a su cuerpo.
- Voy a reventarte – habla él muy cerca de mi boca, mirándolo a los ojos empiezo a pasar mis manos por su cuerpo encontrando lo que busco.
- Más fácil de lo que creí – susurro sonriéndole con malicia tomando el cuchillo rápidamente antes de clavárselo en el cuello viendo como su boca se llena de sangre, lo suelto dejando que su cuerpo caiga. Rápidamente tomo las llaves y el arma, busco en su uniforme tomando todo lo que me pueda servir antes de entregarle las llaves.
- Hora de irnos – digo saliendo de mi celda justo cuando el también lo hace – ¿cuchillo o arma? – pregunto viendo que toma el arma – vamos, no tenemos mucho tiempo.
Cerramos las celdas antes de empezar avanzar en busca de la salida, respiro profundamente al tiempo que una alarma empieza a sonar y frente a nosotros parece un grupo de guardias. Sonrio observándolos ya que ninguno de ellos tiene tantas ganas de vivir como las mías. Uno de ellos se lanza sobre mí, pero su cuerpo cae a mis pies cuando mi compañero le dispara en la cabeza, empezamos a pelear tomando armas al paso por lo que paso de luchar cuerpo a cuerpo a un intercambio de balas que nos da la oportunidad de correr mientras acabamos con todos a nuestro paso hasta que llegamos a una especie de almacén donde rápidamente tomamos todo lo necesario para lo que viene, porque lo difícil no es escapar de este lugar, el verdadero riesgo es sobrevivir al exterior.
Al salir del almacén un pequeño grupo de guardias nos esperan y cuando nos disparan, mi compañero reacciona rápidamente tomando un escudo blindado protegiéndonos antes de lanzar una granada que acaba con los guardias. El zumbido en mis oídos provocado por la explosión me desorienta un instante que mi compañero aprovecha para tomarme de la mano empezando a correr de nuevo hasta llegar a una enorme a un cuarto en busca de cualquiera cosa que nos dé un indicio de donde estamos, al no encontrarlo vamos a otro viendo que se trata de una especie de centro de control. Entramos disparándole a todos los que allí se encuentran.
Busco en las pantallas que muestran todo el lugar y sus alrededores algo que me ayude, pero lo único que veo en el exterior es nieve. Paso saliva tomando el mando pasando las cámaras.
- Motos de nieve – susurro viendo un rayo de esperanza
- Un GPS – habla mi compañero con alivio mostrándome el artefacto – y un teléfono satelital. – me vuelvo a verlo sonriendo.
- vamos, no hay tiempo que perder – hablo saliendo del cuarto, avanzo por el pasillo notando que mi compañero tarda en salir lo que me pone en alerta, por lo que tomo el rifle de uno de los guardias muertos apuntando al cuarto y cuando sale se sorprende levantando las manos.
- no voy a traicionarte – habla mostrándome una mano cortada, una tarjeta y una llave – una de estas tres debe abrir la puerta y rejas principales.
- Vamos – rápidamente vamos al cuarto donde se guarda ropa térmica, tomamos y nos ponemos los abrigos y prendas necesarias para soportar la baja temperatura. Al llegar a la entrada principal vemos que hay una enorme puerta tipo bunker con un panel a su lado por lo que intentamos con la mano poniéndola sobre este y para nuestra suerte se abre de inmediato haciendo que el viento frio nos haga estremecer.
Al salir el viento frio golpea mi rostro haciéndome estremecer, notamos que no hay más guardias algo que aprovechamos yendo por las motos a las que nos subimos saliendo rápidamente de allí.
Durante un día viajamos en las motos de nieve hasta que la gasolina se termina a dos kilómetros del pueblo más cercano por lo que empezamos a caminar hasta que horas después llegamos al pueblo lo que me hace sonreír.
- Estoy de vuelta...
Dos días después de estamos aterrizando en Zagreb, al bajar del avión respiro profundamente sintiendo un escalofrió en el cuerpo mientras sonrio observando a el hombre junto a mi quien me ha dado todo su apoyo y quien será una pieza importante en lo que viene.
- Bienvenida señorita – habla uno de mis antiguos hombres y quien ha cuidado de mi casa de seguridad donde hay dinero, armas, autos entre muchas otras cosas y de las cuales solo él y yo conocíamos.
- ¿Dónde está mi esposo? – pregunto caminando hasta la camioneta que nos espera en el hangar.
- En este momento en la empresa – me informa mientras subimos e instantes después nos ponemos en marcha – al igual que usted ha dirigido toda la organización desde la empresa. – asiento con la cabeza observando por la ventana – esta noche asistiera a un evento de estado...
- Quiero una invitación – ordeno a lo que él me la extiende haciéndome sonreír.
Al llegar a la casa de seguridad voy al despacho donde se encuentra el cuarto donde guarde todo lo que necesitare, introduzco el código para que se active el panel que la abre introduciendo otro código antes de poner mi palma sobre el mismo e instantes después la puerta se abre dejándome ver el cuarto donde en una pared hay armas, en otra un armario lleno de joyas y documentos, en otra fajos de billetes tanto euros como dólares.
- Me sorprendes – habla el hombre de pie junto a mi observando el interior de la habitación.
- Mi padre siempre me dijo que debía tener un seguro en caso de que algo como lo que me sucedió, sucediera – sonríe divertido – es como una alcancía – camino hacia el dinero tomando algunos fajos ates de volver junto a él extendiéndole algunos – ponte cómodo, tengo algo que hacer.
- ¿estarás bien? – pregunta devolviéndome el dinero lo que me hace fruncir el ceño entregándome una tarjeta – yo invito.
- Tengo dinero propio – le enseño los fajos haciéndolo reír.
- Quiero consentirte – responde haciéndome negar con la cabeza saliendo de allí cerrando la puerta.
- Descansa – repito mientras salimos del despacho – debo hacer algo que necesito.
El resto del día me olvido de todo concentrándome en mí, por lo que voy al spa donde me hacen todo tipo de tratamientos, para la piel, el cabello, tratamiento facial, manicura y pedicura, depilación entre muchas otras cosas. Al salir del spa me siento renovada por lo que voy a una boutique de lujo buscando algo que ponerme para esta noche. Una vez en el probador me desnudo viéndome en el enorme espejo deleitándome de la imagen que este me devuelve. Mi piel, a pesar de tener algunos golpes luce tersa y brillante, paso mi mano por mi ante brazo disfrutando de la suavidad de la misma, mi rostro vuelve a ser perfecto y mi cabello brilla como nunca.
- Esta es la Biserka Horvat a la que le temían – susurro levantando el mentón – la misma a la que volverán a temer...