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Bostezo por tercera vez en menos de diez minutos, muero de sueño, pero mi preocupación aún no se apaga por completo pues Nikolai aun se encuentra en el hospital.
—¿Estás bien? –cuestiona mi confidente sentándose a mi lado.
—No sé. Me siento estúpida.
—¿Por lo que le dijiste a Nikolai? –cuestiona encendiendo un cigarrillo.
—No, por que fui muy impulsiva y ahora él tiene una bala atravesada en el cuerpo.
—Pero esta vivo, Khatia, eso es lo que importa.
—Debo dejar de ser impulsiva.
—Pagaría por ver eso. –se ríe ella.
—Eres una tonta, ¿lo sabías?
Ella ríe y me pasa la mitad del cigarro, estoy pensando seriamente en irme de Rusia tal como Nikolai dijo antes de que fuera herido. ¿Y si me voy sola? No, él es mi balance, mi estabilidad, no puedo dejarlo pero tampoco quiero quedarme.
—Me iré de Rusia. –suelto de repente y ella comienza a toser.
—¿Estás loca? Acabas de hacer mierda a Vittorio y te vas.
—Ya no quiero estar aquí. Mi madre no quiere irse, quiere mantener el recuerdo de mi padre con ella, pero yo no. Duele más estar aquí sin él.
—¿Te irás sola?
—Nikolai se quiere ir conmigo.
—¿Follaran con algo más que lengua lejos de Rusia? Por que si la respuesta es si, entonces vete Khatia.
Río por su tonto comentario y le doy un empujón amigable.
—No lo sé. Esa es otra de las cosas que me tienen pensado.
—Tal vez la tenga chiquita. –señala y yo río.
—Jamás lo he visto desnudo. Bueno, no de la cintura para abajo.
—Algo debe ocultar. O tiene un amigo enorme o demasiado pequeño. ¿Qué prefieres?
—Que te calles.
—Vamos Khatia, ¿te gustan grandes?
Estoy a punto responder cuando somos interrumpidas.
—Inspectora Markova, el inspector acaba de despertar y quiere verla.
Asiento y agradezco al chico del cuerpo médico.
—Extrañaré ser tu consciencia.
—Extrañarás oírme gemir, chismosa.
—Eso también, pero si voy a extrañarte.
—También yo, pero es muy necesario.
—Lo entiendo, ojalá te vaya mejor que aquí, Khatia.
—Ojalá.
Entro al hospital y camino hasta la habitación en la que se encuentra Nikolai, irnos será lo mejor, aunque primero debo aclarar eso de la boda y los bebés. No estoy lista, de hecho no creo estarlo nunca.
Abro la puerta y cuando sus ojos se encuentran con los míos, sonríe y me tiende su mano. La tomo en cuanto estoy cerca de ella.
—Hola. –susurro sintiendo un nudo en la garganta.
—Hola, Dragotsennyy. (preciosa)
—¿Cómo te sientes?
—Bien, la doctora dijo que estaba fuera de peligro.
Asiento y no puedo sentir como afloran las lágrimas.
—Ven acá.
Nikolai se hace a un lado dejando espacio en la cama. Me siento a su lado y me abraza.
—No quiero verte llorar jamás. ¿Entendiste?
—Sí hubieses muerto por mi culpa yo...
—No morí, estoy aquí, sano y salvo. No fue tu culpa.
—Pero...
—Pero nada, –interrumpe–, y ahora nosotros nos iremos de aquí. Ya hablé con nuestro superior, esta de acuerdo en que nos vayamos de Rusia.
Siento que el corazón se me saldrá del pecho con esa noticia. Por fin me iré de aquí, soltare el pasado e iniciaré en un lugar en el que nadie sabrá nada de mi.
—Iré a preparar las maletas. –anuncio.
—Lleva tus mejores prendas, quiero que vean a Khatia Markova en todo su esplendor.
Asiento emocionada mientras Nikolai limpia mis lágrimas y luego besa mis labios cortamente.
Me levanto de la cama y camino hasta la puerta, antes de salir me detengo de golpe.
—Oye yo... Realmente eso de bebés y boda, no es necesario. Yo no quiero bebés y esas cosas.
Nikolai ríe y niega con la cabeza.
—En eso estoy de acuerdo Khatia, gracias por decirlo.
Sonrío tranquila después de haber aclarado la bochornosa situación y salgo de la habitación.
Por fin dejaré todo esto, por fin me quitaré de encima todo el pasado, pero sobre todo, me quitaré de encima el nombre de mi padre.
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Esta parte se narra a partir del final del relato de Luces en la cama. Es necesario haberlo leído.
En el presente.
Después de despertar en la cama de Bianchi y salir de ahí casi corriendo, llego a mi lugar de trabajo, entro hecha una furia pues justo ahora me siento estúpida.
—Inspectora el...
Levanto mi mano para callarla, no quiero saber nada de absolutamente nadie. Azoto la puerta de mi oficina y paseo de un lado a otro como felino enjaulado.
¡Mierda! Mil veces mierda. Soy tan estúpida. ¿Cómo no me di cuenta de que era él? Debí haber leído el maldito informe y ver su rostro, su jodido rostro.
Seguramente ahorita debe estar riéndose de mi, lo tuve literal en mis manos y se me escapó. Abro la maldita carpeta con sus datos, su rostro es lo primero que veo, esta en la primera hoja, ¡en la primera! Maldita sea.
Pateo la silla y hago rabietas, odio no tener el control de la situación. Me recargo en la pared y dejo caer mi cuerpo. Entierro mi cabeza entre mis manos.
La puerta se abre y se cierra. Reconozco esos zapatos, él se inclina hasta estar a mi altura, acaricia mi cabello y levanto la cabeza.
—¿Qué ocurre Khatia?
Siento el maldito nudo en la garganta y comienzo a llorar cuando Nikolai me mira con ternura.
—Ven acá. –pide mientras me ayuda a levantarme.
Me abrazo a su cuerpo y no dice nada, solo me deja llorar. Me siento tan tonta.
—Me dijeron que estas hecha una furia. Se supone que no vendrías hoy. El jefe dijo que te dio el día.
—Lo arruiné Nikolai. –chillo.
—Recuerda que aquí no soy Nikolai, sino Leo.
—Es estúpido que te cambies el nombre.
Él ríe de manera ronca y deja un beso en mi coronilla.
—Lo sé, pero Nikolai era muy ruso, debo aprovechar que tienen una idea errónea de como se ve uno de donde yo vengo. Quiero dejar atrás tanto como tú a Rusia.
—Lo sé, perdona.
—No pasa nada. Ahora dime, ¿por qué dices que lo arruinaste?
—Anoche tuve sexo con un extraño y...
Leo empieza a reír y yo hiervo de rabia. Me separo de él y me mira como diciendo “no pasa nada”
—También yo tuve una noche interesante en casa planeando estrategias. –responde con una sonrisa.
—No lo entiendes Leo, ese hombre...
—¿Qué es lo que te preocupa? –me interrumpe–, si es por mi sabes perfectamente que no tengo problemas con ello. Eres una mujer hermosa y sensual, es más que obvio que esas cosas van a...
—¡Me acosté con el maldito de Bianchi! –vocifero y puedo notar como su piel palidece.
—¿Cómo carajos pasó eso Khatia? ¡Explícame! –alza la voz.
—Sé que debí revisar la carpeta, pero tuve muchas cosas y...
—¿Estás diciéndome que no sabías como luce nuestro maldito objetivo, Khatia? –me acusa con coraje.
—No, –confieso–, no sabía ni mierda de él.
—Hace una semana te di el informe. ¡Una semana! ¿Por qué no lo leíste?
Cierro los ojos sintiendo como el dolor de hace unas semana aun me consume.
—¡Habla de una vez, Khatia!
—Mi madre murió, Nikolai, murió y yo estaba aquí y no allá junto a ella. Fue asesinada por no sé quien rayos. ¿Tú crees que tenía cabeza para leer el informe de un maldito jefe de la mafia italiana?
Los ojos de mi compañero se apagan y sus labios dudan en dejar salir su próxima frase.
—No trato de excusarme, pero fue por ese motivo que dejé todo lo demás de lado. Además...
—¿Además qué?
—Nada, es una estupidez.
—Habla.
Me trago las palabras para no alterar más la situación.
—Déjame sola, yo lo sulucionare, como siempre.
—¿Solucionarlo? ¿Qué vas a solucionar? ¿Pretendes matarlo tú? Ni siquiera eres capaz de disparar tu arma. –vocifera.
—¿De verdad me vas a culpar por no ser capaz de quitarle la vida a alguien?
—¡Eres una inspectora, Khatia! Si tu deber es matar lo haces, no te quedas ahí parada esperando a que alguien mate por ti. Necesitas quien te enseñé dímelo, lo hago con maldito gusto.
—¿Quieres enseñarme a matar cuando ni siquiera sabes coger?
Su furia desaparece y me mira atónito.
—¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?
—Que si me vas a enseñar a matar como coges, estaremos en la misma puta situación.
Paso de largo por su lado y salgo de la oficina, agradezco que las paredes sean antiruido, de lo contrario todo el mundo aquí sabría cada jodido detalle de lo que se habló allá adentro.
Salgo hasta la calle ignorando los gritos de Nikolai, estoy cansada y justo hoy que era el peor momento tuve que explotar tanta mierda sobre él, pero él tampoco fue muy amable siendo honestos.
Subo a un taxi y le doy la dirección de mi departamento, hoy solo quiero ducharme, dormir y pensar. Bianchi va a pagar por esto, así sea lo último que haga.