Esa noche, después de hacer la maravillosa llamada que aún conservo con mucho cariño en mis memorias, mi estado de ánimo fue decreciendo poco a poco cuando mi familia empezó a ponerse en mi contra. Mi mamá impuso una idea terrorista en la mente de mi papá y hermano, y ponerlos de mi lado era prácticamente imposible.
Durante la cena me abordaron con la ya temida charla.
―A ver, hija… ¿Cómo que te vas a ir de viaje a "Gringolandia"? Ni siquiera tienes dinero… ¿Qué ocurrencias son esas? ―Preguntó mi papá, con un fuerte tono de regaño.
―No necesito dinero, papá, ya está todo pagado… Vuelo, Hotel, comida y todo… ―Afirmé, queriendo convencerlo.
―Y, ¿quién te va a dar todo eso? Dime la verdad, hija… ¿Andas en malos pasos? ¿Ese viaje te lo va a pagar uno de esos hombres ricos y viejos? De esos.. Shu… "shugars"... Esos que pagan a "muchachillas" como tú para viajar con ellos… ―dijo mi papá, con muy mala fe.
―En primer lugar… Yo ya no puedo ser ninguna de esas "muchachillas"... Ya tengo 33 años y una maestría… Por la crisis tuve que vender mi auto y regresar a vivir con ustedes, pero bien sabes, y te he demostrado, que puedo ser independiente sin ningún problema… No necesito uno de esos hombres. ―dije en defensa propia.
―¿Y eso qué?... ―Recalcó mi hermano. ―Un viejo de 90 años todavía te consideraría una "muchachilla"...
―¡No es nada de eso! ¿Ok? Se trata de un concurso… Eso es todo… ―dije, esperando una resolución favorable.
―¡Ay, sí! ¡Ahora resulta! Un concurso ¿de qué? ¿O qué? Digo… ¿Cuándo entraste?... ―Preguntó mi hermano menor, como si se tratara de un juicio.
―Bueno, no puedo decir muchos detalles… Pero, la mamá de… un amigo lo ganó… pero, como ella no puede ir porque no tiene visa ni habla inglés, decidieron dármelo a mí, ya que tengo todo eso... ―Expliqué.
―¿Tienes visa? ¿Qué no se había caducado el año pasado? ―Recordó mi hermano, ya que estaba muy al pendiente de mi vida por ser tan sobreprotector.
―Hoy me la dieron…
―¿Y qué amigo te dio “ese regalo”? ¿Lo conocemos?... ―Preguntó mamá, buscando llegar al fondo de todo eso.
―No lo conocen mamá… Así que no es necesario decirte su nombre… ―Contesté, tratando de acabar con la discusión.
―Claro que sí… ―Aseveró mi madre. ― Si te secuestran por allá, ¿qué le vamos a decir a la policía? Al menos hay que hacer responsable al amigo que te dio eso…
―Está bien, si se trata de un concurso, pues supongo que estarás bien… Pero de todos modos déjale a tu mamá todos los datos y nombres, y trata de comunicarte a cada rato con nosotros para que sepamos que estarás bien.. Y ni se te ocurra pedirnos dinero para eso… Eso debiste pensar antes de aceptar ese premio.. A ver cómo le haces… ―Concluyó mi papá, poniendo el punto final al asunto.
Y así fue como obtuve el disque permiso de mi familia, aunque no estaban de acuerdo. Aún mostrándoles todos mis boletos, todavía creían que se trataba de una estafa… Hasta hice que mi mamá llamara al hotel para preguntar por mi reservación, pero como ella no habla ni entiende nada de inglés, creyó que podían estarme diciendo otra cosa… ¡En fin…!
Los días pasaron y el día de mi viaje se acercaba cada vez más, pero me dí cuenta de que no tenía un vestido para ir al concierto… Raramente yo usaba vestido pues no soy una chica de ir a fiestas, de hecho soy súmamente reservada, así que la mayoría de mi ropa son trajes de pantalón y saco.
Desafortunadamente, no quería usar mi tarjeta de crédito, porque mi deuda ya era tan difícil de pagar que si la tocaba, ya no podría pagar nada hasta tener un nuevo trabajo. El poquísimo dinero que me quedaba, apenas y cubría el pago mínimo de ese mes.
Aproveché que mis amigos y yo adelantamos el convivio navideño por que en navidad yo estaría de viaje, para contarles de mi penosa situación sin recursos, con la esperanza de que tal vez mi amiga tuviera algún vestido que pudiera prestarme.
―¿Y estás nerviosa por viajar sola a Nueva York? Digo, las veces anteriores que has viajado, a menos has tenido contacto con otros compañeros y la universidad, pero ahora irás completamente sin conocer a nadie… ―Comentó Alexander, preocupándose por mí.
―No, de hecho… Voy con toda la confianza del mundo… Sé que todo está cubierto, así que no hay qué temer… Pero tengo un problemilla que me avergüenza mucho… Resulta que no tengo ni un solo vestido para ponerme durante el concierto… Todos irán muy elegantes y yo sin nada que ponerme… Solo tengo trajes, pantalones y abrigos… Pfff…
―¿Qué talla eres? ―Preguntó Debbie.
―Creo que la 32 me queda bien en general… ―dije, esperando coincidir con ella.
―¡Uff! No te va a quedar ninguno de mis vestidos… No te van a alcanzar a cerrar… ―Respondió Debbie, segura de no poder ayudarme.
―¿Tan delgadita eres Debbie? Debí suponerlo porque soy mucho más alta que tú... ¿No tienes uno que sea elástico? ―Pregunté con mi última esperanza.
―Pues solamente casuales… Pero ninguno que te pueda servir para la ocasión. ―Confirmó Debbie.
―¿Y tu mamá Alexander? ¿Qué talla es? ―Pregunté a mi amigo, pensando que podría ser otra opción.
―Pues le calculo que está igual que Debbie… Ellas son casi de la misma estatura y complexión…―dijo Alexander, dejándome sin opciones.
―¡Rayos! Bueno, te encargo, por favor, que revises si tiene alguno más o menos elástico que sea formal…
― Bueno, pero… ¿Por qué no compras uno con tu tarjeta de crédito? ―Preguntó Alexander, pues no conocía mi situación.
―¡Sí! Y te acompañamos a que compres todas las cositas que te hagan falta para el viaje… ―Añadió Debbie.
―Sería genial… pero… bueno, no puedo engañarlos… Lo que pasa es que ya me acabé todos mis ahorros, ya no tengo dinero para ir de compras ni para pagar la tarjeta. Estoy en ceros, al límite... ―Tuve qué confesarles con mucha vergüenza.
―¿Cómo crees? ¿Y así piensas arriesgarte en ese viaje? ¿Qué tal si te surge una urgencia? ¿Cómo vas a solventarlo? ―Trató de prevenirme Alexander.
―No lo sé… ya pediré ayuda a la embajada… o a ver qué sucede… Con que llegue al aeropuerto con mis boletos y documentos el día de tomar mi vuelo de regreso, será suficiente… ―dije, demasiado optimista y loca...
―¡Ay Bella! ¡En verdad que tú sí eres aventurera! Bueno, tengo una idea… Como ya no te veremos en navidad, qué tal si Alexander y yo, cooperamos para comprarte tu vestido, considéralo como nuestro regalo de navidad… ―Opinó Debbie, dándome todo su apoyo.
―¿En verdad harían eso por mí? ¡Son los mejores! ―dije con mucha ilusión. ― La verdad me siento muy apenada porque no les podré comprar nada en este viaje, pero prometo que les traeré shampoos, jabones o toallas del hotel, ¡jajaja!.
―¡Jajaja! Bella, ¡te pasas!, o si puedes robarte una botellita de alcohol o unos chocolates, estaría genial por mí.. jajaja… ―dijo Debbie en broma.
―Estoy de acuerdo en lo de… la "cooperacha"… Pues vamos por el vestido… ―dijo Alexander, poco convencido de mi arriesgada aventura.
Yo no quería que mis amigos gastarán tanto, ni tampoco necesitaba un lujoso vestido de marca, solo para un par de noches… Por eso les dije que fuéramos a ver la ropa de dama en una tienda de autoservicio. Es verdad que algunas señoras pasaban con sus carritos cargando a sus niños, sus croquetas de perro, cebollas y tomates, mientras yo me medía los vestidos de fiesta, pero eso no me incomodaba…
Fue difícil encontrar el vestido perfecto. Aquellos vestidos largos eran muy aseñorados, es decir, con estampados de florecitas o colores lisos anticuados. El único n***o, era liso, pero ¡tenía hombreras de los 80’s! Fuimos a ver los vestidos cortos, y como yo soy muy alta, con todos se me veía la ropa interior y más. Entonces se me ocurrió una idea que hizo que Debbie tuviera una mejor.
―¡Estos vestidos son demasiado cortos para mí! Pero tal vez puedo buscar el más barato y usarlo como blusa, y buscar una falda larga que combine con ella… ―dije al recordar que había visto unas faldas bonitas.
―¡Buena idea! De hecho vi las prendas perfectas… ¡Quédate en el vestidor y quítate esas prendas! Ahora vuelvo… ―dijo Debbie mientras salía de los vestidores de la tienda.
Mi amiga trajo una preciosa falda larga en corte princesa. Estaba confeccionada en tafeta negra, por lo que le daba más amplitud. Tenía unos sutiles reflejos en color fucsia, lo que le daba un encantador efecto tornasol. Lo que elijió para la parte de arriba, no me gustó del todo al principio…
―Pero, Debbie ¿Acaso esto no es un baby doll? Es una prenda íntima, Debbie… Está muy bonita, pero es una prenda íntima para dormir… ―dije, con la prnda en mis manos.
―Pero está hecha en satín fucsia con detalles negros… ¡La combinación perfecta! Además, con un brasiere nude o del mismo color abajo y una gargantilla elegante, nadie notaría que se trata de una prenda íntima… Además, ¿Qué tal si tienes suerte y conoces a alguien? Al menos tendrás qué ponerte en lugar de tu ropa interior de abuelita… ―Trató de convencerme mi amiga.
―No creo Debbie… Es un concierto navideño, esto me haría ver, un poco… ¡demasiado sexy para la ocasión! ―Aclaré.
―¡Ay! ¡Por favor! Tienes un busto preciosísimo como para no mostrarlo… ¡Ya quisiera yo tener un poquito de tu busto!... Además con un abrigo n***o encima, se vería muy elegante… Y si de plano no te convence o temes por tu vida, podrás ponerte arriba cualquier blusa negra que tengas… ―Argumentó Debbie, con un buen punto.
―Está bien, Debbie… ¡A veces no me doy cuenta de cómo me convences! Pero te haré caso solo porque habrá una fiesta VIP después del concierto, y quizás sea una buena oportunidad para ir de cacería… Supongo que con el abrigo, ya no se verá tan sexy… ―dije, imaginándome en aquella hermosa prenda.
Y fue así como ya tenía mi prenda multiusos de gala. Por si las dudas, elegí de mi armario un par de blusas negras extras… pero ya vería por cuál ropa me decidiría. Con mis clásicos tacones negros, ya tenía el outfit completo. Solo me bastaba guardar ropa para el frío y para cambiarme en los días en los que no fuera a ningún evento. Empaqué ropa cómoda y de dormir, algunas playeras y suéteres. Elegí un par de trajes, uno color gris, y uno color camello. Además de un saco n***o, uno blanco y una chaqueta tipo piel. En el avión llevaría mi abrigo n***o de lana y mi outfit casual. Y ya estaba lista para mi viaje de ensueño.