David
Despertar y no sentir a Luz a mi lado ha sido una de las sensaciones más raras de toda mi vida. Recuerdo cuando hace años atrás no me interesaba quedarme a dormir en casa de alguna chica o en todo caso las corría antes del amanecer, pero ahora sentir la ausencia de mi esposa pesa bastante.
Volteo a ver al otro lado de la cama y no encuentro a Sila, de inmediato me levanto para revisar si no se cayó al suelo pero me encuentro con la sorpresa de que estoy solo así que posiblemente Manuel o Ainhoa se la llevaron de mi lado.
—¡Qué susto! — Murmuro.
Me pongo de pie para ponerme un suéter, ya que puedo sentir un poco mas el frío ya que me he aclimatado a México y ahora me falta hacerlo con el clima de Madrid y después tomo el gorrito y el suéter de Sila para llevárselo y ponérselo ya que me da miedo que su condición empeore. Resulta ser que mi hija tiene un poco de problemas respiratorios y de alergias, creemos que tuvo mucho que ver con su nacimiento, por lo que ahora mientras esté aquí debo hacerle varios exámenes en el hospital y encontrarle un pediatra para que empiece a hacer un historial médico, después cuando yo tenga el trabajo y un consultorio, seré su propio pediatra.
Salgo de la cocina para ver la imagen más bella de todas, a mi hermana con Sila entre sus brazos sentadas sobre el sofá, al parecer le está enseñando algo porque la bebé parece bastante entretenida.
—Este es tu papá, cuando se casó con tu mamá… ¿ya viste que guapos? — Le pregunta y Sila la ve a los ojos y sonríe como si le entendiera cada palabra que en este momento ella le está diciendo.— Tu papá es pediatra y tu mamá es fotógrafa y antes de conocerse uffff se odiaban, aunque yo creo que muy, muy, muy en el fondo tu padre siempre estuvo enamorado de tu mamá ¿sabes? Sólo que era muy cabezota para admitirlo.
Sila se ríe al escuchar la palabra cabezota y Ainhoa le da un beso sobre la frente.— Así es cabezota, pero ya no lo es tanto.
—No le enseñes eso a mi hija, por favor.— Hablo desde mi puerta y en seguida Ainhoa voltea a Sila para que me vea.
—¿Quién es? ¡Es papá!
Sila estira los brazos y con las manos cierra y abre los puños en señal de que quiere que la cargue. Sin muchos rodeos voy hacia ella y la tomo entre mis brazos para darle un beso sobre la rosada mejilla.
—Buenos días mi hermosa ¿dormiste rico?
—En la mañana lloró poquito y Manu entró por ella porque dormías como un tronco, así que desde temprano pasa tiempo con su tía Añoña ¿verdad? — Pregunta y Sila me pone a bebé sobre los labios para que le dé un beso.
—Buenos días bebé ¿dormiste rico también? — Pregunto y Sila me sonríe.
Ambos volvemos hacia el sofá donde ellas estaban sentadas y yo comienzo a ponerle el suéter y el gorro, Sila se mueve un poco molesta, al parecer este tipo de ropa no es de su agrado.
—Vamos corazón, quédate quieta poquitito, tienes que tener la cabeza calientita para que no te dé catarro.
Sila por fin se deja y cuando logro ponerle el gorro, lo quita con su mano para luego echarlo hacia el piso.
—Al parecer tenemos una Canarias rebelde.— Bromea Ainhoa.
—Como si necesitáramos más Canarias rebeldes.— Contesto y luego recojo el gorro.
—¿Todo bien con Sila?
—Sí, aunque últimamente estamos preocupados porque estornuda mucho y tiene muchos mocos, creemos que son alergias, por eso vino conmigo para que la traten de una vez acá y no tenga dos doctores, allá en México no tenía licencia así que no podía hacerlo yo mismo.
—Quién te viera David Canarias, recogiendo gorritos del suelo y cantando para arrullar a tu bebé.— Contesta mi hermana.
—¿Me escuchaste?
—El piso es chico, pero no te preocupes, nos encantó ¿qué le cantabas?
—Una canción que Tristán le cantaba antes de dormir, al parecer sirve así que nos la aprendimos y es el mejor sedante de todos… canto horrible pero al menos Sila duerme.
—No cantas tan mal, ella se duerme porque está entre tus brazos, pero aún así no le dejes de cantar.
Me quedo en silencio un momento y Ainhoa logra ponerle el gorrito sobre la cabeza.
—¿Cómo va todo con papá? — Me atrevo a preguntarle y ella sonríe.
—Bien, después del accidente muchas cosas cambiaron así que todo va bien, aunque debo admitir que todavía me cuesta acercarme a él, pero como viste ayer tratamos de hacerlo cada vez más, sobre todo ahora que Manu trabaja en la empresa.
—Me da gusto eso, creo que tendré que hacer lo mismo ahora que regrese a vivir a Madrid, no quiero que mi hija esté lejos de sus abuelos.
Ainhoa me sonríe y recarga su cabeza sobre mi hombro.— Eres un buen papá David, creo que cumpliste todas esas promesas que me hiciste en aquel hotel ¿recuerdas?
—Cuando te dije que sería el tío David o cuando te dije que tendría bebés.
—Ambas y mirame ahora yo soy tía Añoña.
Los dos nos reímos al acordarnos como Sabina pronuncia su nombre y tan solo de recordar que la chiquitina se irá a vivir lejos de todos me da un poco de melancolía.
—Cuando yo sea madre quiero ser como tú.— Me comenta.
—¿Qué dices? — Pregunto.
—Sí, cuando fui a México y conviví contigo y con Luz, el verte cargar a Sila por todas partes, ver como la amas sin condiciones y la cuidas tanto me hizo encontrar un modelo para cuado yo sea madre. Quiero ser mamá koala, tener a mi bebé pegado a mí, cantar como tú lo haces y sobre todo amarlo tanto que hasta dormido ponga la mano sobre él para saber si respira.
Me sonrojo.— Es una costumbre que Luz y yo tenemos, cuando adoptamos a Sila tenía problemas y nos mortificaba que dejara de respirar a mitad de la noche, miedos de padres primerizos.— Me justifico.
—Aún así es bonito, por eso Sila es tan feliz porque sabe que sus padres la cuidan hasta mientras duerme.
—Tres de sus padres, porque su madre Yesenia está en el cielo y nos echa la mano, estoy seguro de eso.
Ainhoa acaricia el rostro de Sila mientras ella está recargada sobre mi pecho y viendo la muñeca.
—¿No has sabido nada de la abuela de Sila? — Pregunta.
—No, nada… la hemos tratado de localizar pero no hay rastro de ella, aún así, ni siquiera sabemos bien cómo se llama o como es físicamente, es una búsqueda nula, pero sólo queremos asegurarnos de que no entrará por esa puerta y nos la quitará… creo que ese es uno de nuestros miedos más grandes. Recuerdo que cuando la adoptamos solía soñar que venían por ella y me levantaba con una angustia terrible, si me quitan a Sila, si se la llevan lejos, creo que me moriría de tristeza y no quiero saber que pasaría con Luz.
Mi hermana me toma la mano y la acaricia.— No se la llevarán, y si un día vienen por ella tiene una enorme familia que dará más batalla que nada, tú de eso no te preocupes.— Habla firme.
Beso la mano de mi hermana y luego sonrío.— Serás una gran madre Ainhoa cuando llegue tu momento… pero por lo mientras ¿puedes ser una gran tía y cuidarla mientras voy a mis entrevistas de trabajo y consigo un lugar para vivir?
—Te aprovechas de mi inocencia.
—Sí claro.— Contesto entre risas y Sila se ríe también imitandome. —La levanto y hago que me vea de frente.— Sila Canarias, te buscaré la casa más hermosa del mundo donde te juro serás feliz.— Le prometo y Sila me sonríe.