Pláticas entre cuñados

1796 Words
David  Llegar a Madrid después de casi un año en México es una de las sensaciones más extrañas que he sentido en mi vida, sobre todo ahora que cargo entre mis brazos a mi preciosa hija que viene entretenida observando el aeropuerto y señalando el singular techo que está sobre la terminal. Sila es curiosa y mucho, le gusta observar, analizar y aprende rápido al grado que siento que pronto aprenderá a caminar.  — ¿Te gusta ver el techo mi amor?— Le pregunto mientras ella asiente.—  Mira los colores, y las figuras.— Muestro con mi debo y ella con sus grandes y hermosos ojos verdes lo mira.—  Tal vez de grande seas arquitecta.  Sila niega.  — ¿No? ¿No quieres ser arquitecta? ¿Qué quieres ser? —  Pregunto y ella me pone a bebé sobre los labios para que le dé un beso como venía jugando con ella en el avión.— ¡Muak! Beso para bebé. Sila se ríe y vuelve a poner la muñeca sobre los labios para que repita lo mismo una y otra vez hasta que llegamos al tren que nos llevará a la salida del aeropuerto donde el tío Manuel y la tía Ainhoa nos recogerán para llevarnos a su piso y darnos hospedaje. Ya que en este momento no tenemos donde quedarme y ya no quiero más hoteles para Sila, creo que ya tuvo suficiente de ellos.  Así que tan solo salimos del tren y recogemos la maleta salgo por la puerta para encontrarme a Manuel que con una sonrisa estira los brazos provocando que mi hija se recargue sobre mis hombros como si le diera pena.  —¿Cómo está la más hermosa de todas? — Le pregunta y Sila sin perder mucho tiempo se va a su brazos con la muñeca entre las manos— ¿Esa es bebé?  —Así es, Luz se la dio antes de venir para acá.  —Espero la hayan lavado porque esa muñeca ha pasado por tanto...— Bromea y luego me da un abrazo.— Bienvenido cuñado.  —Gracias, me gusta estar aquí… ¿Dónde está la señorita Canarias?  —Ensayo de último minuto, pero no te preocupes llegará a cenar con nosotros, tus padres vienen también. —Mi papá no perdió el tiempo.  —No, es raro, no es el David que yo conocí, de un día para el otro cambió, aún me da miedo besar a Ainhoa en su presencia. — Confiesa divertido.  Con mi mano le doy una palmada sobre el hombro y sonrío.— Creo que tenemos una plática pendiente ¿no crees?  —Pendiente por casi siete años.  —Más vale tarde que nunca.— Respondo y Sila me pone a bebé sobre los labios —¿Más besos a bebé? Tu mamá se pondrá celosa. Sila se ríe pero insiste en que la bese.— El último beso a bebé y ya.— Le digo y al hacerlo le pone la muñeca a Manuel.  —No Sila, besar a bebé después de que tu padre lo hizo, sería como besarlo de verdad.  —Hazlo, así podrás comparar que Canarias besa mejor.— Y le cierro el ojo.  —Mejor caminemos que el chofer de tu papá nos está esperando y creo que Sila necesita un cambio de pañal.  —Justo a tiempo para que el padrino Manuel se lo cambie. —Ya recordé porque no te extrañaba.—Me dice tratando de parecer enojado y ambos caminamos fuera del aeropuerto para subirnos a la camioneta que nos está esperando.  Debo admitir que viajar con chofer en un vehículo privado es algo que extrañaba, sobre todo porque puedo ir viendo el paisaje mientras Manuel juega con Sila que viene sentada en la sillita que mis padres han comprado exclusivamente para ella. Madrid me recuerda mucho a la ciudad de México, incluso ahora sé porqué a Luz le gustaba mucho vivir aquí, supongo que le hacía extrañar un poquito menos la ciudad donde había nacido y que por momentos visitaba cuando era joven.  Cuando empezamos a entrar al barrio de La Latina, sonrío, trayéndome recuerdos de la primera vez que encontré a Luz aquí.  —Mira mi amor, en este lugar fue donde tu madre y yo nos volvimos a encontrar.— Le digo a Sila y me sonríe como si entendiera.  Minutos después el auto se para enfrente del edificio y el chofer abre la puerta para que los tres bajemos.  —André, ve a recoger a los señores Canarias, por favor.  —Sí señor Manuel.— Contesta y luego de bajar mi maleta camina hacia el auto y arranca.  Debo admitir que ver a Manuel así de tranquilo me hace feliz, quiero pensar que después de tanto tiempo él y mi hermana encontraron lo que necesitaban y que ahora son más felices que nunca.  —Debo decirte que el piso de mi  hermana Luz ha cambiado un poco.  —¿Lo dices porque dormiré en el sofá? — Pregunto al acordarme de lo pequeño que es.  —No, lo digo porque cambiamos de piso.— Responde Manuel y de inmediato se abren las puertas del elevador en otro pasillo donde se nota los pisos son más amplios.  —¿Regalo de bodas?  —No.— Dice Manuel en tono de orgullo.— Mejor salario, mejor renta… un mejor lugar para vivir con tu hermana. Él abre la puerta y ante mis ojos puedo ver este hermoso lugar decorado cien por ciento por ellos, lleno de fotos, ballet, libros, colores y sobre todo más amplio, de pronto entre al pequeño hogar que ellos habían construido.  —Bienvenido… tu habitación está por ahí. Sigo a Manuel para entrar a una increíble habitación con un balcón que da a la calle.  Pfffff hace Sila  con su pequeña boca y luego agita a bebé por los aires.  —Tenemos balcón mi Sila.  Pfffff contesta y voltea a ver a Manuel para ponerle las manos sobre la boca.  —Hmmmm qué rico, manitas de Sila...— Finge que las come y la niña se ríe.— Venga, vamos a cambiarte que el pañal viene muy apestosin. Recuesta a mi hija sobre la cama y mientras yo le mando un mensaje a Luz para decirle que llegamos bien. Mientras lo envío, veo a Manuel con una sonrisa y a mi hija riéndose a carcajadas cuando su tío le acerca la boca al estómago y sopla haciéndole cosquillas, dándome a entender dos cosas, o Manuel es muy bien tío, o está listo para ser papá; espero de todo corazón que se ambos.  —¿A qué hora llegarán todos?— Pregunto.  —Supongo que en media hora, así que puedes descansar un rato.  —No, lo digo porque me gustaría platicar contigo a solas, si me lo permites.  Manuel sonríe levemente, creo que es la primera vez, después de mucho tiempo, que ambos estamos solos en una habitación y podemos hablar sin interrupciones. Él toma a Sila entre sus brazos, le acomoda el gorrito de lana que su abuela Ximena le hizo, y luego me dice. —Tú dirás.  —¿Podremos ir a la sala? — Surgiero y él asiente. —Vamos… creo que necesitaré un whisky.— Dice entre sonrisas y ambos salimos de ahí para ir a la amplia sala donde hay más de un sofá.  Manuel espera a que me siente y luego me pone a Sila entre los brazos que inmediatamente comienza a llorar ya que quiere estar con su tío.  —¡Uy! Otra Canarias que cae ante los encantos de un Ruíz de Con, no eres la primera sobrina.— Bromea y luego se acerca con el whisky entre las manos y me da uno.  Ambos tomamos un sorbo y cuando sentimos que el whisky aclara nuestra garganta, nos vemos a los ojos.  —Dime que Tú y Ainhoa están bien.— Hablo y él asiente.  —Mejor que nunca, porque estamos juntos.  —Dime que son felices.— Insisto.— Que lo que estás haciendo ahora te agrada, que no estás sufriendo o arrepentido.  —Oye, oye… tranquilo ¿todo bien?  Vuelvo a tomar otro poco de whisky y asiento.— Sólo quiero asegurarme que todo lo que provoqué hace años atrás no les está pasando factura ahora, que mi hermana está feliz, que puedo borrar de mi mente sus ojos tristes que durante meses tuvo después de “el evento”.  —¿Así lo llaman? ¿El evento? Nosotros lo llamamos diferente. —¿Cómo?  —No te lo diré, es nuestro día.— Y sonríe.  Me quedo viendo a Manuel, observo sus rasgos, no cabe duda que es igual a su padre en todos los sentidos y que cuando envejezca prácticamente será él.  —Ainhoa y yo estamos bien.— Habla.— Muy bien, debo confesar que nos hemos encerrado mucho en nuestro pequeño hogar y que hay días en que no queremos hablar con nadie, ni siquiera con tus papás, pero, poco a poco nos acostumbramos, ya nos reímos del pasado y este viaje a México que hicimos nos ayudó a darnos cuenta que la familia nos quiere y que ya no debemos tener miedo cuando nos separamos.— Y sonríe.  —Te confieso que cuando me separé de Luz por órdenes de mi padre me dio miedo que me pasara lo que a ustedes, pero muy dentro de mí pensé… Me lo merezco, es un karma que pago.  —No David, tú eras igual de joven que nosotros, hiciste lo que pensaste correcto y ya no debes pensarlo tanto. Ahora estás casado con mi hermana, tienes una hija maravillosa que salvaste de que viviera la peor de las vidas, haz madurado, como yo he madurado, como lo ha hecho Ainhoa y tus padres… y pronto, cuando ella y yo nos casemos, gritaremos a los cuatro vientos que nos amamos y que nuestro amor logró vencer todo.  —¿Todo?  —Todo, ambos fuimos invencibles… y pronto, pronto lo leerás.— Comenta y luego brindamos juntos.   En eso la puerta del piso se abre y veo a mi hermosa con su cabello rizado y envuelta en millones de suéters por el frío que hace afuera.  —¡Esa es Sila! — Grita emocionada mientras camina hacia nosotros, se sienta sobre las piernas de Manuel y la carga.— ¡Hola mi sobrina preciosa! — Habla mientras la besa.  —Oye, yo también estoy feliz de verte.— Comento y aún con mi hija entre brazos se siente en medio de los dos y me abraza.— Bienvenido Canarias, te extrañé.  —Gracias pequeña Canarias.— Le murmuro mientras le doy un beso sobre la frente. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD