La joven salió de la casita de campo con las manos bañadas en sudor. Sacó su teléfono del bolsillo de su chaqueta y fijó la mirada en la pantalla, tenía cinco mensajes de texto y 3 llamadas perdidas. Dos de los mensajes eran de su hermana, preguntando lo mismo “¿Dónde estás? Llamaré a la policía si no te reportas a las 10. Los otros dos eran de su madre, preocupada por la misma razón que su hermana. Uno era de Oliver… Ignoró este último y se apresuró a bloquear el número. Las llamadas eran de su hermana y el reloj marcaba las 9:57, tres minutos en lo que se apresuró para devolver la llamada, mientras se colocaba el teléfono al oído se subió al auto y encendió las luces, estas alumbraron la casa, y por la ventana pudo ver la gran figura que la contemplaba con curiosidad. Ella le hizo señas