Khatia.
Huelo el ramo de tulipanes que llevo en mis manos y sonrío, ruego por que Leo se haya ido pero no es así. Frunce el ceño en cuanto me ve.
—¿Dónde estabas? –cuestiona apenas aparezco en su campo de visión.
—Por ahí. –me limito a responder.
—¿Por ahí? ¡Llevo horas buscándote! ¿Dónde carajos te metiste Khatia?
—Ya te dije que estuve por ahí, ahora si me disculpas, quiero ir a descansar.
Me abro paso hasta la puerta y meto la llave, sus siguientes palabras me congelan por completo.
—Estas fuera del caso de Bianchi, el jefe cree que sería mejor para todos.
Me giro con una lentitud teatral y lo miro con furia contenida.
—¿De qué diablos estas hablando Nikolai? ¿Por qué le dijiste lo ocurrido?
—No podía dejar que siguieras adelante con esta misión cuando intimaste con el enemigo, además le hablé acerca de tu madre y él sugirió que...
—¿Él sugirió o tú le sugeriste, Nikolai? –cuestiono llena de furia.
—Sugerí que debías tomarte un descanso es lo mejor para todos Khatia, tu estabilidad emocional puede explotar en cualquier momento y jodernos a todos, tienes que entender que es me...
Nikolai se calla de manera abrupta debido a mi mano golpeando su mejilla. Siento la ira recorrer mi cuerpo, ¿Cómo siquiera se atrevió a hablar de mis problemas personales?
—Ahora va a a pasar lo siguiente, Nikolai, iré adentro, me voy a duchar, dormiré y comeré un poco, voy a descansar y mañana volveré al trabajo y lo primero que haré será pedir tu maldito reemplazo, no te quiero más cerca de mi. No quiero que mi estabilidad emocional explote cuando estés cerca y te joda la vida.
—Khatia no hagas esto mas difícil por favor.
—¿Difícil? ¡Ja! Tú lo acabas de hacer difícil.
—Khatia por favor.
—¡No! Tú prometiste que nuestra vida aquí sería mejor que en Rusia. Mentiste.
—¿Acaso no es esto lo que deseabas?
—Definitivamente salir de Rusia sí, pero no esto, Nikolai. –nos señalo–, ¿es tan malo desear una vida normal?
—Nosotros no podemos tener una vida normal, Khatia. Lo sabes y me enerva la sangre que quieras haceme ver como el malo.
—¿Por qué no? Tenemos compañeros que tienen una puta vida normal. ¿Por qué nosotros no? ¿Quieres estar toda la vida atrapando delincuentes? ¿Qué sucederá cuando llegue la edad de terminar con eso? Cuando llegues a casa y este vacía.
—La soledad me gusta, Khatia. Si esperas que te diga que anhelo tener hijos y un hogar con una esposa linda como tú, no sucederá. Eso no es lo que yo quiero para mi. Yo vine a este lugar para ser libre, no para atarme y jugar a la familia feliz.
Siento que mi corazón duele con su declaración, pero que tonta fui, es obvio que él no piensa en eso, es válido, es su vida, pero me duele por que ingenuamente pensé que con él podría ser feliz.
—Khatia, lamento si creíste que...
—Olvídalo Nikolai, son estupideces. Ahora si me disculpas, quiero dormir.
—Piensa en tomarte un tiempo, por favor.
Niego con la cabeza.
—Sí piensas que me vine desde Rusia para solo quedarme fuera de lo que amo estas equivocado. Así como no trato de persuadirte acerca de tus decisiones espero que no trates de hacerlo con las mías.
—¡No es igual!
—Claro que no, pero es cuestión de respeto, yo respeto tu idea de no jugar a la familia feliz, tú respeta que no quiero quedarme en casa sin hacer lo que se supone vine a hacer aquí.
—Pero Khatia...
—Vete Nikolai, déjame tranquila.
Entro a mi departamento y escucho como grita mi nombre y llama a la puerta pero lo ignoro, no quiero hablar más con él, no ahora. Estoy muy dolida por todo lo que acaba de suceder y no quiero volver a explotar más mierda sobre él.
Tanto Leo como Bianchi tienen razón en algo, nosotros no podemos tener una vida normal, pero eso no quiere decir que no la desee.
Pongo las flores en el florero de mi mesita de noche, me quito la ropa y no puedo evitar oler su perfume. Esto es una locura, yo no puedo sentirme bien en compañía de Bianchi, sin embargo lo hago.
Me duele que Leo haya decidido por mi, no estuvo bien por que ni siquiera se tomó la molestia de hablar conmigo acerca de lo sucedido. Pero lo que si es un hecho es el cambio de compañero, incluso dejaré el caso de Bianchi, es lo más sensato dadas las últimas horas. Pero eso no quiere decir que me voy a quedar en casa de brazos cruzados.
Tomo mi celular y hago una llamada que considero me ayudará con esta jodida situación. Al tercer tono responde adormilada en ruso.
—Espero que no estés muriendo inspectora.
—Hola Masha, también me alegra escuchar tu voz.
—Sabes que siempre es un placer escucharte. ¿Qué puedo hacer por ti?
Suspiro tomando valor para lo que voy a decir, una vez que lo obtuve le cuento todo, absolutamente todo, no omito ningún maldito detalle, mi excompañera y consciencia a ratos vocifera insultos hacia mi persona y me da esa cátedra que me hace sentir como niña regañada, luego hace una pausa para maldecir a Nikolai por no follarme como se debe y haber roto mi ilusión.
Luego le pido ese gran favor y su ruso salvaje aparece diciendo hasta de lo que voy a morir. ¿Estás loca? ¿Perdiste la última neurona buena que te quedaba? ¿Estás consciente de lo que eso significa? Fueron las preguntas que repitió incansablemente.
—Estoy muy segura, por favor, ayúdame.
—¿Saldrás del caso Bianchi?
—Lo prometo.
—Bien, arreglare todo ahorita para que mañana por la mañana ya esté listo tu pedido.
—Gracias Masha, te debo una.
—Enorme, quizás vaya de vacaciones a tu departamento, allá me la pagas.
—Eres una maldita oportunista, ¿lo sabias?
—Sí, pero no te queda de otra. –asegura y ríe.
—Bien, te dejo para que hagas eso. Cuídate mucho.
—Cuídate Khatia.
Con eso doy por terminada la llamada, no sé si estoy haciendo bien, pero justo en este momento no quiero estar cerca de Nikolai, y supongo que es mejor así.
இ═══════இ
A la mañana siguiente, mi cuerpo ya está en la ducha, me levanté antes de que la alarma sonara, me visto demasiado emocionada, me calzo las botas que ayer tomé del armario de Bianchi, lo recuerdo y mi vista repara en el ramo de tulipanes, quien sabe que tantas cosas le dije. Masha me mandó el papeleo correspondiente y voy más que feliz al trabajo.
Subo a mi auto y me coloco el cinturón, enciendo la radio y escucho una canción demasiado sensual, eso me hace recordar las noches con él, siempre nos acompaña una canción así.
Conduzco hasta mi lugar de trabajo, no vine desde Rusia para darme por vencida, aunque ya no estaré en el caso de Bianchi, sé que esta nueva oportunidad me hará bien.
Estaciono mi coche y bajo de ahí. La mañana está fresca pero no tanto como en Rusia. Entro y lo primero que veo es a mi asistente sonreirme.
—Dijeron que no vendrías. –señala y me sonríe.
—Error de información. ¿El jefe?
—Está en un asunto con Leo.
Asiento y camino hasta la oficina de mi jefe y ella trata de impedir que entre, cuando lo hago puedo ver a Leo mantener una acalorada discusión con él.
—Jefe, buen día.
—Khatia, buen día. ¿Cómo estás hoy? –cuestiona tanteando mi reacción.
—Excelente y con buenas noticias.
—Khatia por favor, ¿podrías esperar? –me pide Leo con súplica.
—No sé a que quieres que espere. Pero la respuesta a tu pregunta es no. Jefe, aquí le traigo los papeles en orden para mi traslado.
Ambos hombres me miran como si yo estuviera loca, Leo me arrebata los papeles y nuestro jefe imita su acción y se pone a revisarlos.
Leo me mira como preguntándome ¿Por qué? Mi jefe se quita los lentes y se presiona el puente de la nariz en clara frustración.
—¿Estás totalmente segura, Khatia?
—Totalmente.
—Bien, esto viene muy por encima de mi, así que no puedo negarme. No cabe duda que te mueves con los grandes, te aplaudo mucho la persuasión que manejas con mis superiores. Ahora y siendo completamente honesta, ¿Cuál es tu condición? –cuestiona y odio que me conozca tan bien.
—Quiero otro compañero. –suelto y Leo se levanta furioso de su silla.
—¿Perdiste la cabeza Markova? No voy a permitir que...
—¡Nikolai basta! –espeta mi jefe con autoridad–, hecho, puedes elegir a quien más te convenga para este trabajo, ahora va la mía Khatia. Te quiero fuera del caso Bianchi, no justifico tus errores, pero entiendo lo sucedido, incluso me siento levemente culpable. Te presione demasiado.
—Hecho, y no se preocupe jefe, ya quedó olvidado, por lo menos de mi parte. –le doy una mirada fugaz a Leo quien me mira molesto.
—Pues estonces lo único que puedo decirte es que voy a extrañar verte aquí todos los días, pero sé que lo haces para crecer y eso me llena de orgullo. Si decides volver en algún momento no dudes en hablar conmigo, estaré feliz de tenerte aquí.
Asiento y no puedo evitar sentir que es mi padre quien me habla con tanta dulzura. Ojalá él estuviera aquí.
—Gracias por todo señor Jones.
—No agradezcas querida, mereces el mundo entero.
Asiento y estrecho su mano. Salgo de ahí seguida por Leo quien viene en silencio. Entro a mi oficina y empiezo a recoger mis cosas bajo su atenta mirada.
—¿Por qué estás haciendo esto Khatia?
—Por qué puedo.
—¿Es por lo que dije ayer?
—Sí y no. Me hiciste darme cuenta de cosas Nikolai, tú ya tienes claro tu futuro, debo ir a buscar el mío.
—¡Pero lejos de mi! Eso no justo.
—¿Y en esta vida que lo es?
—¿Lo estás haciendo por venganza? –cuestiona y casi quiero partirme de risa.
—¿Venganza? ¿Hacia ti?
Asiente con la cabeza y yo niego. ¿Por qué haría eso?
—No Nikolai, no es venganza. Es estúpido que creas eso. Lo hago por que quiero alejarme de la ilusión que me formé a tu lado. –confieso por primera vez en voz alta.
—¿Ilusión?
—Sí, creí tontamente que estando lejos de Rusia las cosas entre nosotros cambiarían para bien. Que viviríamos juntos, que seríamos una pareja, que en algún momento habría una familia.
—¿Solo por que compartimos algo de sexo oral creíste que viviríamos felices por siempre? –cuestiona con diversión y un poco de incredulidad en su tono de voz.
—Que estúpido suena, ¿cierto? Por eso prefiero irme.
—¡No! No es estúpido Khatia, simplemente creí que querías lo mismo que yo.
—¿Sabes que es lo más gracioso? Que ni siquiera supe que era realmente lo que tú querías. Hasta que... –me detengo antes de meter de lleno mi lengua suelta–, hasta que me di cuenta de que no estábamos en el mismo canal.
—¿Y a dónde se supone que te irás? –cuestiona frustrado.
—Es mejor que no lo sepas.
—Dímelo. De una o de otra manera lo sabré.
—Narcóticos. –respondo sin dar detalles.
—Eso no está aquí en Chicago. –asegura.
Niego y me hago tonta para no mirarlo.
—¿A dónde te irás Khatia?
—Es todo lo que debes saber.
Tomo mis cosas y paso a su lado dispuesta a irme pero me toma del brazo.
—Por favor, reconsideralo.
—No Nikolai, no quiero.
—Dime a donde.
—Frontera de Estados Unidos y México.
Él suelta su agarre de mi brazo y palidece.
—Hay un capo, se presume que es mexicano pero ha ganado mucho territorio en Estados Unidos.
—Dime que irás como inspectora. –súplica y puedo ver el pánico en su mirada.
—Debo irme.
—¡Habla de una vez maldita sea! –vocifera en su idioma natal. Ese ruso poderoso que casi nunca usó conmigo.
—Iré de infiltrada y más te vale que no me jodas más, no voy a tolerarlo. Ya me cagaste el caso Bianchi, ahora déjame trabajar y aléjate de mi. Por el bien de ambos.
—No durarás ni un puto día, Khatia. Eres una cobarde para matar, ni siquiera eres capaz de disparar. Pero si esa es tu decisión, bien. Solo dime que flores quieres que te lleve cuando sea tu funeral.
Siento mi sangre hervir pero trato de disimular.
—De preferencia ni te pares cuando eso suceda y vete a la mierda desde ahora. Me cansé de tus estúpidos juegos infantiles.
Salgo decidida de mi oficina sintiendo muchas cosas por él, lo quiero demasiado, es muy importante para mi, casi me imaginaba una vida a su lado pero lamentablemente él no iba por ahí.
En la puerta me espera el señor Jones y varios compañeros y compañeras. Debo elegir a alguien para irse conmigo y ya tengo en la mira a alguien.
—Buena suerte, inspectora.
—Gracias jefe, señorita Jessica Miles, usted viene conmigo.
—Claro que si inspectora.
—Buena decisión muchacha.
Mi jefe mira detrás de mi y sé que él está ahí. Jessica llega con sus cosas y se despide de todos.
—¿También te acostaras con este hombre? –pregunta con veneno en su voz.
—¿Eso es lo único que te preocupa? ¿Que alguien más haga lo que tú nunca pudiste?
Su mirada me taladra con furia pero lo ignoro. No me rompere por Nikolai, no ahora que esta siendo un patán conmigo.
—Te llevaré rosas, sé que son tus favoritas.
Con eso último de aleja de mi. Voy a demostrarles que no soy solo una tonta cara bonita y él se va a tener que tragar sus palabras.